Con Nueva York sucede una cosa extraña: la conoces antes de que te la presenten. No son rumores, no, es conocimiento más o menos profundo, porque hemos estado allí a través de películas, series, libros, cómics. Uno tiende entonces a mitificarla, a dar por sentados sus tópicos ("la capital del mundo", "la ciudad que nunca duerme") y, a punto de aterrizar, le asalta la sospecha de que la cosa quizás no sea para tanto. Pero realmente "lo es", como dijo Frank McCourt, autor de "Las cenizas de Ángela".
Sin duda hay urbes más bonitas que ésta (París, Praga...), pero Nueva York es única y especial, una coctelera de paisajes y paisanajes donde es muy fácil convertirse en espectador mimetizado, porque nadie repara en ti. Una especie de Disneylandia para adultos, con una arquitectura impresionante, con una fauna para que Darwin reescribiera "El origen de las especies", con tiendas para quemar la visa, con tentaciones de cultura, deporte y ocio para no aburrirte en mil años. A Titus, el más escéptico de nosotros, no se le caía la palabra "espectacular" de la boca. Hubo muchos momentos inolvidables: los paseos por la bulliciosa Times Square y el tranquilo Central Park; el cruce del puente de Brooklyn; el vuelo en helicóptero sobre Manhattan; la puesta de sol desde la azotea del Rockefeller Center... ¡y el concierto de The Police en el Madison Square Garden! (un regalo que nos vino llovido del cielo).
Fotos:
1. El Empire State visto desde el Top of the Rock (azotea del Rockefeller Center).
2. Junto al East River, a los pies del puente de Brooklyn.
3. The Police en el Madison Square Garden.
2 comentarios:
Siempre hay un momento para detenerse a pasear la mirada a tu alrededor mientras la vida sigue su curso. Como en una cámara superrápida, ves cómo las personas y las cosas que quieres siguen por inercia mientras tú te has quedado quieto, clavado, unos segundos atrás. Observando. Sin parpadear. Registrando con tu película de super-8 neuronal. En cada viaje que realizo me sucede. Es un clásico. Tengo registros de mis grandes viajes y de algunos no tan grandes. Son momentos de calma extrema, de paz interior, en los que valoras en qué has convertido tu existencia.
Este post me ha hecho viajar a N.Y., al centro del universo, y por una décima de segundo he creído que vivía con vosotros esta aventura urbana. Enseguida he despertado y me he preguntado: "¿pero qué se me ha perdido a mí en este sitio?".
Asignatura pendiente. Estuve pero casi que no. Un día dando tumbos en el que pude hacer algo que mucha gente hizo pero me temo que ya nadie más podrá hacer: subir a las torres gemelas. Tengo una foto en plan documento para la historia con cara de pimpollo enmarcada entre las dos torres.
Volveré.
Publicar un comentario