A paso ágil sigo el trayecto que va desde el aparcamiento al portal de mi oficina como tantos otros días. De repente, el mundo se apaga. Son las 7:42 de la mañana y no sé debido a qué conjunción horaria del alumbrado público de la ciudad, se han apagado las farolas de golpe. Acechan las sombras a mi alrededor, dueñas de esta madrugada fría de mediados de marzo. ¡Menudo invierno nos ha caído esta vez! Mis pies siguen el compás: uno, dos, uno, dos...
Y entonces le veo. Me mira desde una forma aplastada, más bien despanzurrada. Un edredón color caqui más que neutro. Una mirada mantenida. No me reta. Sólo me examina desde la distancia. Es aquel "home-less" que me ha provocado curiosidad. Esta vez le aguanto la mirada. Pulso embarazoso. Cara marcada por mil arrugas, tez morena de soles, barba larga y arrojada al desdén, ojos lechosos. Esta vez está medio incorporado junto a otros seis compañeros de infortunio. Aquellos que se emborrachan con garrafón de tres perras. O los que temprano se dirigen al albergue, a confiar en que las monjas no les hayan dado su parte a otros, antes de que ellos lleguen. Siete vidas bajo una marquesina, junto a todas las pertenencias que les quedan atadas con cuerdas. Pasando frío, cuando no mojados por la lluvia de Madrid. Sabe Dios qué pasará por su cabeza en esta ocasión.
Puede que una serie de catastróficas desdichas hayan dado con sus huesos en el duro pavimento urbano, desde algún confortable despacho de abogados. Puede ser. Quizás sean músicos. Músicos de cámara. Puede que la providencia les haya unido a todos en una sinfonía aún desafinada, esperando su turno para ser oída. Quizá su hogar quedó trás la frontera de algún país de nombre impronunciable. Puede que alguno fuera matasanos y no acertara a separar placer y trabajo. Puede que todos ellos tuvieran un futuro, con hijos, con suegras, con facturas. Si no fuera por esta maldita crisis. Algún día me gustaría preguntarle a este ciudadano del mundo... Algún día.
4 comentarios:
Y luego hay gente que se queja de los ERES...
Es asombroso que estas escenas puedan verse en España en 2009.
No te pongas en lo peor, Mike. Los de nuestra generación hemos pasado al menos una gran crisis -la del 93- y seguimos metidos en la pelea, con algún que otro zarpazo. Los ERES de hoy nos parecerán una batallita el día de mañana. Piensa en positivo. A lo mejor hoy no le duele la cabeza...
Pues si, a mí también me parece increible que ocurra en pleno siglo diecinueve.
Según mi señora, que sabe un rato muchos homeless esconden detrás una patología psiquiatrica que hace esten comodos con esas condiciones de vida ya que otras no la soportarían. Verdad o mentira, pero es lo que me cuentan
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