El efecto Doppler es uno de los fenómenos físicos más celebrados por los científicos: suele captar la atención a la primera, hasta por los de letras. Es la explicación razonada del cambio de frecuencia del sonido de la sirena que oimos cuando se acerca y luego se aleja una ambulancia a gran velocidad. Si lleva o no un verdadero enfermo es otro cantar. El fenómeno, en general, se produce cuando la fuente de ondas y el observador se mueven respecto al aire, y su consecuencia es que la frecuencia de las ondas observadas es diferente de la frecuencia de las ondas emitidas por la fuente. Hasta aquí la teoría.
Numerosos ejemplos podemos encontrar acerca del Doppler. Me entero de quién ha ganado las elecciones, y todos han ganado las elecciones. Unos observan la realidad viniendo hacia ellos. Y otros la observan alejándose de ellos, pero su observación ante los micrófonos es que la persiguen y están cerca de alcanzarla. Notable descubrimiento. Los seguidores de unos perciben la victoria más abrumadora cayendo sobre ellos, mientras que los otros perciben que sólo un esfuerzo les separa de alcanzar el Olimpo. Otros aspectos, como el deportivo, nos ilustran el Doppler: ciertos entrenadores de furbol utilizan a su antojo la negación de lo que realmente sucede porque no perciben de igual manera los errores arbitrales contra ellos o a favor. Curioso el management de estos artistas del Doppler. Pero todos dominamos el arte de entender lo que queremos cuando nuestra pareja nos convoca para ir al hiper: mientras nos llega la onda de lo que se viene encima, ya buscamos la escusa: -Vete yendo tú, y si eso, ya voy yo más adelante- que significa que huyo del problema mientras se aleja de mí, caminando hacia atrás como un vil cobarde de la pradera.
¿Y tú? ¿Cómo llevas eso del Doppler?
3 comentarios:
El efecto Doppler es una epidemia en la profesión periodística: escuchas a los tertulianos que van de tele en tele haciendo bolos y parece que vivieran en países (incluso en planetas) diferentes. Sobre las elecciones, no creo que Gaspy y Carod-Rovira estén precisamente bajo la influencia del efecto Doppler, sino del efecto hostiazo-sin-paliativos.
Suscribo lo que dice Mike. Lo del supermercado ya no es problema, lo tengo asumido. Los viernes, este cura, se va con su carrito al supersol.
Cada uno entiende lo que más le conviene y no presta oídos a lo que no le gusta. También están los que niegan la evidencia y a fuerza de repetir su negación se lo acaban creyendo e incluso convencen a otros.
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