lunes, 26 de noviembre de 2007

SIEMPRE NOS QUEDARÁ CASABLANCA

26 de Noviembre de 1942. En España, nos lamíamos las heridas de una guerra pasada. En un Marruecos envuelto en la segunda guerra mundial, las fuerzas de ocupación nazi ponían pies en polvorosa después de tres años de ocupación. Y en un Estados Unidos a salvo de la contienda directa aunque con una guerra en el Pacífico, Hollywood volvía a poner su granito de arena propagandístico al estrenarse una película que iba a encumbrar a Ingrid Bergman junto a un consolidado ya Humphrey Bogart. CASABLANCA, de cuyo estreno se cumplen ahora 65 años, mantiene el mismo poder de fascinación que entonces, pero el film se percibe de muy distinta manera y mientras hoy se ve, ante todo, como una historia romántica, en 1942 lo que más se apreció fue su mensaje político.

La película ocupa el primer puesto en nuestra lista de historias de amor del cine, habiéndonos dejado inolvidables escenas como la de la marsellesa en el Rick's ¿verdad, Gonso? o la final en el aeropuerto ¿verdad, Mike? Incluso parodias completas de esta última escena se han llevado a la pantalla (Memorias de un seductor, de Woody Allen). Pero CASABLANCA es, en primer lugar, la historia de un microcosmos creado por la guerra que la Alemania nazi mantenía en Europa y en el norte de África. En 1942 y en esa ciudad del protectorado francés de Marruecos que dependía del régimen de Vichy, se daban cita refugiados de toda Europa que esperan, en ese limbo, un permiso para volar a Portugal y de allí al cielo sobre la tierra. La nacionalidad de los habitantes de ese microcosmos es reflejo de la situación: los refugiados y resistentes son centroeuropeos, los franceses mantienen una actitud equívoca, los villanos son alemanes e italianos.

El protagonista americano, Rick, un ex combatiente de la Guerra Civil española convertido en cínico dueño de club nocturno interpretado por Humphrey Bogart, permite que triunfe una operación de la resistencia; la historia es una metáfora de lo que EEUU podía lograr si abandonaba el aislacionismo. En los años de guerra Hollywood produjo más de 2.000 películas que servían más o menos de propaganda bélica, pero CASABLANCA destacó desde un principio porque no es ni una historia de guerra, ni de espionaje propiamente dichas, y por la calidad de todos sus elementos desde la fotografía a los ocurrentes diálogos.

El guión de CASABLANCA ha sido elegido el mejor de la historia del cine por la asociación de guionistas de Hollywood. Esto, habida cuenta que en la escritura del guión intervinieron al menos tres guionistas, amén del director Michael Curtiz y otros responsables, y que el film se escribió prácticamente a la par que se rodaba, se considera un milagro. La calidad de esta representación debe mucho al hecho de que la mayoría de los interpretes de papeles secundarios eran en la vida real actores alemanes o de países ocupados por el Tercer Reich que habían huido por ser judíos, homosexuales o contrarios al régimen. Algunos de estos refugiados tuvieron que hacer de nazis, como el actor que encarna al mayor Strasser. Curiosamente, no se hace mención específica en la película a las persecuciones contra los judíos, pese a que dos de los principales guionistas lo eran, como también muchos magnates de Hollywood.

Pero si algo nos trae los más intensos recuerdos en CASABLANCA es el triángulo amoroso formado por Rick, Ilsa y el marido de ésta, Victor Lazslo. ¿Quién no se ha puesto en el pellejo de Rick y ha tragado saliva cada vez que Ilsa soltaba una lágrima? En esa tensa conversación y en ese cruce de miradas interminable nos han tenido en vilo muchas veces, con resultado de muerte en el alma. La decisión final es todo un clásico en una película sin género ni número. 65 años después sigue siendo un desenlace insuperable. Presiento que es el principio de otros 65 años de algo más que una gran amistad.

5 comentarios:

pRinCes@rtigas dijo...

Excelente película, una de las clásicas inolvidable, no me canso de verla...

Saludos

Mike Muddy dijo...

Habría que investigar si hubo una conjunción de estrellas en la época en que se rodó. "Casablanca" ha vencido al tiempo y me consta que seguirá haciéndolo. Cada vez que la veo descubro un matiz nuevo, pero me quedo con la renuncia como sublimación del amor (la despedida de Bogey e Ingrid en el aeropuerto). Una historia en blanco y negro donde el humo del tabaco es un personaje más, lo mismo que el whisky que se mete al coleto Rick y el "As Time Goes By" que canta Sam al piano.

La prueba de la universalidad y vigencia de la peli es que la mencionas en el blog y nos visitan desde México lindo.

Gonso dijo...

Las cosas buenas permanecen, el resto se olvidan.
Siempre me ha gustado destacar esa escena de la Marsellesa en el bar. El gesto orgulloso y altivo del tal Laslo enfrentado a los nazis y como se le van uniendo el resto de los oficiales franceses en el canto de uno de los himnos más bonitos y simbólicos que hay.
Con permiso de nuestro Chunda- chunda.

PacMan dijo...

Lisonjas y flores aparte, la peli se ha dejado ver siempre: nadie repara en que es blanco y negro, pocos se atreven a asegurar que resulta tópico lo de los malos y los buenos, y sólo algún osado la ha tachado de romántica según los cánones. Lo cierto es que el paso del tiempo la enriquece, como al Ribera del Duero.

Enhorabuena por los avatares. El blog está madurando.

Por cierto, Mike, ¿para cuándo un post acerca de aquélla clásica por no decir mítica lista de los diez estereotipos de mujer? Esa que adjudicaba una relación y sólo una entre cada fémina que conocíamos y su referencia -¿dónde estás Mimí Rogers?-. Ya va tocando, ¿no crees?

Mike Muddy dijo...

¡Vaya encargo, PacMan! De acuerdo, prometo desempolvar esa vieja lista (no sé dónde la tengo, y ahora a bote pronto no estoy seguro de recordar los diez tipos de mujeres...) y escribir un post sobre ello antes de fin de año.