Desde ayer, día 2 de Enero, quizás sea la respuesta más adecuada a la pregunta mil veces formulada: -¿Fumas?-.
Para muchos de nosotros, a los que el tabaco nunca nos atrapó, ha sido una sencilla continuación a la clásica cortesía del fumador activo cuyos motivos nacen de la conversación o el ligoteo. La preguntita es socorrida. Curioso mecanismo de conexión entre seres del mismo o distinto sexo con el que se relajaba una presentación forzada o un viaje en ascensor. Bien mirado, la nicotina es responsable de la destrucción de una enorme cantidad de seres humanos a la vez que ha ayudado a un número mil veces superior de personas a establecer comunicación hablada con resultado de amistad... o mucho más. De hecho, el origen de la iniciación al tabaquismo de la mayoría de fumadores es la expresión por parte del sujeto de su madurez recién adquirida. El fumador no nace: se hace, y se hace precisamente expresando al mundo que ya ha crecido física y -más importante aún- mentalmente. Para la mayoría es uno de los primeros grandes errores de su vida, pero esa es otra cuestión. La sensación de dominio acrobático rascando las cerillas, del humo saliendo de nuestra boca en forma de volutas, de la pose sosteniendo el cigarrillo... uno se siente más maduro en ese mágico instante. Se transmite al mundo y a los que nos rodean que ya somos mayores.
Años después, la mayoría de los fumadores manifiestan abiertamente su deseo de dejarlo. Es un duro boomerang del destino. Mi mente matemática lo resumiría como el regreso al cero, pasando por infinito. En todo caso, el Gobierno de España se lo pone a huevo a millones de fumadores. Lleva años configurando un Estado en el que el tabaco se convierta en mercancía prohibida, y sus consumidores, criminales peligrosos. Ahora se reúnen en corrillos alrededor de las salidas de emergencia de los edificios, y no descarto verlos pronto en el punto de mira de la policía. En el fondo, es por su bien y por los que están a su alrededor. Dejad de fumar o atenéos a las consecuencias. Quizás, de ésta dejen de fumar otro millón de españoles.
4 comentarios:
No lo siento. Me intranquiliza un poco el hecho de darle a la máquina de las prohibiciones, pero considero que para este asunto no se puede confiar en la autoregulación ya que los fumadores hasta la fecha no han pensado mucho en los efectos colaterales de su actividad. Se escuchan lamentos hosteleros en contra de la prohibición argumentando su ruina inminente pero si los pubs irlandeses e ingleses siguen llenos de peña pimplando y sin echar humo que se te pega hasta en el forro de los calzones, entonces la cosa no será para tanto.
Por cierto, esa foto me suena de un día importante... no recuerdo bien qué pasó.
¡Ah, ya caigo! fue el día que Mike se puso corbata.
La libertad de los fumadores acaba donde empieza la de los no fumadores. Eso, aparentemente, es sencillo de entender... Pues no ha sido así a lo largo de la historia. En toda mi vida solo he conocido un fumador respetuoso con los no fumadores: Escuer. Ahora ya es un ex, quiero creer que por convencimiento propio y no por presión de las leyes. En cualquier caso, me felicito por la medida. Como Gonso, no me trago las quejas de los hosteleros: si pierden clientela por un lado la ganarán por otro.
Creo que no he vuelto a ponerme corbata desde el día de la foto :-)
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