miércoles, 18 de febrero de 2009

ENTONCES... ¿DIOS CREÓ AL MONO?

























¿Creacionista o evolucionista? No es lo mismo que preguntar si eres del Madrid o del Atleti o si te gusta la carne o el pescado, pero no es una cuestión baladí. El debate, 200 años después del nacimiento de Charles Darwin y 150 de la publicación de "El origen de las especies", sigue vivo. De hecho, un sondeo reciente publicado por "The Daily Telegraph" revela que más de la mitad de los británicos cree que la teoría darwiniana no puede explicar la complejidad de la vida en la Tierra y tiene que haber intervenido un "diseñador" inteligente. En 2008, la Iglesia anglicana, tradicional látigo del naturalista, entonó un mea culpa: "La Iglesia de Inglaterra te debe una disculpa por malinterpretarte y por haber animado a otros a no comprenderte. Tratamos de practicar la antigua virtud de “fe buscando la comprensión” y confiamos en que esto suponga una reparación". Lo jodido es explicar a los lebreles que la diversidad de la vida surgió gracias a un proceso hereditario con modificaciones en el que participamos todos, seres humanos incluidos, mediante el mecanismo de la selección natural (los mejores sobreviven y se reproducen; los peores... pasan al archivo de la historia).

- ¿Y qué pasa con Adán y Eva?

La verdad es que, al menos en mi caso, el creacionismo ha sido una coartada perfecta para pasar de puntillas sobre ciertos asuntos espinosos. Pero los niños son cualquier cosa menos gilipollas.

- Bueno... Digamos que simbolizan la idea de la creación del hombre, pero en realidad...

- Ya. ¿Qué significa "simbolizar"?

El biólogo inglés que sentó las bases de la teoría de la evolución se enroló en 1831, cuando contaba 22 años de edad, en el barco de reconocimiento "HMS Beagle" para emprender una expedición alrededor del mundo que duraría 5 años. El viaje tenía interés científico, pero los ingleses buscaban su propio paso entre océanos —una vez que españoles (Estrecho de Magallanes) y holandeses (Cabo de Hornos) encontraran el suyo— y cartografiar las costas de América del Sur. En aquel tiempo los mapas y las cartas de navegación valían más que el oro. Lo consiguieron: el Canal Beagle se extiende a lo largo de 180 kilómetros comunicando el Atlántico con el Pacífico.

He tenido la oportunidad de recorrer aquellos lugares. Aquí y allá ríos de hielo bajan desde la cordillera Darwin, desgajándose en su encuentro con las espumas marinas. El avance de los barcos turísticos cortando la bruma en la Avenida de los Glaciares, en el Canal Beagle, tiene algo de sobrenatural: cualquier marino supersticioso pensaría que está en plena travesía del Estigia hacia el inframundo. No se ve un alma. Si las hubo, ya no están. Los patagones, esos indios de dos metros de altura que alimentaron la imaginería de los primeros exploradores, se quedaron para siempre habitando en la leyenda; a otros, más reales, no les fue mejor. Tehuelches, onas, yámanas, alcalufes... Todos extinguidos, o casi, a causa de las enfermedades introducidas por el hombre blanco, de la persecución y las matanzas. Para Darwin los aborígenes eran "infrahumanos que ladran y gruñen". Flaco favor les hizo. Probablemente contribuyó a que no pasaran el corte. Quizás era muy joven e inexperto cuando pasó por aquí. Y, sin embargo, las pistas que recogió a lo largo de su periplo en el "Beagle" fueron clave para la teoría que fue cocinándose lentamente en su cabeza. No se encendió ninguna bombilla en la Patagonia o en las islas Galápagos. La evolución fue resultado de una reflexión de dos décadas y no tomó forma hasta 1859, cuando publicó "El origen de las especies".

- ¿Eva no salió de la costilla de Adán?

- No, cariño. ¿No has entendido aún lo de la representación simbólica?

- Pues en catequesis dicen que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza.

En aquella travesía, Darwin encontró restos fósiles en la Pampa argentina; huesos de un megaterio —un perezoso del tamaño de un elefante— y de un armadillo gigante, y las sospechas quedaron alojadas en su mente. La relación entre lo muerto y lo vivo en un mismo continente, la idea de que las especies antiguas han dado lugar a las actuales, más pequeñas y adaptadas, empezó a obsesionarle. En las Galápagos halló los famosos pinzones —hasta trece especies distintas— que afianzaron su teoría. Propuso que esas aves descendían de un antepasado común que había volado del continente muchas generaciones antes. Cada especie era el resultado de las condiciones naturales (clima, vegetación, competencia por los recursos...). Sus picos evolucionaron y se adaptaron a las fuentes de alimento disponibles, como las semillas de los cactus o el néctar de la flores.

- Así que venimos del mono...

- En efecto.

- Entonces... ¿Dios creó primero al mono?

- Sí (suspiro largo y sostenido). Al mono y a las monas como tú.

Definitivamente me voy a refugiar en el anís. Del mono.

4 comentarios:

gonso dijo...

Y tú pidiendo un artículo sobre Darwin y ya lo tenías en las yemas.
Estaba al quite con una foto que me hice debajo de su estatua en Shewsbury, su ciudad natal.
Recomiendo el último número de National Geographic y el artículo "What Darwin didn't know".

Hace siglos que no bebo anis.

PacMan dijo...

Me he acercado a la figura de Darwin de la mano de autores de divulgación científica como el norteamericano Stephen Jay Gould. En mis estantes reposa una traducción al castellano del librito escrito por Darwin, y nunca he pasado de las primeras páginas. Quizá algún día me lo acabe en un arrebato de valor, como gesto ante este héroe de su tiempo. Por desgracia, aún hoy en día cree más en la Biblia que en la evidencia.

Mike Muddy dijo...

He leído el reportaje del NG, que es magnífico. De hecho, algún dato del post procede de ahí.

Tendemos a pensar en una evolución que se mueve con reloj geológico, pero en realidad es mucho más rápida: las personas evolucionan en su corta vida, por no hablar del cambio entre generaciones. Y no hablo sólo a nivel mental, sino físico. Y, sin embargo, creo que si no fuera por los recuerdos no tendríamos demasiado interés como especie.

Titus Jones dijo...

Darwin no ha complicado las cosas sobre manera. Con lo facil que es mantener la teoría de las Sagradas Escrituras. Cuando nosotros nso cuestionamos estos temas teníamos cerca de los 20 años, ahora cualqueir mocoso te saca los colores y acaba con tu argumentación razonada.