"Estos son un alemán, un griego, un israelí y un español que trabajan en una misma empresa de ámbito europeo, y quedan para reunirse por videoconferencia a las 8 de la mañana de un lunes de primavera."
Parece sacado de un chiste, pero no. Ojo al dato. El alemán, el griego y el israelí se levantan a las 6:30 A.M., llegan a la oficina a las 7:45, se sirven una taza de café, miran el reloj y ven que han hecho bien madrugando un poco, porque aún tienen tiempo de hojear la prensa del día antes de que dé comienzo la videoconferencia. A las 8:00 A.M. se conectan y ven que el español aún no ha llegado. Entonces deciden esperarle. A las 8:15 A.M. el griego piensa que, aunque pasa un cuarto de hora del tiempo, eso le da oportunidad de leer cómo fue el empate de Grecia con Israel y se recrea en la derrota de Turquía en el Bernabéu. Pero el alemán y el israelita se están enfadando... Malditos españoles, panda de vagos, siempre igual, no son serios. El despertador del español debía haber sonado a las 6:30 A.M., pero se le olvidó que había cambiado la hora ese finde. Una hora más tarde, nuestro héroe dio un salto de la cama y recordó al alimón su cita y el dichoso cambio de hora. Así que se vistió como pudo; salió de su casa poniéndose los zapatos; se afeitó dentro del coche, aprovechando los semáforos; subió las escaleras hasta su oficina corriendo y atropellando a la mujer de la limpieza y a las 8:20 A.M, por fin, le vemos conectándose por videoconferencia y pidiendo perdón efusivamente al resto de sus colegas. El alemán y el israelita no ocultan su indignación. La videoconferencia se presenta tensa y, ciertamente, poco amistosa.
No es justo. No tiene ningún mérito levantarse a las 6:00 A.M. en Tel Aviv, y sí lo tiene hacer lo correspondiente en Madrid o en Sevilla. La pura verdad es que el español si se hubiera levantado cuando sonó el despertador, habría madrugado tres horas más que sus colegas. Si consideramos la hora solar real, atendiendo a la latitud y longitud del lugar de residencia de cada uno de los otros, y si consideramos que es cierto que éstos se habían levantado a las 6:30 A.M., a nuestro amigo español le estaban pidiendo que se levantase ¡a las 3:30 A.M. Y eso que no es una hora muy sorprendente para levantarse en España. Fijáos: si consideramos los ritmos diarios que rigen los ciclos de sueño-vigilia de nuestro organismo, que a su vez vienen determinados por la concentración en sangre de una hormona que incita somnolencia -llamada melatonina- y cuya producción se inhibe por una señal que responde a la incidencia de los rayos de luz sobre nuestra retina, para el teutón, el heleno y el israelí ya es de día, pero para nuestro paisano aún es de noche... y bien de noche. Para que luego nos tachen de vagos...
Ignoro las razones por las que nuestro horario de otoño-invierno se equipara al de los alemanes o incluso al de los polacos, pero lo peor es que, además de sufrir los desajustes que supone la diferencia horaria natural, en verano agravamos este hecho voluntariamente añadiendo a nuestro reloj una hora extra -como acabamos de hacer el finde adelantando el reloj en primavera-, con lo que igualamos el horario de griegos e israelíes y a mi juicio sólo nos perjudicamos nosotros mismos. España debería reconsiderar lo de incluirse en el huso horario GMT+1, que en verano en realidad es GMT+2. En lugar de eso nos convendría incluirnos en el huso GMT -el de Greenwich-, lo que nos dejaría en la misma franja horaria que a Gran Bretaña, Portugal o Canarias, que es lo que nos corresponde geográficamente. O, como mínimo, no deberíamos efectuar el cambio de horario de verano, ya que el ahorro de energía que esto supone para nuestro país es mínimo o nulo, ya que somos un país trasnochador que enciende aparatos y alumbrado por la noche, no por la mañana, aparte de que en verano el trasnochar tiene sus ventajas adicionales en las regiones donde la canícula aprieta con mayor insistencia, y muchos países, como los que he citado excepto Alemania, no realizan esta práctica del ajuste del horario de verano.
Sí, es cierto que hay una directiva europea que recomienda adelantar la hora en verano y retrasarla en invierno para ahorrar energía, pero también es cierto que algunos países han decidido no hacerlo y que además en España no se consigue ahorrar energía mediante esta práctica. Y más cierto es, todavía, que el cambio de horario afecta negativamente a muchas personas, sobre todo a ancianos y niños provocándoles algo así como un jet-lag. No es sano tanto guirigay de horas arriba y abajo. Aparte de que no se puede adelantar una hora el reloj digital de mi coche sin darle 23 veces con la punta de un bolígrafo a un chirimbolo ciertamente diminuto, lo que resulta extremadamente incómodo y enojoso. Y eso no es un chiste...
2 comentarios:
Qué más da adelantar o atrasar una hora la llegada del Juicio Final... :-)
Cuando por fin termino de ajustar mi reloj biológico con el oficial me lo cambian y ya estoy jodido de nuevo. Sobre todo este cambio de verano que se me atraganta siempre.
La cantidad de relojes que hay en las casa y que hay que retocar, leche.
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