Estaremos de acuerdo en que el Mundial 82 marcó a fuego a nuestra generación. Habíamos dejado atrás un intento de golpe de Estado, vivíamos en plena movida madrileña y este torneo parecía la excusa perfecta para situarnos en el mapa del mundo. Todo funcionó bien (aquel Mundial tuvo la mayor concentración de grandes partidos que recuerdo), salvo nuestro equipo, que fue un desastre: disputó 5 encuentros entre la primera y la segunda fase de grupos (no estaba mal aquel sistema) y solo ganó uno, de milagro, a Yugoslavia. Algunos nos comimos las entradas del Calderón, donde habría debido jugar España según todos los pronósticos, y otros tuvieron el valor de adquirir un boleto para presenciar en el Bernabéu la derrota definitiva ante Alemania. Me hice entonces de Brasil (inolvidable aquel grupo de Sócrates, Zico, Toninho Cerezo, Falcao y Éder), hasta que Italia le derrotó en aquel inolvidable choque de Sarriá. Como inolvidable fue la semifinal en Sevilla entre Alemania y Francia (3-3), cuando Schumacher le hizo aquella entrada salvaje a Battiston (France Football ha regalado el DVD del partido y me he hecho con él para recordarlo). Y qué decir de la final, con la Italia de Rossi ajusticiando a los germanos (3-1), con el grito de Tardelli tras su gol y la alborozada celebración de Sandro Pertini en el palco del Bernabéu. Los "losers" de entonces somos los padres de una camada que no ha visto perder a la selección española. Treinta años después, y con este triplete Eurocopa-Mundial-Eurocopa, me siento curado del "síndrome Naranjito".
2 comentarios:
Ver ahora las imágenes añejas me llena de nostalgia... Y de años. Los videos parecen del año del pedo.
Naranjito fue un trauma que superé gracias al Real Madrid. Mi equipo me sacó del arroyo. Sí llego a esperar al hijo de puta de Luis y a la selección hubiera perdido demasiado tiempo. Polvo que no echas polvo que pierdes. Ahora pienso en blanco y me va muy bien así.
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