jueves, 12 de noviembre de 2009

MI MOCHILA



Posiblemente recordéis mi mochila verde. Me acompañó a mil excursiones, llevó mis bártulos, me sacó de más de un apuro, fue mi almohada durante algunas noches. En definitiva fue mi compañera en mil ocasiones
Pues bien, mi santa decidió, recientemente, un buen día que estaba en mal estado y la tiró. La dejó en la basura sin ningún miramiento, como si fuera un objeto cualquiera, carente de valor. Y esto no se hace así. Es cierto que estaba rota y descosida, que el recubrimiento plástico interior se caía a cachos, que las cremalleras no funcionaban. Es posible que el ciclo de mi mochila se hubiera cumplido, pero no me gustó la manera despiadada de deshacerse de ella
Que menos que un homenaje, una despedida sentida para despedir a un objeto que me ha acompañado durante mucho tiempo, que me traía recuerdos felices de salidas y reuniones de toda la panda
No, mi santa entró en mi intimidad sin encomendarse a nadie y raptó la mochila de su retiro sin consultarme. Y lo peor es que esto lo ha hecho reiteradamente en el pasado. La mochila es la última víctima de una serie de desapariciones misteriosas como el “bañador de seminarista”, mi jersey blanco agujereado, mis camisetas recortadas de Rambo, mis pantalones de deportes pequeños marcapaquetes y mil objetos más que me duele recordar
“Ellas” se consideran dueñas de todos nuestros objetos. No les importa la historia que pudieran tener ni los recuerdos asociados. Simplemente entran y tiran
Esto debe ser un condicionamiento genético de las hembras en general. Tiran todo lo que no es suyo y dejan todos sus trapitos pasados de temporada por si vuelve a ponerse de moda perfectamente guardados durmiendo el sueño de los justos
Todo esto lo hizo de manera premeditada, primero me regaló una mochila estupenda de color verde. Pero no era mi mochila. Después intentó que repudiara a mi compañera de mil viajes y no lo hice. Después me recordó que tenía otra mochila con cedula fotoeléctrica para cargar móviles, pero yo siempre preferí a mi vieja compañera. Y como nada funcionó se ensañó con mi pobre mochila. La tiró de manera traicionera
Sirva este articulito como homenaje póstumo y reivindicación de todos os hombres a guardar sus viejos objetos como recuerdo de los viejos tiempos
Tenemos derecho a guardar nuestros recuerdos
Un saludo del lado oscuro a todos los damnificados por el futbol, somos legión

4 comentarios:

Pepe dijo...

Gran post Yiyi. Te acompaño en el sentimiento y te doy la razón en todo.

Mike Muddy dijo...

Jamás olvidaré el bañador de seminarista.
Y descanse en paz la mochila.
La única compensación posible es más happy hours durante los próximos meses.

PacMan dijo...

Quizás alguna vez nos cuenten por qué no se puede llevar un mismo vestido a dos bodas diferentes. El cerebro femenino es insondable.

gonso dijo...

La culpa es tuya por tenerle apego a los perecederos bienes materiales. Si fueras más espíritu y menos materia te iría mejor en la vida.
También está el plan B.
Consiste en que todo aquello que quieras conservar lo controles tú solito. Yo soy el amo y señor del trastero. El puto amo. De vez en cuando lo ordeno y si tengo que tirar algo ya me las apaño para que caiga cualquier cosa excepto mis tesoros más preciados.