domingo, 17 de enero de 2010

LAS NUEVAS AVENTURAS DE RINTINTIN


Viernes noche, a los guerreros les toca tomarse un respiro. Cena en familia a base de pizza viendo una peli. Es el plan perfecto que, semana tras semana, sirve de colofón a cinco días frenéticos donde faltan horas para hacer tantas cosas como uno se propone. Mañana será otro día, también habrá que madrugar y hacer juegos malabares para culminar con éxito la gymkhana de llegar a tiempo a los partidos de fútbol y baloncesto de los niños y con suerte poder ver al menos uno de ellos. Pero eso será mañana, ahora a relajarse y disfrutar.

La mesa baja frente a la tele ya está preparada. Platos, vasos, servilletas, pizza, agua para los jóvenes y cerveza para los mayores. Todos estamos preparados para empezar, sentados de manera informal, en el suelo, en el sofá, en las sillitas de Ikea que compramos cuando empezó a haber pitufos en casa. También están dispuestos los mandos de la televisión, el TDT, el video, el DVD y el teléfono inalámbrico por si llaman. Todo un arsenal de posibilidades al que se añade el mando del disco duro multimedia de 500 gigas en donde hay grabadas un porrón de películas que, diferentes piratas sin pata de palo ni loro, me han ido pasando de un tiempo a esta parte. También éste está encendido y a disposición de ser usado. Sólo toca elegir la peli.

La labor no es sencilla. Poner de acuerdo a cuatro personas es complicado máxime cuando prácticamente todas las infantiles, las que se emiten en esta franja horaria, han sido vistas por todos incluso varias veces. Pero hoy la decisión para mí está clara, un título no habitual llama mi atención: Las nuevas aventuras de Rintintin. Hace poco que Titus me la grabó, un día que le dejé el disco duro para que nos inyectase sangre fresca.

"Rintintin es mito de mi infancia, un pastor alemán inteligentísimo del Séptimo de Caballería que daba caña a los malos a base de bien", digo. Y es cierto, con frecuencia sigo diciendo, con tono cariñoso eso si, aquello de "eres más perro que Rintintín". La elección está justificada y el resto de la familia acepta la propuesta, sobre todos los niños a quien que el protagonista sea un bicho de cuatro patas les convence plenamente. Reconozco que me pica la curiosidad y que me apetece ver la peli.

Pero para picor de verdad, el de la protagonista de la cinta. Unos títulos en alemán sospechosos dan paso y a bocajarro a una escena en la que, una mujer desnuda de unos cincuenta y tantos años con un tatuaje siniestro en su teta derecha, masajea con violencia un clítoris ubicado en un coño más que dado de sí. Perro lo que se dice perro, no hay. Lo único que guarda cierta relación con el reino animal es el conejo que llena la pantalla, rasurado y vomitivo, en las antípodas de mitos infantiles como Tambor.

La pizza se me cae de las manos y mi mujer convulsiona. Agarro los mandos sin saber cual debo utilizar, el del disco duro, el de la tele, quizás el del TDT por aquello de que comparten señal. ¡Joder, si cada uno tiene más de cincuenta botones!. Entretanto, Rintintina sigue castigándose sus zonas pudendas sin compasión y unos primeros planos de un rostro desencajado por el placer, aceleran las pulsaciones de papá y mamá por encima de niveles compatibles con la vida. Los niños ni pestañean. Pasan tres o cuatro segundos eternos que finalizan cuando me abalanzo sobre el televisor y lo apago a lo bestia, pulsando el interruptor que en un momento de lucidez recuerdo donde se encuentra.

Silencio en la sala… "¿Cómo ha podido salir esa señora en pelotas?", pregunto intentado desviar el foco de la trabajada zona genital a la actriz en todo su conjunto. El rubio pone la guinda y la reflexión ingenua que a mi santa y a mi nos tranquiliza: ¡Que gracia, una señora en pelotas rascándose las tetas y la “vulviglia”! dice con su natural gracejo. ¡Menudo crack! La morena en cambio no abre la boca. Peligro. De todas formas no parece que sea el momento de comentar la jugada, mejor buscar una peli que ya hayamos visto y cuantas más veces mejor.

Una vez los niños se han acostado es el momento de que los mayores hablemos del asunto. Ha habido suerte pues la señora de la “vulviglia”, según avanza la cinta entra en acción con unos cuantos tipos tan lamentables como ella a los que limpia convenientemente el sable antes de ser penetrada simultáneamente por todos los orificios imaginables de su anatomía. Estos deben ser los del Séptimo de Caballería. Menos mal que los niños sólo presenciaron el calentamiento. Ignoro si Rintintín apareció más adelante para dejar su impronta. Sólo por mantener vivo su recuerdo en mi memoria, prefiero desterrar de mi cabeza esa posibilidad.

Moraleja: cuiadadín con las pelis que te pasan por ahí. Nunca se sabe cuando salta la “liebre” y donde pueden acabar los héroes de la infancia. No se que respuesta darán mis hijos cuando oigan hablar del mito paterno de Rintintin. De momento, mejor no preguntar.

4 comentarios:

PacMan dijo...

Cae otro mito del pasado. Más que caer se desploma... ¿No se puede caer más bajo? Después de "Blancanieves y los siete enanitos viciosos" no había oído algo tan tremendo.

Demasiada información en la era de la información. Quizás debamos volver al VHS y a las cintas de casete.

gonso dijo...

Pecaste de pardillo, querido Pepe.
El primer mandamiento de la ley del descargador de películas-de-no se-sabe-dónde es el de no fiarse del título de lo que estás bajando y hacer una previsualización rápida para que no te den gato por liebre, o como en este caso conejo por perro.

Más o menos todos los iniciados en la piratería fílmica hemos tenido algún desencuentro con rintintín. Hay mucho HdeP suelto. La solución, como ya te he dicho, es comprobar la presunta peli de Bambi sea de un cervatillo y no de una pantera y never ever hacer el estreno con la family delante.

¿Os vísteis luego la peli? ¿Qué tal era?

Mike Muddy dijo...

Una curiosidad: ¿Qué tiene que decir Titus al respecto? ¿No fue él quien os pasó la peli pirateada?

El otro día nos sucedió algo parecido. Estaban las niñas con los abuelos viendo Shreck en vídeo (sí, aún existen los vídeos) y, al acabar los títulos de crédito, empezó una porno. Explicación: la peli nos la grabó Escuer en el Plus y dejó que se acabara la cinta sin darse cuenta de lo que venía después. Lo juro. La cinta lleva en casa no sé cuántos años, pero el diablo cargó el arma en ese momento. La escena que siguió con mis suegros tratando de parar el reproductor es parecida a la que describe Pepe. Lo peor es que ahora me señalan con el dedo acusador...

yiyi dijo...

¡Qué marrón!, me acuerdo cuando nos pilló el padre de Gonzo viendo una porno y en un arranque de reflejos pasamos a ver una de Disni
Su padre debió pensar que éramos gilipollas y la cara que puso debió ser similar a la vuestra cuando visteis a la señora rascándose las tetas