Llevo años entre triste e indignado. Triste porque los principios ecologistas que me inculcaban mis profesores de Ciencias Naturales del Perelló -el Mufi, el Candelas- cuando estudiaba en los 70 se han desvirtuado de tanto ser cacareados vacuamente. Indignado porque en estos últimos años se han utilizado dichos principios por políticos y empresarios cuyas razones distan de ser puras: las han utilizado como trampolín para propósitos de lo más mundano. Ganar votos, ganar dinero, tanto da.
En los años 60, el aparato propagandístico del Estado amplificaba las bondades de los "Planes de Desarrollo": tiempos de salir del estancamiento nacional a base de pantanos y fábricas de Seat 600. En los años 80 había que ponerse "al loro" y potenciar la movida, ya que nos encontrábamos instalados en pleno estado del bienestar. Algo después, a finales del siglo pasado, se instauraba entre nosotros una ideología basada en la búsqueda de la eficiencia energética, la economía sostenible y el equilibrio con el medio ambiente. El protocolo de Kioto se firmó a finales de 1997. Han pasado nada más y nada menos que 12 años.
En este tiempo, personalmente os puedo decir que mis instalaciones las proyecto con cables libres de PVC, porque el cloro se carga el ozono. Hemos desterrado la uralita, el amianto y la lana de roca por ser cancerígenos. Ya no se me ocurre colocar pararrayos radiactivos. Los tubos fluorescentes han bajado de tamaño y de potencia, aunque han subido de precio. Nos obligan a estudiar si podemos iluminar grandes superficies con LEDs. Hacemos huertos solares, que rellenan hectáreas de lo que antes eran olivares, por superficies de silicio policristalino. Cada pocos años, los refrigerantes empleados en nuestras instalaciones frigoríficas -como el Amoniaco-y los gases que empleamos en extinción de incendios -como el Halón- cambian al descubrirse su toxicidad o su efecto invernadero. Puedo seguir hasta el infinito. Os lo juro.
En la actualidad, el Gobierno pretende impulsar su "Ley de Economía Sostenible", que para no aburrir en demasía se resume en una serie de principios variopintos:
1.- Bajar los impuestos a las empresas que realicen actividades de I+D.
2.- Favorecer a quienes fomenten la estabilidad en el empleo, la igualdad de oportunidades y la cohesión social.
3.- Regular la compraventa de derechos de emisión de gases de efecto invernadero y las reformas de eficiencia energética sobre locales y edificios.
4.- Potenciar los planes privados de pensiones.
Yo no digo que esta ley sea demagógica, como ya han calificado algunos. O un cúmulo de despropósitos sin un hilo conductor común. Pero sí se me antoja subjetiva en sí misma, y de difícil control en la práctica. ¿Cómo se valora si una empresa invierte lo suficiente en I+D? ¿O si establece suficientes puentes de comunicación entre jefes y empleados? ¿Colocar 2 paneles solares en el tejado convierte a dicha empresa en suficientemente eficiente? ¿Debemos entrar en el juego de YO TE COMPRO TUS DERECHOS DE EMISIÓN DE CO2 Y ASÏ PUEDO SEGUIR CONTAMINANDO? No es mi intención criticar por criticar. Sólo reflexionar y llamar a vuestra reflexión. La ecología es necesaria. El planeta necesita de nuestra acción. El ecologismo debe estar en nuestro horizonte. Pero el ecologismo propagandístico se ha apoderado de nosotros y somos como la gallina sin cabeza: ya no sabemos dónde vamos. Estoy harto de cambios de imagen de empresas "a verde" que te prometen que la energía que venden -más cara, eso sí- está producida íntegramente en plantas respetuosas con el medio ambiente. O de que los automóviles emiten un 24% menos de CO2. Si dejamos todos de respirar también bajamos el CO2 que emitimos a la atmósfera, no te jode. Estoy harto de medidas locales, autonómicas y gubernamentales firmadas por individuos que no distinguen el ozono del oxígeno ni el CO2 del CO. Menos papanatismo y más seriedad en este campo, por favor. No os creáis todo lo que oís o leéis. Pensad por vosotros mismos y preguntad antes de emitir juicios.
Ale, ya lo he dicho. Ahora váis y lo cascáis.
1.- Bajar los impuestos a las empresas que realicen actividades de I+D.
2.- Favorecer a quienes fomenten la estabilidad en el empleo, la igualdad de oportunidades y la cohesión social.
3.- Regular la compraventa de derechos de emisión de gases de efecto invernadero y las reformas de eficiencia energética sobre locales y edificios.
4.- Potenciar los planes privados de pensiones.
Yo no digo que esta ley sea demagógica, como ya han calificado algunos. O un cúmulo de despropósitos sin un hilo conductor común. Pero sí se me antoja subjetiva en sí misma, y de difícil control en la práctica. ¿Cómo se valora si una empresa invierte lo suficiente en I+D? ¿O si establece suficientes puentes de comunicación entre jefes y empleados? ¿Colocar 2 paneles solares en el tejado convierte a dicha empresa en suficientemente eficiente? ¿Debemos entrar en el juego de YO TE COMPRO TUS DERECHOS DE EMISIÓN DE CO2 Y ASÏ PUEDO SEGUIR CONTAMINANDO? No es mi intención criticar por criticar. Sólo reflexionar y llamar a vuestra reflexión. La ecología es necesaria. El planeta necesita de nuestra acción. El ecologismo debe estar en nuestro horizonte. Pero el ecologismo propagandístico se ha apoderado de nosotros y somos como la gallina sin cabeza: ya no sabemos dónde vamos. Estoy harto de cambios de imagen de empresas "a verde" que te prometen que la energía que venden -más cara, eso sí- está producida íntegramente en plantas respetuosas con el medio ambiente. O de que los automóviles emiten un 24% menos de CO2. Si dejamos todos de respirar también bajamos el CO2 que emitimos a la atmósfera, no te jode. Estoy harto de medidas locales, autonómicas y gubernamentales firmadas por individuos que no distinguen el ozono del oxígeno ni el CO2 del CO. Menos papanatismo y más seriedad en este campo, por favor. No os creáis todo lo que oís o leéis. Pensad por vosotros mismos y preguntad antes de emitir juicios.
Ale, ya lo he dicho. Ahora váis y lo cascáis.
3 comentarios:
Estás duro Pacman, por supuesto que hay que ser crítico con la demagogia ecologista, pero sin esos románticos ecologetas del siglo pasado muchos de los cambios que nos cuentas no se habrían producido. La presión debe existir, y es muy importante la información y la formación del ciudadano de a pie y esta muchas veces corre de parte de la sociedad civil y los movimientos ciudadanos que no tienen nada que ver con los gobiernos y las empresas contaminantes
Los pedos de las vacas son peligrosísimos...
Ley de economía sostenible, o cómo entretener al personal mientras avanzamos hacia los cinco millones de parados.
Publicar un comentario