Este es uno de los episodios más infames en los que la MSB y allegados se vio envuelta. La verdad es que con la perspectiva del tiempo no hay por donde cogerlo. Si hoy, algo como aquello acabara mal y por ende apareciera en las noticias, el único comentario que se haría sería algo así como “hace falta ser idiota y descerebrado”.
Yo mismo diría algo así de unos tíos, ya talluditos pues alguno ya pasaba la veintena de largo, metidos a bromistas de carretera que con un poco de mala suerte podrían haber liado la de Dios es Cristo.
No recuerdo de dónde salió pero cayó en nuestras manos. Era un peluche informe, viejo y sucio. No se podía identificar en él un animalito en concreto ya que le faltaba la cabeza, igualito que a nosotros. Lo más probable es que en algún tiempo mejor hubiera sido una tortuga pero también podría haber sido cualquier otra cosa, por ejemplo un ratón, así que recibió bautismo con nombre de ratón raro. El ráton.
El ráton probablemente acompañó a algún bebé amoroso en su cuna pero la perra vida lo llevó a lo que lo llevó. Sospecho que como al final cada uno acaba donde merece, el ráton no dejaba dormir al bebé, pues era áspero y feo de cojones y se lo dieron como juguete al chucho y acabó descabezado.
Al lío: un grupo de tíos deciden que ese muñeco-estropajo bien podría usarse para echarse unas risas. No tengo ni idea de quién urdió, ni cómo, el desaguisado pero no creo que ahora nadie quiera ponerse la medalla. Yo no me acuerdo mucho pero creo que no fui… aunque lejos no estaría.
El caso es que hicimos pleno. A ver si lo explico bien. Uno, dos o varios descerebrados se apostaban detrás de un muro de piedra que delimitaba una finca con bosquecillo del que ya no queda ni el recuerdo y ráton en mano y sin ver la carretera esperaban a que pasara un coche y guiándose por el ruido del motor lo lanzaban justo delante del mismo. Ahí estaba la risa. Mientras tanto el resto del personal, agazapados al otro lado de la carretera observaban la jugada y esperaban la reacción de los conductores. Todo esto, amparados por la oscuridad de la noche moralzarzaleña.
Esto se llama nocturnidad.
El asunto de Sagunto no fue espontáneo, requirió cierta planificación para buscar el mejor punto para ver sin ser vistos.
Esto es premeditación.
Después de los primeros lanzamientos, que provocaron frenazos varios, y a pesar de la risa histérica colectiva conscientes de la salvajada y el peligro en ciernes, no podíamos parar y ya estábamos ansiosos de recoger al ráton y volver a las andadas.
Esto es alevosía.
Por lo que a mí respecta yo tuve mi pequeña penitencia aunque recibida con gusto. Yo solía formar parte de los lanzadores y acto seguido de ejecutar el vil acto salía corriendo en dirección al bosquecillo. Si alguno no ha probado a correr por el campo de noche, negra como el alma de un concejal, lleno de arbolillos, arbustos, piedras y boñigas de vaca, descojonado hasta perder el equilibrio, si alguno no lo ha probado ¡ánimo! Es una experiencia inolvidable y si es en pantalón corto mejor.
Las ramas, zarzas, troncos, mierdas y demás me dejaban el cuerpo como un Ecce Homo pero podía más la risa que cualquier laceración.
Bueno, así lo recuerdo con un poquito de vergüenza pero con una sonrisa que si es compartida con alguno de los otros caramiembros acaba en carcajada.
Pá haber matao a alguien pero que deshueve.
3 comentarios:
Creo que el episodio del ráton hubiera merecido un capítulo en la "Historia de la infamia" de Borges. ¿Os imagináis que haríamos con nuestros retoños si nos enteramos que practican una gamberrada de ese calibre? Sólo hay algo comparable en nuestra historia: la bajada por las escaleras -de cuatro en cuatro peldaños, descojonados vivos- desde la casa de las tías de PacMan en Santander después de comernos todas sus viandas. Pido perdón públicamente aquí por el ráton y por la merienda santanderina.
¿Y el atraco nocturno a la piscina de la casa de Julián con espantada incluida cuando nos pillaron casi con los pantalones a media asta?Ese salto de valla, esa caida en el agujero negro de la noche unos encima de otros.
Ese episodio también es de ranking
Joder que recuerdos. Reconozco que se me han saltado las lágrimas leyendo el episodio del ráton y recordando la huida precipitada de casa del Muggy después de dejarle en la cama con un moco del siete.
Yo personalmente recuerdo otro intento de baño en piscina ajena, concretamente en una casa que estaba junto a la de Macu. Estábamos con los pantalones por las rodillas cuando aparece un tio asomado a la ventana de la casa supuestamente vacía. Saltamos la valla y salimos corriendo como posesos calle abajo hasta la caseta de luz de La Herradura, todo ello sin dejar de descojonarnos histéricamente. Creo que en esa época es cuando he llegado al top histórico de mis pulsaciones, y llevo 8 maratones y 3 Rondas a mis espaldas, pecata minuta comparado con mis sensaciones en aquellas correrías nocturnas.
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