jueves, 12 de abril de 2007

¿Y QUIÉN COÑO ERA MENCKEN?

Pero, atajo vagos. Escarlatinos roñicas. ¡Sí, vosotros! ¿Es que han pasado los ángeles, los arcángeles y los querubines de la Corte Celestial? ¿O acaso es que se os han quedado las neuronas más secas que los envases de vidrio de Ernesto de Hannover? ¿Tiene que ver el que estemos de Semana de Pascua, después de la penitencia de la pasada, y estamos aún en la higuera?

Bueno, ni lo sé ni me importa. Como decía Joe Rígoli, "yo sigo". He estado hojeando y ojeando las leyes de Murphy, sus teoremas, corolarios y afines, y me ha chocado eso de las LEYES DE MENCKEN. Dicen así:

1.- El que puede, lo hace.
2.- El que no puede, se dedica a la enseñanza.
Extensión de Martin:
3.- Los que no pueden dedicarse a la enseñanza, son funcionarios.

Oye, como divertimento de oficina está da buten. Conozco decenas de profesores y funcionarios que se parten el pecho con estas automofas. Otras profesiones también tienen sus tópicos que llenan los e-mails de usuarios que a diario se toman un respiro -y lo que no es un respiro- riéndose de unos mismos y de los demás. Sobre todo de los demás.

Pero quiero aquí romper una lanza en favor de la profesión de la enseñanza. He aquí otra oportunidad, Gonso. Otra autopista. ¿Quién no ha sido tentado por la docencia alguna vez? A mí me mola eso de la docencia. Eso de ser "maestro" en alguna disciplina no suena tan mal.

Así que le den por el saco al Sr. Mencken, a quien lo descubrió y a quien lo publicó. Por cierto, os reto a listar los nombres de 3 profesiones que se os pasaron como el arroz y nunca pudisteis -no por falta de ganas- dedicaros a ellas... Aunque tal vez tras la jubilación... (No vale la de masajista de voley-playa femenino, que ya la he elegido yo). Hala, esos son vuestros deberes, blogo-cabrones.

3 comentarios:

PacMan dijo...

Las tres profesiones que siempre quise estudiar pero que no me atreví a ejercer son:
- Profesor de instituto o de universidad. Ya lo he dicho. Si no fuera porque se ha convertido en la selva y no te permiten portar armas de fuego...
- Biólogo, especialista en zoología sistemática. Siempre me encantaron las listas de bichos y su clasificación. Una manía.
- Arqueólogo de campo. Una afición sacrificada a la par que mal pagada y nunca ponderada.

Mike Muddy dijo...

Mis padres fueron maestros, así que... qué puedo decir. Siempre me ha seducido la enseñanza, quizás porque nunca dejas de aprender y, además, porque estar en contacto con gente más joven te rejuvenece.
Mi segunda opción tras Periodismo era Historia. Si no me hubieran aceptado en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense habría acabado estudiando Historia en la Autónoma (de donde dependía mi instituto), y mi vida habría cambiado por completo (nunca sabré si para mejor o para peor). Empecé Periodismo sin vocación, sólo porque me gustaba escribir, y la profesión me ha proporcionado experiencias apasionantes, pero también mucho sufrimiento.
Creo que hubiera sido un aceptable profesor de Historia. Me habría centrado, entre otras cosas, en desmontar los mitos de los nacionalistas de los cojones.

Gonso dijo...

Tranquilo Pacman que estoy aquí, eso sí acompañado por un virus gripal que me tiene con el moquillo limpiándome los zapatos, tos de perrete afónico y con la líbido en el semisótano.
Es curioso que entre las profesiones que uno no ejerce y comenta que le gustaría haber intentado siempre aparece tarde o temprano la de profesor o maestro que suena que te cagas.
No seré yo quien vaya en contra de tan noble vocación que busca el muy bíblico principio de enseñar a quien no sabe. Pero...
La realidad es perra como ella sóla y hace que el ejercicio de la docencia se esté convirtiendo en una pirueta complicada, salto mortal sin red y sin aplauso final ya que quien más quien menos espera que te pegues el mayor de los guantazos.
Desde que apareció la pedagogía y la psicopedagogía la cosa se empezó a complicar. A la antigua idea del profesor de capón raudo y "me lo capia usted cien veces" le ha sustituido una generación de curritos, quizá con poca vocación, a merced de unos adolescentes que cada vez se acostumbran más a hacer menos con el respaldo ciego del padre que en su fuero más interno sabe que aunque el niño no tenga razón no puede llevarle la contraria porque le tiene más miedo que a un nublao. Así que la culpa es del cabrón del profesor ese que se va a enterar.
Es en este momento un grupo de gente sin prestigio, sometido al vaivén político que sólo se preocupa del sexo de los ángeles, con un índice de bajas por depresión enorme y encima con el eterno reproche de las infinitas vacaciones que tenemos.
Yo no me puedo quejar demasiado porque el panorama de la enseñanza privada es un paraíso comparado con lo que te encuentras por ahí. Eso sí lo de los tres meses de vacaciones de verano yo no se qué es. Tengo uno como todo pichichi. Si hablamos de compensaciones pues puede haber muchas, siempre hay alumnos que aprenden, se interesan por lo que les quieres trasmitir y a la postre te recuerdan con más o menos cariño. Siempre está bien ver cómo, ni para bien ni para mal si no para distinto, la juventud cambia y pierde unas inquietudes y unos valores que tú tenías por otros distintos igual de respetables.
En fin Pilarín que no quiero cansar.
Lo de las profesiones:
- De siempre la ornitología, pero todavía no sé muy bien cómo se llega uno a ganar la vida con eso.
- Viajero. Algo así como el tio ese de Lonely Planet, llegando más allá del quinto coño, haciendo el paripé de que vas en auto-stop desde Alaska a la Patagonia y pegándote unos viajes del copón por cuenta de la tele.
- Vocación tardía y quizá sin fundamento alguno: marino. Me llama el mar y el viento y que nadie me pregunte por qué porque no hay respuesta.
De estas dos últimas si que me gustaría hacerme tarjeta profesional: argonauta. Joé como mola.
Aquí dejo dos profesiones que definitivamente NO me gustan nada: una la descubrí en una despedida de soltero, el que pasa la fregona en las cabinas de los sex-shop y otra la del menda que en los partidos de fútbol le dan un peto fosforito donde pone seguridad y se pasa todo el rato mirando a la grada sin poder mirar para atrás.
Hay que joderse.