No vengo al blog a hablar de esto, vengo a hablar de José Tomás, el que dicen es el nuevo mito viviente del toreo. Dicen los que saben que es un semidios porque es capaz de pisar terrenos donde no pisa nadie, aquellos en los que se escucha el silbido de los pitones al cortar el aire y las babas del toro te nublan la vista. Otros que también saben dicen que es un personaje siniestro con tendencias cuasi suicidas. En lo que va del mes de Junio ha toreado dos veces en Las Ventas llevándose cuatro y tres orejas respectivamente a lo que hay que sumar las cuatro cogidas de la segunda tarde. En un barrio tan próximo a la plaza de toros es difícil no oír algún comentario de barra de bar sobre la figura del diestro de Galapagar, como diría Matías Prats senior.
Dicen otros que también dicen saber, que José Tomás no quiere otra cosa que le mate un toro una tarde cualquiera y que de esta manera pase a convertirse en un mito eterno de la talla de Manolete, Joselito o Belmonte. Y esto es lo que me espeluzna de este tío, la frialdad con la que cada tarde se encierra con dos morlacos, arrimándose hasta que el propio toro decide apartarse, hilando pases de maestro hasta que un certero pitón lo pasaporte definitivamente. Sólo este morbo hace que haya hostias por conseguir una entrada para verle torear y que cada tarde que vive para contarlo sea de profunda turbación para los sobrecogidos espectadores que llegan incluso a manifestar haber estado al borde del paroxismo colectivo.
Members, yo no salgo de mi asombro. Si lo de los toros ya me parece un horror, que encima un tío esté dispuesto a jugar todas las tardes a la ruleta rusa de esta manera delante de veinticinco mil personas me parece simplemente desquiciante. Y todo esto en pleno siglo XXI. No veo demasiadas diferencias con la época del circo romano en el que los gladiadores debían matar para no morir ante el delirio del pueblo.
Probablemente el género humano no haya progresado desde entonces tanto como nos creemos.
2 comentarios:
Suscribo tu post al 100 x 100. Para colmo, me toca padecer la moda JT editando los reportajes que le dedicamos a este tipo en el periódico. No quiero ni pensar los ríos de tinta que correrán cuando corran los ríos de sangre. Me encanta ese verbo, pasaportar (que por cierto es correcto).
Yo también coincido.
Esto del toro patina con el siglo XXI, con la modernidad europea y con tantas cosas. Es algo antiguo que tiene más que ver con lo atávico, legendario, la lucha del hombre y la bestia y patatín.
Lo de JT parece que es la crónica de una muerte anunciada.
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