Atrás quedan ya las vacaciones navideñas, que a parte de fríos, hielos y nieves, arrojaron un balance extremadamente positivo en el aumento de peso y en el perímetro abdominal. Yo soy de los que, de alguna manera, comienza el año en septiembre y se fija objetivos que impepinablemente repite al año siguiente por no haber logrado cumplir con lo pretendido.
Los de septiembre tenemos luego el reenganche de enero para renovar los votos o mandarlos a la mierda definitivamente. Y aquí estoy. Desde hace ya mucho tiempo me propongo hacer más deporte, y por una razón, vaguería principalmente, o por otra, flaqueza de voluntad, no acabo de concretar.
Es verdad que allá por el mes de octubre estuve a punto de ir a un gimnasio pero todo quedó en amago. Y no sólo por mi culpa. El caso es que llamaron de un "fitness centre" local proponiéndome que visitara las instalaciones, ya que había sido elegido (?) candidato a disfrutar de unas condiciones irrechazables. Y allá que fui.
En la recepción me indicaron que esperara a que me atendiera un comercial y mientras lo hacía no paraba de ver gente entrando y saliendo. Cada vez que se abría la puerta del templo del cuerpo salía un Chunda Chunda estruendoso. Aquello parecía una sesión de DJ Crazy apoyada por los gritos histéricos de una monitora de voz chillona que repetía "... y una, y dos ¡Arriba! ... y una y dos ¡Arriba! ..." Ya en ese punto torcí el morro.
Apareció por fin la comercial. Una aprendiz de pija neumática un poco apaletada; un típico producto de gimnasio que se abalanzó a besarme y me tuteó desde el principio. Seguí torciendo el morro.
Me llevó a ver las instalaciones y me fue explicando los distintos aparatos que allí se encontraban. El chunda chunda se fue atenuando conforme nos alejábamos de la sala de aerobic y se me ocurrió comentar lo alto que tenían la música. "Es que esa monitora está loca"
La definición me dejó un poco perplejo, hice la seña de duples y seguimos con el reconocimiento de una sala llena de cintas para correr, que desprendía un olor a ñu recién cruzado el Okavango, imposible de disimular. Puse una cara de asco, que tampoco pude disimular, y la tipa me pilló pero no dijo nada.
En la sala de musculación, dos geypermanes, un madelman y un big Jim levantaban unas pesas enormes mientras que un monitor de 2x2 gritaba para animar al personal. Acojonaba un poco y la chica para arreglarlo me comentó que ese monitor era un poco bruto. Una loca y un bruto. Vamos bien.
Llegamos a la sala de spinning donde otro tio dirigía desde su bici estática una clase, a un ritmo que nadie podía seguir y allí estaba todo el mundo echando el bofe. "Este es Juan Ramón, es una bestia..." La loca, el bruto y el bestia. Lo que todo el mundo necesita para hacerse guiar.
Dejamos a la bestia de Juan Ramón martirizando a su pelotón estático y pasamos a los vestuarios donde el olor a reno me revolvió las tripas. Creo que fue en ese momento en el que tomé la decisión de seguir oxidándome en casa antes que convertirme al culto al cuerpo sudoroso, oloroso y sordo.
Terminado el tour me disponía a salir huyendo del local cuando Lady Pectorales me invitó a sentarme para presentarme la oferta irrechazable. Como digo, ya estaba decidido a rechazarla, a no ser que las condiciones incluyeran que unas walquirias me enjabonaran en la ducha y algún que otro trabajito más. Y si no, ya le podían dar chunda chunda al "fitness centre" otra temporadita.
Comenzó la entrevista con un ridículo cuestionario sobre salud y hábitos tan innecesario como estúpido, pues ella rellenaba mecánicamente su papel con cruces y yo respondía sin prestar mucha atención. En esto me soltó de sopetón: "¿Tú eres de los que tomas tus propias decisiones?" What? "¿Perdón?" La tipa repitió la pregunta maliciosamente y enseguida reconocí la técnica/trampa. A eso no puedes decir que no, aunque tu santa se empeñe en que sea que no. Si dices que sí, no tienes que ir a casa a consultarlo con nadie y puedes firmar allí mismo. Por supuesto que dije que sí, pensando en qué diría Pilar, eso sí, y la tia de inmediato me habló de pasta. 530 aurelios de una vez para ser socio durante 2 años. Me entró la risa floja.
Ante mi reacción por su oferta irrechazable Miss Biceps no paraba de ensalzar las ventajas de ahorro y la inversión en salud. Intenté argumentar que no podía comprometerme a nada durante 2 años, y menos pagar 530 pavos, por algo que a lo mejor me duraba dos semanas. El contraataque de vendedora fue feroz, casi apabullante, diciendo poco más o menos que había que ser muy idiota para rechazar semejante regalo. Las walquirias enjabonadoras se desvanecieron y me piré de allí con el desprecio por despedida de Lady Muscle. Que no me volvió a besar.
Ya en la calle decidí comprarme una bicicleta.
Que ya os contaré.
4 comentarios:
Si no lo leo, no lo creo. Descojoneibol, como siempre, maese Gonso. Insuperable anecdota que nos acerca al proceloso mundillo del marketing más agresivo. Estoy harto de rechazar premios de sorteos a los que no me apunto y ofertas adeselianas de operadoras de allende los mares. Muy bueno lo de los geypermanes, el madelman y el big Jim. Lo dicho: insuperable.
Excelente crónica que me ha alegrado la plomiza tarde de cierre...
Voy al gimnasio (de forma irregular desde hace años) y nada de lo que cuentas me resulta ajeno. Hoy me he reincorporado después del parón navideño y aquello estaba de bote en bote, y eso que no voy a hora punta. Luego he visto un reportajillo en la tele donde decían que en enero hay una afluencia de público en estos antros superior en un 40 por 100 a la media del año. A las pocas semanas la mayoría olvida los buenos propósitos y regresa a la molicie.
Otro temita, ya que abres el año con semejante munición:
¿Cuándo tenemos que enviarte por correo las votaciones de los Charly?
¿Cuándo es la gala? Postea al respecto.
Gonso, no eres tipo de gimnasio, al menos de ese tipo de gimnasios. Comprate unas zapatillas y bajate a correr, que lo tienes a huevo en donde vives.
A la de los biceps que la den, ya encontrará a otros incautos/as que piensen que sólo por ingresar los 530 € empiezan a marcarse los músculos.
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