lunes, 23 de marzo de 2009

LA FRACTURA

No he presenciado más procesiones interiores en mi vida. Diréis: ¡Venga ya! ¿Qué eres, una especie de "mentalista"? Claro que no, pero si en una redacción de un periódico, que es lo más parecido a una reunión de porteras, se corta el silencio, es que la peña está rumiando algo. En este caso, su desgracia y la del prójimo. Las miradas se cruzan y se desvían a gran velocidad. En los pasillos resuena Radio Macuto y se especula sobre quién está en la lista negra. Se sabe que el suplemento de ocio de los viernes está condenado. Sus redactores dicen, vale, que se lo carguen, pero nosotros no tenemos por qué hundirnos con el barco. Hay jefes implicados en la criba, como no podía ser de otra forma, con el discurso oficial de que sobra gente, y la tropa los mira con desconfianza. En las reuniones y asambleas se han escuchado fuertes descalificaciones. "Y tú más". Aumenta el trasiego hacia el despacho de la jefa de Recursos Humanos para pedir árnica, pero se acabó el buen rollo, el ERE es como un día del juicio final donde buenos, malos y mediopensionistas dependen de si forman parte de un lobby o no, de si cobran esto o lo otro, de si han cruzado la cincuentena o, simplemente, de una moneda arrojada al aire, porque aquí ni un premio Pulitzer las tiene todas consigo. La de periodista no es la profesión más solidaria del mundo, pero en ABC se ha hecho piña cuando pintaban bastos. Eso se acabó. A pesar de los llamamientos para estar unidos la fractura es evidente. Se trata de sobrevivir. Y para que eso ocurra otros deben palmarla.

3 comentarios:

PacMan dijo...

Lamento leer día tras día el deterioro que se produce en esa masa de buenos profesionales. Quiero creer que, hasta que llegue Armagedón habrá tiempo suficiente de reflexionar acerca del modelo -o modelos- que se quiere para el futuro a medio y largo plazo del medio. Es siempre mejor la cosecha inmediatamente después del barbecho. Ya me entiendes.

Titus Jones dijo...

Es la condición humana...maricón el último

gonso dijo...

Cuando el barco peligra todo el mundo corre hacia los botes y le pisa el cuello a las mujeres y los niños. Da pena pero es así. Ánimo.