miércoles, 25 de febrero de 2009

MIÉRCOLES DE CENIZA

Hoy es el día en que se entierra a la sardina carnavalesca y se asume la llegada de los 40 días de ayuno del calendario cristiano. Atrás quedó el tiempo en que había que esconder lo escondido tras el disfraz y se perseguía a los seguidores de Don Carnal, porque eran siervos del Demonio y del Agnosticismo impío. Por las calles no había desfiles o concursos de Draqueens en los que pavonearse. Nunca he sido de disfrazarme. Lo único de Carnaval que soporto son mis dientes postizos de metal, que como si hubiera vuelto a la adolescencia, me recuerdan día a día que soy mortal (polvo eres y en polvo me convertiré).

También de aquella época de antes se olvidó la tradición recalcitrante de una Semana Santa de luto riguroso, sin pompas y con mucha vigilancia. Me vienen a la mente el olor de las torrijas que hacía mi madre con los ingredientes más calóricos de que disponía: pan de trigo no integral, leche de vaca "Collantes" envasada en botella de cristal retornable y rebosante de grasa saturada, huevos grandes de dos yemas... ¡Qué alimento! Para mi hermano y para mí, que éramos unos "tirillas" adictos a las muestras de vitaminas que le dejaban los representantes farmacéuticos a nuestro pediatra. También recuerdo los potajes de garbanzos que con precisión matemática descansaban sobre la mesa los mediodías de cada viernes. Cómo deseábamos el fin de aquellos días para volver a la carne o a la libertad de elección culinaria. Esos potajes a base de balines con forma de legumbre y salpicado de zanahoria, espinacas y Dios sabe qué otras variedades vegetales que nunca sabremos cuáles eran. ¡Y los platos de bacalao desalado y servido rebozado con patata cocida! Entrados en Cuaresma, el debate de si comer pollo era pecado o no era moneda de cambio habitual. Algunos relajados -mi hermano y yo entre ellos- consideraban que la carne de las aves no era en realidad carne. Y los argumentos eran que si se vendía en pollería en lugar de en carnicería (filosofía de altísimo nivel), que si el pescado también procedía de animal y no de vegetal... Esas cosas. Pocas veces nos salimos con la nuestra, pero algunas. Pírricas victorias para una losa de 40 días al año que se repetía sin cesar.

Salimos de aquellos años. Ahora, en los bares donde me dan de comer el menú del día por nueve euros y medio, pasa desapercibida la inclusión del potaje y del bacalao en la carta correspondiente a los viernes de Cuaresma. Sin embargo, en algún lugar de mi memoria se revuelve aquella imagen de mi madre y me sigue recordando que la carne es carne. Pero que también es "pecado".

3 comentarios:

Mike Muddy dijo...

La única abstinencia que practicamos los members es la de la otra "carne". Claro que, bien mirado, todo el año es Cuaresma. Salvo para el Pater Yiyi.

gonso dijo...

En el cole ningún viernes se pone carne y el cartelito de "hoy es abstinencia" cuelga en la pared, aunque nadie le hace ni caso. No me tocó a mí nunca vivir la Cuaresma tan a rajatabla.

yiyi dijo...

Yo lo recuerdo con agrado ya que el menú del viernes consistía en lentejas y merluza rebozada, que son de mis platos favoritos
Que recuerdos huevona