lunes, 12 de julio de 2010
LA MEJOR DE LAS CRÓNICAS
ESPAÑA, CAMPEONA DEL MUNDO DE FÚTBOL
Toda mi vida he deseado que llegase este momento. El día en que nos despertáramos siendo campeones del mundo, al fin. Y sobre todo, despertar y que no fuese todo un bonito sueño. Esta vez es real. Somos campeones de Sudáfrica 2010. A partir de ahora, nuestros seleccionados llevarán una estrella dorada bordada o impresa en sus camisetas, señal inequívoca de que una vez llegaron a la final y la ganaron.
No ha sido un paseo militar el de los nuestros. Hemos tenido que bregar desde el principio contra selecciones rocosas y físicamente fuertes, que nos han tratado como se le trata a un favorito al título: con respeto y prevención, pero con estrategia. Los paraguayos en cuartos plantearon un partido que casi nos saca del campo en los primeros compases, pero mantuvimos la cabeza fría e impusimos nuestro fútbol. Nos sonrió la suerte y pasamos. Qué decir de Alemania en semis, que nos tenía ganas después de la final de Viena de 2008, en que nos proclamamos campeones de Europa. Sufrimos pero les dimos otra cucharada de la misma receta, modificada convenientemente por el doctor Del Bosque y con un ligero sabor a cabezazo de Puyol. La final de un Mundial nos sabía a gloria, y nos podríamos haber conformado con ser subcampeones. Pero esta vez no.
La noche de ayer, 11 de julio de 2010, permanecerá en nuestras charlas cuando tengamos nietos y les contemos la alineación de carrerilla, les hablemos del sonido estridente de las bubucelas y les mencionemos la predicción del molusco Paul que tuvo consecuencias en toda España en la preparación y degustación del pulpo a feira a partir de aquel mundial. Esa noche vestíamos de azul marino y no había catalanes, ni andaluces, ni madrileños sobre el terreno de juego, sino un puñado de chavales nacidos dentro de las fronteras de nuestro territorio nacional, y que tenían el ideal de hacer realidad sus sueños y los de cuarenta y tantos millones. El ideal y la maestría en sus botas. Porque ahora reconoce el mundo que no hemos ganado esa copa de oro macizo por suerte, sino por merecimiento. Por arte en las botas y por corazón. Por mentalidad y por espíritu de sacrificio. Toda esa retahíla que sale en los anuncios de cerveza y que esta vez es toda la verdad, caramba.
Pues bien, la noche del 11 de julio salimos todos al campo... Ejem, me he emocionado. Salieron al campo del Soccer City de Johanesburgo: Casillas, Marchena, Puyol, Piqué, Ramos, Busquets, Xabi Alonso, Iniesta, Xavi, Pedro y Villa. Se abrazaron respetuosos escuchando los himnos de Holanda y España. Frío propio del invierno austral. Comenzaron a tocar la bola como saben. Nos empezó a todos desde España a subir el régimen cardíaco. Estaba atardeciendo y en España, a miles de kilómetros, hacía el calor que hace todos los julios a esas alturas. Los holandeses empezaron a perderle el miedo a las faltas a ras de pie, contra las espinillas, en muslos y cara, o a la altura del plexo solar. Casi le parten el esternón a Xabi Alonso. Menos mal que es casi del mismo Bilbao. Envalentonados los tulipanes por la actitud conciliadora del árbitro inglés, siguieron con su juego propio de orcos, mientras que a nosotros nos dio por caer en la trampa y bajamos el ritmo. Sólo seis tarjetas amarillas para los paisbajeros y su juego a veces ruin y a veces fulminante al contraataque no consiguieron su propósito. Roben se las vio mano a mano con Casillas, pero el capitán trueno hizo magia con su bota y se la sacó de la red al pelado holandés. Volvió a jugar al fútbol España y volvió con jugadas y ocasiones brillantes. Acabaron los noventa minutos y seguimos al borde del ataque de nervios por la gracia de los nuestros y con pánico de vernos las caras en los penaltis. Pero a falta de 4 minutos para el final de la prórroga, un prodigio de hombre hecho Iniesta remató al fondo de las redes el jabulani que toda España quería ver entrar por fin. Yo me quedé inmóvil, de pié, sin saber qué hacer, mientras que a mi alrededor varias gargantas resecas por los nervios se desencajaban en un solo grito: Goooooooooooooool. Reaccioné tras unos instantes y me puse a abrazar a Bea, a Luis, a Jose, a Gab... Íbamos a ser campeones. Durante ese segundo en que el mundo reaccionó a mi alrededor vi pasar por mi mente lo que dicen algunos cuando están a punto de morir: casi toda mi vida de sufrimiento con la selección. Y reaccioné. Campeones.
Ayer grité como hacía mucho tiempo que no gritaba. Cuando Casillas subió la copa en dirección al cielo de Johanesburgo supe que me podía morir tranquilo. Creo que ya tengo todo lo que me faltaba. Algunos dirán que toca igualar a Brasil. Vana ilusión. Ya lo tengo todo. Viva España.
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3 comentarios:
El día más importante para el deporte español, y mira que hemos vivido momentos mágicos en los últimos años, pero el fútbol es especial. En el baúl, quedan, para siempre, las frustraciones. El beso de Iker a Sara fue como el final de una peli de Frank Capra. Enhorabuena a todos, somos campeones del mundo.
Sin palabras. ¡CAMPEONES!
Total world champiñons.
Que pase el siguiente.
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