martes, 27 de mayo de 2008

BANDERA A CUADROS

Sobre ruedas. A bordo de un AVE camino de Antequera. Guiño vital entre mi querida RENFE y los viajes de antaño, donde descubríamos camachuelos trompeteros que quizás habían cruzado en patera el Estrecho. Los ojos colorados por la mezcla de cafeína y de madrugón. Ocho y diez de la mañana. Suena el móvil. Descuelgo a una voz conocida y próxima. Mi chica me anuncia casi a bocajarro: "Ha telefoneado la doctora Villalón y ha asegurado que ya estás limpio. Enhorabuena". El tiempo se ha detenido. La sentencia me ha cogido por sorpresa, pero se me han abierto los poros de repente y he notado un caudal de aire fresco creciente inundando lo más profundo de mis entrañas. Como si de repente me hubiese despertado de la anestesia de una operación a vida o muerte, y hubiera aprendido a respirar por segunda vez. La emoción ha girado la rueda del volumen y la ha llevado al máximo mientras los segundos se hacían horas.

Reacciono. Le doy las gracias a Yolanda y cuelgo. Me tiemblan las manos. Lo asimilo completamente y me doy cuenta de que estoy rodeado por compañeros de trabajo y de viaje. Completos extraños. Reprimo los gritos que seguramente habrían inundado el coche 10 masivamente. Se habrían enterado hasta en la cabina insonorizada del conductor. Estoy con mi sonrisa de tonto y la mirada perdida, esculpida por tantos y tantos meses. Dieciseis meses. Parece mentira que haya pasado este tiempo desde aquel diagnóstico demoledor pero favorable que me hizo analizar mi vida anterior, mi presente y lo que cabía esperar del futuro. Decenas de visitas a los despachos del Servicio de Hematología, a Hospital de Día, a la cafetería, a la sala de espera de Administración, a Extracciones, a la Sala Rosa, a los lavabos, a Control de Enfermería... Me conozco el Hospital de Alcorcón como si fuese mi tercera casa. Se me olvidó durante un tiempo lo que era sufrir la caida en el gua de las Urgencias Hospitalarias. De allí no te salva ni un cinco doble con los dados. Agotador ha sido luchar contra una enfermedad que ha dado la cara a temporadas. Ora fiebre, ora calma. Ora tosiendo, ora pensando. Ora hospitalizado, ora sin salir de casa. Cuando volví a la oficina me sentí un poco extraño. Todo el mundo me preguntaba respetuoso y a la vez se apartaba, protector, para dejarme respirar. Tardé cerca de un mes y medio en hacerme un auténtico hueco laboral entre los proyectos que ya no eran los míos. Se me había olvidado cuál era mi puesto... y a los demás. Se me había hecho el cuerpo a una laxitud enfermiza. Hasta que vino la reacción y me puse a dar dentelladas. A base de pundonor, me volví a hacer oir entre las mesas de todos. Me ayudaron las canas, aunque no los galones. Pero ahora los he vuelto a coser donde estaban. La vida sigue igual... at last.



Y aquí estoy, como Fernando Alonso cruzando la línea de meta bajo la arlequinada bandera de la victoria. Loco de alegría. Haciendo la grulla o el conejillo. Ya os habréis dado cuenta de que estoy limpio. Las últimas pruebas de médula y escaner no muestran rastro de la enfermedad. El síndrome langosta es agua pasada. En nuestra próxima cita del viernes os contaré qué se siente como ciudadano del mundo de pleno derecho y enganchado a la vida. Tendréis un copazo esperándoos de mi parte, para brindar por la salud nuestra y de los nuestros, porque es un bien efímero y perecedero, más preciado que el agua.

Sospecho que os preguntaréis cuál ha sido la experiencia vivida que más recuerdo en esta etapa pasada y es difícil de dar con una sola que os pueda referir, pero quizás la entereza de los míos: la psicología inversa conmigo funciona. Para que no cunda el pánico, calma. Ante todo, calma. A veces hubiera querido arrodillarme, abrazados los dos, en el piso entarimado y pulido de mi dormitorio y llorar junto a ella, para dejar rodar esos sollozos líquidos mejillas abajo. Pero mi costilla ha tirado del desánimo común, corriendo hacia la luz. Así que no me quedaba otro remedio sino ponerle buena cara a ella, a los niños, a los problemas, al mundo. Lógica negativa. Psicología inversa. Ahora, a seguir adelante y a encarar nuevos retos. De momento, el Hofmann.

5 comentarios:

Gonso dijo...

VIVA LA DOCTORA VILLALÓN
OLE LA GENTE BUENA
AÚPA LOS TÍOS GRANDES
HURRA POR LA FAMILIA

Al final me he emocionado.
Hoy me voy a dormir más contento.

Mike Muddy dijo...

Querido Paco, eres un ejemplo para tus amigos y hoy puedo decir, sin que suene ñoño, que estoy orgulloso de ti. Gracias por tu lucha. Nos quedan muchos años por delante.

Titus Jones dijo...

No se que decir, solo darte las gracias por tu ejemplo. La enhorabuena me la doy a mi mismo por tenerte como amigo.

Tenemos el futuro por delante, disfrutemsolo todos juntos.

Y permíteme una broma, ahora que estas limpio por dentro, limpiate por fuera y elimina el rojo de la rayas y quedate solo con el blanco.

Te quiero tío.

Besos

Pepe dijo...

No se que decir... ¡Enhorabuena!, ¡ole tus huevos!, ¡ole los huevos de tu santa!. Gracias sobre todo por habernos hecho partícipes de este periodo de angustia, desde el síndrome langosta hasta la bandera a cuadros. Y ahora a currar, capullo.

yiyi dijo...

Aunque me enteré por ti en la cena quiero dejar constancia en el blog de mi alegría y felicidad por esta noticia tan esperado por mi y mi familia. Te quiero