martes, 11 de junio de 2013

EL FALLIDO PLAN DE MOU


Mourinho aterrizó en Chamartín con una idea muy clara, transformar el Real Madrid en algo hecho a su imagen y semejanza. Ese era su principal objetivo. La décima Champions le importaba un bledo, lo único que ansiaba era su tercera, por cuanto sería la certificación oficial al éxito de su empresa y la que le entregaría en bandeja de plata las llaves del madridismo, un pedestal sobre el que alzarse majestuoso para ser nombrado Dios del fútbol.

Y lo tuvo fácil pues se encontró con un presidente abierto de patas dispuesto a lo que fuera a cambio de ver sometido al maléfico e inexpugnable Barça de Pep Guardiola. La afición también parecía ensimismada ante los aires bravucones del  mesías de Setúbal, pues parecían encerrar la fórmula secreta para defenestrar al enemigo y devolver al Madrid al trono perdido del mejor equipo del mundo. En un ataque de amnesia sin precedentes, el madridismo parecía olvidar que antes de Mourinho el Madrid ya era el mejor club de la historia.

Mou sabía que los partidos no se ganan sólo en el terreno de juego. En eso demostró ser un maestro de las malas artes. De puertas afuera era necesario desplegar un potente arsenal dialéctico para incomodar a todo bicho viviente, aplicando el viejo refrán de que a río revuelto, ganancia de pescadores. Con la sala de prensa como centro de operaciones y su verbo políglota como proyectil, arremetió contra el Barcelona y contra Villar, contra la UEFA, UNICEF, los árbitros españoles y europeos, la LFP, la prensa, contra sus colegas de profesión. Bramó contra un tipo grande como Manolo Preciado, arremetió contra su antecesor Pelegrini y contra un tal Del Bosque. Con el entrenador del Barça, el enemigo que osaba eclipsar su imagen de semidios, había que ser más contundente. Había que meter el dedo en el ojo para que doliera, y si la palabra no era suficiente para alterar el ortodoxo discurso de Guardiola, siempre se podría pasar de los dichos a los hechos. Y ni corto ni perezoso, dio a probar al pobre “Pito” su particular medicina. 

Pero de puertas adentro sabía que también tendría que emplearse a fondo, aplastando cualquier indicio de sombra a su divina figura. A priori, las condiciones parecían propicias, pues si el presidente y la afición estaban desde el principio postrados de rodillas, ¿quien podría oponerse a su plan para levantar su gran Real Moudrid que le convertiría en inmortal? Pronto mandó ejecutar a Valdano y con ello cambiar el organigrama deportivo del club. Para todo el mundo supiera quien era el puto amo no tuvo reparos en incomodar al club acusándolo en innumerables ocasiones de pasividad en temas extradeportivos, su especialidad. Arremetió contra la cantera, contra el entrenador del Castilla, contra Ozil, Ramos y Cristiano, aireando trapos sucios públicamente sin importarle el daño que pudiera causar. Acabó con la carrera de Adán, y se quiso cargar la de Iker Casillas en un ataque de celos más propio de la madrastra de Blancanieves. Hasta retiró a Pepe el honor de ser miembro de su guardia pretoriana por tener opinión propia. Jamás pensó el madridista que escribe estas líneas que Pepe le llegaría a caer simpático. Pero no contento con eso, se inventó una nueva definición de madridista, dícese del seguidor blanco dispuesto a hacerle una felación. El resto pasamos a la categoría de simples “piperos”. En un buen número de ocasiones, el público del Bernabéu fue criticado por Mou por no estar a la altura de sus expectativas. Ciertamente no dejó títere con cabeza.

En resumen, Mourinho apostó fuerte. Órdago tras órdago finalmente perdió la partida, pues tantas toneladas de egoismo y de arrogancia, en las antípodas de los valores del madridismo, sólo se sostienen si los títulos llegan a raudales. Y no fue así… gracias a Dios. Jamás le oiremos decir que se equivocó, siempre se mostrará como la víctima de esta historia. Nunca reconocerá su soberbia y su incompetencia para dirigir un equipo con tanta historia. Siempre encontrará algún club dispuesto a ofrecerle su alma y a darle manga ancha para hacer y deshacer a su antojo. 

Menos mal que el tiempo pone a todos en su sitio. Sentémonos en la puerta de nuestra casa y veamos el devenir de este personaje.  Eso si, esta vez y menos mal, sólo como espectadores.  

Y colorín colorado, esta pesadilla se ha acabado.


martes, 4 de junio de 2013

NEYMAR, BRUNA Y LOS TOISS


Neymar, el ídolo del que se sabe más por sus "tráilers" que por sus películas, ya está en Barcelona repartiendo sonrisas y frases en catalán. El futbolista 2.0, dicen. No me cabe duda de que venderá un millón de camisetas, pero está por ver que triunfe en el fútbol europeo. Como nos lo han vendido por YouTube (solo he visto un partido completo de él, en la final del Mundialito que el Santos perdió con el Barça, y no tocó bola; también fracasó en la final de los Juegos de Londres), tengo la terrible sospecha de que el chaval podría ser un nuevo Robinho, ya sabéis, el experto en triatlón invertido  (primero corre, luego monta en biclicleta y, por último... nada). De su presentación (no muy distinta a la de los cromos del tío Florentino aquí en la meseta) me ha llamado la atención su séquito: sus coleguillas (apodados Toiss) y su novieta, Bruna Marquezine, en cuya compañía os dejo. 120.000 pavos le costó al Barça fletar un jet privado para que Neymar, Bruna, los Toiss y el resto del clan hicieran el viaje a BCN para correrse la juerguecilla. Mola ser un futbolista 2.0.

lunes, 3 de junio de 2013

AQUELLOS JUNIOS



Comienza una semana distinta a las demás. Una semana de grandes acontecimientos y de grandes esperanzas. Mariano ya nos avisaba de que estemos atentos a las cifras del paro mañana martes. Que nos íbamos a enterar de lo verde que viene junio. Por otra parte, en la Comunidad de Madrid va a ser semana de exámenes de selectividad, ¿quién sabe si será el último año que se llame de tal manera? Así pues, mientras algunos ponen velas a San Antonio, otros se afanan por arreglar cuentas con Kant y Ortega.

Reconozco que tengo una cuenta pendiente desde que me examiné de selectividad, allá por el mes de junio de un convulso pero ilusionante 1981. Habíamos superado un Golpe y nos preparábamos para la culminación de la transición: rojo, impar y pasa. Pero antes yo tenía que pasar mi Rubicón y colocarme en donde quería estar los seis años siguientes: estudiando la carrera con la que los padres de nuestra generación soñaban. Mi camino eran las cifras y no las letras. Pero mientras el comentario de texto nunca me dio miedo, la Historia de la Filosofía se alzaba como una barrera inexpugnable en mi camino. Una Puerta Negra para tan solo un habitante de La Comarca.

Y allí estaba yo, con mi par de bolígrafos Bic en las manos y mi carnet de identidad en el bolsillo. con un calor de tres pares en ese aula exageradamente grande y sin ventilación dentro de esa caja que es la Escuela de "Caminos". A mi alrededor cada cual disponía su "carne" en diversos formatos. Todos nos mirábamos con desconfianza y nerviosismo. Mares de hormonas rugían en nuestros rostros. Después las pruebas científicas que había superado con seguridad, estaba dispuesto a desarrollar a los clásicos. Pero me topé con Kant y Ortega. Y mis ojos se nublaron. Diez minutos tentado de dejar el aula y darme por vencido. Y el resto de la hora para maquillar con palabras más huecas que consistentes un "rosco" de manual. La fortuna quiso que el cero se tornara en uno, y que el suspenso en la selectividad se tornara en un aprobado suficiente para colocarme en la cima del mundo. Pero no olvidé ni al teutón ni al godo. Su obra sí, sus familias no.

Esta semana estamos todos en casa velando armas. Unos esperan lucirse y asegurarse un futuro, quizás más incierto hoy que hace 32 años. Otros esperamos al primer universitario de la saga así como vengar viejas deudas históricas. Se masca la trascendencia. A ver qué nos traen estos días.