lunes, 5 de octubre de 2009

EL CHARCO DE LOS PATOS

De vez en cuando me toca ir al ballet.

Así de crudo.

A Pilar le gusta y es un peaje que hay que pagar por aquello de en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida... En un mal año, y éste ha sido de los peores, me toca ir tres o cuatro veces a un ballet clásico del tipo El lago de los cisnes, o moderno-contemporáneo, de esos de Nacho Duato o de los llamados ballet español con el Canales o similares. Mira que le digo que mi entrada es una pérdida de dinero, pues ni lo aprecio ni lo entiendo y además suele coincidir con algún partido importante de jurgol o canastas, pero no hay manera; allí acabo como un campeón. Con todo lo que me he tragado ya debería ser capáz de diferenciar un "grand jeté" de un "pas de chat" pero ni por esas. Me declaro impermeable.
Hace poco me metí entre pecho y espalda el ballet Espartaco por la compañía del Bolshoi. Casi nada al aparato. De vez en cuando, el entendidísimo publico asistente prorrumpía en vítores y aplausos por alguna figura ejecutada por los bailarines, que pasó totalmente inadvertida para mí. Ante mi desamparo, Pilar me intentó explicar la dificultad de la pirueta, pero es como si yo le quisiera hacer entender a ella la poesía que encierra el bloqueo directo de un pivot al alero que corta. Y que conste que fijarme me fijo, no como varios que he visto pegarse el siestón con ronquidos y todo. ¡Que a mí sólo me ha pasado una vez!
Es abrirse el telón, y empezar a ver tu-tús y mallas, más el ti ro rí, ti ro rí, y se me pasa la buena intención de ver el espectáculo con buenos ojos. Me supera ver cómo corretean por el escenario dando pasitos cortos y moviendo los brazos. A veces el primer espada hace un amago de iniciar una diagonal gimnástica, pero en vez de emular a Gervasio Deferr con sus mortales, se queda en dar saltitos de Bambi encogiendo la patita de delante y estirando la de atrás. De nuevo mi cara de incomprensión me delata y Pilar vuelve a la carga explicándome lo maravilloso de la amplitud del salto. "Tú no has visto a Michael Jordan". "Bonita".
El baile español es un poco distinto. Es aflamencado, con taconeo y castañuelas pero con orquesta y guitarra clásica en vez de "tocaor" y palmeros. Hay algunos cuadros con todo el elenco zapateando y la percusión en directo que molan: taca taca taca taca taca, multiplicado por cincuenta tíos y tías le dan una marcha distinta a la de las Paulovas de puntillas y los gráciles Nijinskis.
Si no me borro del todo es por el Teatro Real. El edificio me gusta; y ver al personal que acude también. Ya los tengo calados. Los del patio de butacas y los palcos inferiores son todos gente fina y de bien. Señoronas y señorones acompañados por su descendencia y consortes, que en vez de cara de hijos tienen cara de herederos. Arriba, en el Paraíso, así llamado por lo alto que estás, nos ubicamos el ganado restante, donde abundan las bailarinas, delgaditas ellas y siempre con moño, y los bailarines que suelen ir en parejas. No deja de ser un gallinero fino, eso sí, a cuarenta aurelios la entradita. Y hay hostias. Por lo menos no es como la ópera dónde es imposible pillarlas.
Y bueno; otra razón de peso por la que no me caigo de la convocatoria del Real es por los descansos, el bar y los pinchos de tortilla que ponen.

Cojonudos.

5 comentarios:

Mike Muddy dijo...

He ido al ballet un par de veces en mi vida, también a causa del peaje que mencionas.
Prefiero un concierto de Bruce.

yiyi dijo...

Un santo barón, eso es lo que eres, un santo barón.
Yo no trago ni de coña

PacMan dijo...

Billy Elliot -Quiero Bailar- es una película fresca acerca de lo que le pasa por la cabeza a un chaval nada "rarito" que siente la llamada de la danza clásica. En cierto modo es la visión actual de un arte minoritario que aún tiene cabida en esta sociedad de pop y rock frenéticos. Está bien que se conserve la tradición, aunque no está hecha para mí. Gonso, eres un héroe.

Mike Muddy dijo...

Será varón, Yiyi, no barón. ¿O es que te han dado un título nobiliario, Gonso?

gonso dijo...

Excelentísimo señor Don Gonzalo Ramírez y Crespí, Marqués de la Alta Mirada, Señor de la Novena Puerta, Grande de España y de la poderosa Albión, caballero de la Orden de Malta y Lord Protector de jóvenes incautas.

Alias Gonso.