domingo, 24 de febrero de 2008

VEINTE CARAS

Más o menos es lo que veo a diario delante de mí.
Cambian cada hora y cada año pero no dejan de ser veinte caras. El uniforme los hace parecidos pero escarbando un poco descubres veinte vidas diferentes.
Arturo acaba de llegar de otro centro. Estos cambios a mitad de curso no suelen ser buena señal. No se abre a los demás y contesta con monosílabos. Apenas se le ven los ojos escondidos detrás de un flequillo años 60.
A su lado Iñigo. Perdió a su madre en un accidente de moto. Aparentemente lo tiene superado pero ya se sabe que estas cosas no se superan nunca. En su carpeta no hay ni coches ni motos. Jesús es un mal bicho. Hace todo lo que se antoja y su madre postiza ha dimitido del cargo. El padre titular también está a punto.
Carlos es gallego. Su madre no conseguía que estudiara y lo envió a Madrid con su padre. Lleva un abrigo antiguo, azul, tipo Loden, parece un señor mayor y si te descuidas te cuenta su vida lleno de morriña.
Bárbara tiene más conchas que un galápago. Cádiz es su feudo. Estudió en Inglaterra y habla inglés perfectamente. Ha entendido bien la vida, sabe que la clave está en dominar muy bien una lengua. Según rumores la suya la maneja muy bien.
Javi y Edu son todavía unos pimpollos y les mola el rollo graffitero. Van armados con rotuladores gordos y a la que te descuidas te plantan un garabato.
Juan, Santi y Enrique son futbolistas. Muy buena gente. Lo tienen claro, el fútbol es pasajero y no hay que descuidar los estudios. Juan destaca en todo, es un chaval magnífico. El único pero que se le puede poner es que es del Atleti...pero juega en el Madrid.
Elisa es una "fashion victim". Si se confirma que tiene cerebro, será de Versace, todo lo contrario que Carlota que te habla como si estuviera en el mercadillo intentando colocarte un kilo de berenjenas.
Luis es un artista, Samu un técnico, Alberto un soñador, pero no en el sentido poético, si no literal, está todo el día dormido. Roberto, Nacho y Jaime son unos cabrones. Y no es insulto. Es diagnóstico.
Samantha, Jin, Nazrim. O lo que es lo mismo, Canadá, Corea y Azerbayán. Samantha se defiende bien en español, Nazrim es una incógnita pues no ha abierto la boca desde que llegó en septiembre y Jin acaba de llegar. No entiende una jodía palabra pero se rie siempre y eso es de agradecer.
No todos los nombres son los reales. Sus historias si.
Los veo todos los días y mientras intento enseñarles algo acabo aprendiendo de ellos.
Quid pro quo.
Estaba un poco en deuda con mis alumnos , siempre echando pestes de ellos pero ya véis que escarbando un poco se descubren muchas cosas.
Son algo más que veinte caras.

3 comentarios:

PacMan dijo...

Veinte es un número asequible para conocer las historias de los que tienes al otro lado cuando diriges un proyecto de enseñanza de un año. No he tenido siempre tanta suerte ni en el cole ni en la universidad cuando era enseñado, así que aprovecha ese número. Y también aprovecha la mezcla que ahora aportan los provenientes de otros continentes para aprehender de ellos su punto de vista. Si tu tarea es ardua, igual de enriquecedora puede ser (a no ser que sea como el principio de "Rebelión en las aulas"). Ánimo, que lo necesitarás.

Mike Muddy dijo...

Veinte más veinte más veinte... ¿Cuántos rostros, cuántas historias recuerdas de tus años de maestro? ¿Sigues la pista a alguno de tus alumnos? En mi trabajo te quedas con contactos, pero otras personas pasan al olvido al día siguiente de escribir sus historias. La vida no da tregua.

Gonso dijo...

Pocas pistas.
De vez en cuando vienen a visitarnos algunos. Hay un recién creado club de antiguos alumnos que van a organizar una reunión con los profes. Veremos.
Nos llegan noticias de vez en cuando, algunas buenas, otras no.