domingo, 8 de marzo de 2009

WORKAHÓLICO

Malos tiempos corren para el mercado laboral. Hable con quien hables, oigas lo que oigas, veas lo veas, todo tiene un hilo conductor….la crisis económica. La situación es complicada para todos, unos porque van mal los periódicos, otros porque no hay obras nuevas, en fin, estamos en una situación límite y parece que la cosa va para largo.
En el caso de trabajar en una empresa pequeña y familiar en la que ejerces el papel de jefe (con permiso del Pepe), hace que te replantees estrategias empresariales con mayor o menor acierto para evitar la crisis. Lo único que es verdad de todo esto es que nos estamos matando a trabajar y esperamos salir adelante. De las 24 horas del día estas pensando en el trabajo casi todas, incluso sueñas con el trabajo, tienes hasta menos ganas de ejercer el matrimonio, todo en casa te molesta, en fin, mal rollito en general y mucha tensión. Te sientes incomprendido y solo (menos mal que está el Pepe).




Se puede decir que soy un auténtico workahólico. ¿Qué significa? La definición es: “persona a quien le gusta, ama y es adicta al trabajo”. No es mi caso, a mi el trabajo me gusta pero tanto como amarlo me parece demasiado. Ser un workaholico produce algunas formas de estrés, y desórdenes de personalidad obsesivos-compulsivos, así que ojito. Me veo al borde del abismo.
Como ejemplo lo que me pasó el pasado miércoles en Barcelona. Mi vuelo con Vueling (hay que ahorrar) salía a las 20:00. Llegue al aeropuerto tranquilamente y después de pasar el control de acceso todavía me sobraba una horita, así que me senté próximo a la puerta de embarque y encendí mi ordenador para mandar unos mails urgentes. Recibí alguna llamada telefónica que otra con algún fuego, algún que otro mail más……y cuando me di cuenta había pasado una hora desde que senté. Levanté la vista y vi que en mi puerta de embarque asignada ponía “última llamada” y allí no había nada más que una persona de Vueling. Salí corriendo y la Srta. con cierta sorna me dijo: “Caballero, el avión ha salido hace 5 minutos”. Me quedé bloqueado y sinceramente me di pena. Me apoye en el mostrador y me dije: “esto es una locura”. Me había levantado a las 5:30 para coger el avión de las 6:45. Estaba agotado, más psicológicamente que físicamente.
¿Cómo encontrar el equilibrio entre lo laboral y lo profesional en tiempos de crisis? Difícil pero es necesario hacerlo. No vivo para trabajar, trabajo para vivir….pero ¿Cómo hacerlo?

4 comentarios:

PacMan dijo...

Estamos jodidos. Ya sea por estar empleados o por ser nuestros propios jefes. Lo que necesitamos todos es que nos jubilen pronto. Aunque, al paso que van las generaciones que vienen, con sus pocas ganas de trabajar, estamos jodidos. Lo que yo decía.

gonso dijo...

Supongo que no hay receta ni varita mágica.
Quizá los consejos facilones de tomarse las cosas con calma, respirar hondo, saludar al sol, hacer ejercicio, comer poco, beber poco, follar más y todas esas cosas que no hacemos porque no hay manera.
Puede que lo de plantearse objetivos como tú haces pueda venir bien si te lo tomas en serio. Pregúntale a Pepe que en eso es un as. Lo que se propone lo hace.

Mike Muddy dijo...

Límites de lunes a viernes y desconexión total el fin de semana. No se me ocurre otra cosa. Y tener muy claro que la salud está por encima del trabajo. Aunque los pequeños empresarios lo tenéis más jodido. A nuestra generación le ha tocado vivir esta crisis, pero visto con la perspectiva de nuestros padres y (sobre todo) de nuestros abuelos no deberíamos quejarnos tanto. Saldremos adelante.

Pepe dijo...

En momentos de estos hay que pensar que lo que no nos mata nos hace más fuertes. Paradójicamente, en una época de crisis como esta a nosotros nos sale el trabajo por las orejas, porque nos propusimos ir a saco a por las oportunidades que toda coyuntura de estas ofrece, ya que siempre se lleva por delante a algunos que dejan via libre para los que aguantamos el tirón. La verdad es que de momento las cosas apuntan bien, pero es cierto que a costa de no dejar de pensar en ningún momento en el curro, ni siquiera cuando duermes como dice Titus. Confiemos en que vendrán tiempos mejores.