La verdad es que nunca fui consciente de su existencia hasta aquel día. Mi vida transcurría entre los partidos de fútbol con los amigos, los de chapas, pantalones cortos, en fin, lo normal de los 12 años. Hasta aquel día que conocí a mi hermano pequeño, que a partir de entonces iba a marcar mi vida.
Los hechos fueron los siguientes. Una tarde quedé con Mike Muddy en ir al cine, no recuerdo por qué motivo, creo que fue por celebrar su cumpleaños o algo así. Venía de la mano de su madre con ese careto de no haber roto un plato nunca, inconsciente del fenómeno que iba a ocurrir. Por supuesto que no nos dejaban ir solos al cine así que su Santa madre (el nombre le va como anillo al dedo) entro con nosotros a ver aquello. La película era una estúpida historia de un grupo de adolescentes americanos, una chorrada. Pero de repente ocurrió algo inexplicable, salió una especie de león de la Metro de la pantalla, con dos tetas (si tetas y no senos), con unos pantalones de cuero negro ajustados que realzaban un culo espectacular que se movía de lado a lado, provocando un esnucamiento y una sacudida en mi interior y en concreto bajo mis pantalones, desconocida por mí hasta aquel entonces. Qué era eso, qué estaba pasando. Me despedí de Mike a la salida del cine algo confuso, y me dirigí a mi casa raudo y veloz. Cuando llegué a mi casa me encerré en el baño y ahí estaba mirándome fijamente con su ojo de minotauro y diciéndome "desde ahora el que manda aquí soy yo". Y así fue, y espero que sea durante mucho tiempo, porque cuando él no mande es que algo no andará bien.
3 comentarios:
Reconozco que me has hecho reflexionar sobre el pasado, Tytus. Así que ese león embutido en cuero negro de 30 tacos que debía representar a una chica de 17 en Rydell fue la que te llamó a filas. Es un buen recuerdo.
En mi caso, fue un capítulo de una inocente serie de animación que recordamos todos: ULISES 31, en que la azulada Thais -Numaios, hermano mío- se volvía mayor de repente y le salían tetas. Todavía escuece.
La metáfora fraternal que empleas para el "fistro de abajo" es brillante, aunque lo del minotauro haya sido un lapsus que he traducido por cíclope, a cual más "bravido".
Acepto lo del minotauro, en que coño estaría yo pensando!
A mí me embrutecían las compañeras del instituto. "Codiciamos lo que vemos cada día" (Hannibal Lecter). Aunque daban ganas de encuerar a la Olivia vestida de cuero, lo reconozco.
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