sábado, 22 de marzo de 2008

MEMORIA DE "EL CENTINELA"

No sé a cuántos de vosotros les suenan los satélites artificiales en órbita geoestacionaria, pero son la base de las comunicaciones vía satélite, de la TV del mismo nombre o de los GPS tan necesarios en este principio del siglo XXI.

No sé si también os suena el nombre de sir Arthur C. Clarke, pero una novela suya -El Centinela- es parte de mi bagaje cultural más profundo ;-) así que no me queda más remedio que recordar que con trece años, más o menos, me bebí por vez primera su cuento de ciencia ficción que tanto me atrapó. Trataba de unos simios prehumanoides cuyo descubrimiento de un misterioso monolito en un frío valle africano les acarrea un salto evolutivo involuntario. También describía una base espacial enclavada en el fondo de un cráter lunar y un largo viaje de cuatro tripulantes a las proximidades de Júpiter con un compañero un tanto maniático llamado HAL-9000. Curioso; si tomamos la anterior posterior de cada letra de HAL, aparece una referencia sorprendente. Era un librito de apenas 150 páginas que el sin par realizador Stanley Kubrick, en compañía de Clarke, llevó magistralmente al cine en 1968 con el título de "2001: una Odisea del Espacio". Esta ópera cinematográfica en tres actos con música de vals se convirtió en referencia de cualquier obra del género de ciencia ficción posterior, sorprendiendo por su guión repleto de absoluto rigor científico en numerosas escenas que habitualmente se resolvían a base de efectos de novela barata en cintas de serie B: monstruos gelatinosos babeando por todas las páginas tenían acorralada a la chica cuando, de repente, el héroe saca una pistola desintegradora que aparentemente nadie sabía que existía y desintegra el monstruo y salva a la chica. En "Odisea" todo fue minucioso y científico. Sigo prefiriendo el final del relato que el de la película. Para gustos, los colores.



Arthur C. Clarke -la C viene de Charles, lo ignoraba hasta hoy- murió el pasado miércoles, 19 de marzo sin ver culminada su más vívida expectativa: la comunicación con una civilización extraterrestre. No sé si lo verán nuestros ojos. Como científico participó en el desarrollo del Radar durante la segunda guerra mundial. Al final de esta, en un artículo sugería el uso de satélites geoestacionarios como relés de comunicaciones. En su honor, la órbita geoestacionaria recibe también el nombre de órbita Clarke. Así que, cuando uséis el GPS del coche, pensad que el primero en soñar con su principio fue este visionario inglés. Gracias, Sir Arthur.

5 comentarios:

Gonso dijo...

Escuché el otro día la noticia del fallecimiento de Clarke y por su puesto comentaron la peli de 2001. También por supuesto que la ví y fuí uno de esos millones de espectadores que salió del cine diciendo eso de que la peli es cojonuda pero sin haber entendido una sola palabra. Pacman, te pongas como te pongas, el monolito es de difícil digestión. Esa escena hacia el final del astronauta en la habitación, no recuerdo bien pero ¿se veía a si mismo? anciano en la cama y el monolito plantado en medio...
Los más arriesgados hablaban de la divinidad, otros de fuerzas naturales incomprensibles, otros de entes espaciales superiores y los más básicos de la puta piedra.
Yo todavía me quedo con el HAL y su rebelión. Por cierto, eso que comentas de las letras no lo acabo de ver, quizá tenga una torrija atravesada.

PacMan dijo...

Como cualquier otra obra maestra, hay una explicación para cada espectador. Eso de que cada uno leemos un libro diferente es de aplicación a 2001. Para ti el monolito es una roca y para mí, es la esencia de Dios (o de dios). En el fondo, es el símbolo de alguien superior que nos guía y vigila permanentemente, con lo perfecto de su dimensión, negrura y absorción infinitas. Es el centinela de un padre por encima de nuestro corto entendimiento. Clarke era un agnóstico convencido que quiso que su funeral fuese íntimo y no religioso, pero dejó escrito que su deseo era que el ADN de sus restos viajaran al espacio por si alguna civilización extraterrestre le hiciera revivir en una segunda oportunidad. En el fondo era un creyente, de alguna manera. Paralelamente, yo mismo me considero un cristiano no practicante con dudas razonables, pero eso es otra historia.

Sobre HAL, es la posterior de cada una de las 3 letras. Un lapsus.

Mike Muddy dijo...

No hay pruebas de su existencia, pero tampoco de su NO existencia. Me refiero a Dios, sea un ente superior o un monolito negro. Diría que a estas alturas hay un empate. Los científicos hablan del big bang, pero creo que la infinita ignorancia del ser humano les tortura a ellos más que a nadie. Clarke intentó dar algunas respuestas o, al menos, elementos para la reflexión. Quizás a estas alturas sepa la verdad absoluta... o no. Nos quedará al menos su legado. Yo, en momentos de dudas angustiosas, me digo que al menos vivimos mientras nos recuerdan, algo que este científico divulgador tiene garantizado bastante tiempo.

yiyi dijo...

Os poneis muy místicos. Dios existe y punto, la peli es un entretenimiento y las esplicaciones son todas válidas. saludos

Gonso dijo...

Si el pater dice que existe y punto...
Me parece que el argumento de la demostración científica de que existe o que no existe no es relevante. Sencillamente no se puede aplicar ya que es una cuestión de fe. O te lo crees o no, pero meterle el bisturí es perder el tiempo.