lunes, 2 de febrero de 2009

PARÉNTESIS

Las últimas semanas están siendo moviditas, muy moviditas diría yo, demasiado agobio. Mi mente estaba ya bloqueada. Como dice el anuncio necesitaba hacer un paréntesis entre toda esta vorágine del día a día que te va comiendo.

A cada uno de nosotros le gustará hacer un paréntesis distinto, unos leerán, otros ejercitarán el matrimonio, otros se van a la Antártida o al Kilimanjaro, otros se van a la tele a hacer entrevistas, o patinan sobre hielo, en fin... para gustos los colores.

Yo solo disponía de algo más de 24 horas y además cargando con mis churumbeles y con mi Santa, no tenía muchas opciones con tan estrecho margen así que encaminé mi palmito el sábado a eso de las 15:00 hacia mi querida Sierra Madrileña. Si no existiese habría que inventarla, es impresionante. Quizá sea un sentimental pero estaba como loco por darme un paseo y perderme a los pies de La Maliciosa (como quiero a esa montaña). Todas las mañanas me asomo desde el salón de mi casa para verla, con eso me basta, es mi paréntesis diario. Imponente se divisa su silueta a más de 60 kilómetros… tan lejos y tan cerca.



El sábado nada más comer agarré mi palo y me marche a la montaña, primero subí a la presa de Navacerrada, qué espectáculo, qué oleaje, parecía mar abierto. No pude nada más que permanecer de pie apoyado en la barandilla respirando ese aire y contemplando las gaviotas que intentaban volar contra el viento. El día anterior me había fijado en otras que vi en el Puerto de Barcelona y pensé “¿Qué demonios hacen estas gaviotas aquí tan lejos del mar?”. El caso es que estaban allí y seguramente no habrán visto ni verán jamás el mar (que gilipolleces pienso ¿no?).



En fin, reanudé mi marcha, bordeando el embalse por la derecha, atravesé el pueblo de Navacerrada y me encamine camino de La Barranca. Caían de vez en cuando copos de nieve ocasionales y el frío era intenso, pero nada iba a impedirme continuar disfrutando de mi paréntesis. Pasados dos kilómetros me desvié a la derecha hacia una presa de tierra que esta a unos 1.300 metros. Esta presa curiosamente suministra agua a Becerril y no el embalse de Navacerrada, la verdad es que no lo entiendo pero es así. La vista desde aquí es tremenda. El desnivel desde donde me encuentro a la cima de La Maliciosa es de casi 1.000 metros, es una auténtica pared. Allí estamos ella y yo, sin nadie alrededor en kilómetros. Cuando la miro pienso la cantidad de hechos de los que habrá sido testigo. Tantos años allí dan para mucho, los romanos, los árabes, los bandoleros, la guerra civil… me gustaría preguntarla muchas cosas, pero me temo que no va a soltar prenda. Además parece esconderse entre las nubes sospechando que si la descubro la voy a acribillar a preguntas y no parece estar por la labor, al menos esa tarde.

Volví hacia Becerril atravesando el pueblo ya de noche ye me quede un poco sobrecogido al ver las puertas de uno de los bares con mejor pinta del pueblo cerrado y con ramos de flores en los barrotes... mal rollo… pensé: “Ese sí que ha hecho un paréntesis de verdad”.

Al día siguiente, el domingo, apareció todo blanco. La nieve es un espectáculo, más si cae de la forma tan intensa que caía. Qué maravilla, era el mejor colofón para mi paréntesis, una estampa como aquella no tenía precio.



De la alegría se paso a al preocupación porque aquello no paraba, 5 cm de grosor, 10 cm… 15 cm... la tensión flotaba en el ambiente ¿Podremos salir de aquí sin cadenas? Respuesta automática “vámonos echando viruta”. Y así fue. Salir de la urbanización a eso de las 12:00 horas fue ya una odisea, pero bajar a Villalba fue un auténtico carrusel de patinazos y perdidas de control del coche… pero nada para lo que nos esperaba. Ya me las prometía muy felices cuando entraba en la A6 cuando en los carteles luminosos se podía ver “Carretera cortada km 33”. Yo estaba en el 35 y se circulaba bien pero derepente parón en seco. Rápidamente pensé, tengo el depósito lleno, el móvil con la batería cargada y comida al menos para los niños, así que todo controlado.



Primera hora, habíamos avanzado 600 metros. Yo ya había establecido con mi chica un plan de emergencia estudiando y haciendo deberes con los niños, pero aquello tenía muy mala pinta. Este si que iba a ser un paréntesis de verdad y lo demás son tonterías. Los conductores estaban haciendo corrillos en plena A6 acordándose de la Sra Ministra y de la típica improvisación española. Al final, conseguimos meternos por la vía de servicio, por lo menos andaba algo y cuando pasamos a la altura del Km 33, donde la A6 estaba cortada, pudimos contemplar un auténtico espectáculo. Los coches pasaban por el carril de la derecha de uno en uno con una distancia no inferior a 50 metros entre uno y otro. Por los otros tres carriles estaban circulando las máquinas quitanieves circulando en sentido contrario a los coches esquivando los coches que se iban atravesando. Increíble.



En resumen, solo tardamos tres horas y gracias.

Y este fue mi paréntesis de 24 horas y a pesar de todo mereció la pena aunque algunos seguro que no opinaran lo mismo. Vivan los paréntesis en cualquier caso.

3 comentarios:

Mike Muddy dijo...

Lo importante es desconectar, sea en la sierra (suscribo 100 por 100 tu cariño por esas montañas), viendo a Nadal hacer llorar a Federer o escribiendo un post como éste. La suma de paréntesis es lo que hace la vida llevadera.

Gonso dijo...

Y si no te hubieras lanzado a la carretera con la que estaba cayendo, pues mejor que mejor

PacMan dijo...

Le echaste cojones con lo del coche, sí señor. Post sobrecogedor a la par que cercano. Éste es mi Titus: una de cal y otra de arena. Lástima que no llegues a los Premios Charly de 2008.