martes, 11 de noviembre de 2008

BAVIERA

En Alemania, a finales del mes de Agosto se cubre el cielo y ya no sale el sol hasta Abril del año siguiente. Al menos, es lo que dicen. También dicen que los habitantes son cabezas cuadradas, altos, rubios y bien parecidos. Como en botica, hay de todo. Y el cielo nos ha respetado.

Estos días atrás he recorrido Baviera por motivos de trabajo: 15 ingenieros de diversas empresas de Madrid y Barcelona con avidez por aprender productos y métodos de fabricación de componentes eléctricos que sólo en Alemania están al alcance de la mano. Suena aburrido, pero ha sido provechoso y atractivo. También he aprovechado para dar un repaso por los paisajes, clima, gentes y costumbres del país centroeuropeo. No todo puede ser trabajo. El trato con colegas de otras áreas y otros ámbitos profesionales también ha sido enriquecedor, aunque todos convergíamos en la crisis y sus consecuencias, palpables más que en otros sectores, en el tecnoloógico y de la construcción.



Uno de los grandes atractivos de viajar consiste en obtener perspectiva de tu mundo, en el que habitas y trabajas de forma diaria, y comparar con los usos y costumbres de los demás lejos de los tuyos. También aprendes a echar de menos a tu familia y a valorar los ratos en que conversas, miras a los ojos a tus hijos o realizas las tareas domésticas junto a tu costilla. Diré que también he tenido momentos para recordar a mi perra, ¡cómo iba a olvidarme de ella!



Pues bien, Baviera es una región situada al sudeste de Alemania con profundas raíces católicas manifestadas en sus iglesias y también en cualquier rincón de cada calle donde aparece un cristo crucificado o un santo cuando menos te lo esperas. También se nota la influencia italiana, ya que el país transalpino marca las tendencias de la moda más exclusiva para los bávaros. Nürmberg (Nuremberg), Bamberg o München (Munich) me han fascinado por sus gentes alegres que pasean bajo los tímidos reflejos de sol o a altas horas de la noche -hasta a las 11:00 por lo menos-, y por su gran cantidad de bicicletas en calles y plazas. Esto último, sobre todo, me ha provocado cierta envidia. En lo gastronómico, no me he llevado grandes sorpresas. Salchichas de variados tipos y tamaños, col amarga, cerdo en todas sus variedades destacando el codillo, cervezas de trigo, ahumadas o negras, rosquillas de pan laugenbrezel, pastel apfelstrudel con crema de vainilla. Muchas de estas variedades son accesibles aquí, en España. Ventajas de la aldea global.



La última noche, en Munich, fuimos a un espectáculo típico de Baviera donde los tipos golpean sus láticos como si fueran disparos de arma corta vestidos de tiroleses -en realidad, vestidos de bávaros-, con sus piernas al aire, mientras ellas hacen girar y girar y girar sus faldas rojas al ritmo de la trompeta y el acordeón. Todo ello entre brindis y brindis de jarra de minaya al grito de ¡PROOOST! El antro se llama Hofbräuhaus y, por lo visto, servía de sala de arengas de Hitler a sus comandantes y a los miembros de su partido en los años 30. Salí con mal cuerpo del lugar al tocar la piedra de la escalera bajo el cartel de "Auf wiedershen" cuando salíamos; a saber si el mismísimo Adolf rozó la baranda hace setenta años y se me iba a pegar algo.

Malos rollos aparte, un buen viaje de trabajo de este turista accidental que procuraré repetir con mi santa algún día de éstos. Os lo recomiendo.

2 comentarios:

Mike Muddy dijo...

¡Qué recuerdos! Hace tres años estuve con la familia de vacaciones en Baviera y también me apreté un par de birras en Hofbräuhaus (ni siquiera intenté seguir el ritmo de los teutones trasegando). Múnich me sorprendió gratamente; hasta entonces sólo sabía que allí jugaba el puto equipo que nos levantó una Copa de Europa. Recorrimos las montañas del sur y visitamos los castillos de Luis II de Baviera, Linderhof y Neuschwanstein (que si difícil es escribirlo, imposible es pronunciarlo).

Gonso dijo...

Lo de los castillos es uno de tantos objetivos que tengo en la lista. Ni he pisado ni he visto Alemania pero si que la he cruzado de oeste a este en un tren nocturno en un inter rail europeo del que conservo buenos recuerdos.