El pasado domingo día 6, Titus no fue el único que corrió el maratón de París. Un servidor también fue uno de los 35.000 esforzados que iniciamos la prueba.
Realmente París es diferente a todo lo veas como lo veas, ya sea andando, en autobús, desde el bateaux mouche, o corriendo en calzas cortas que es lo que nos ocupa. El recorrido es suave y sobre todo espectacular como no podía ser de otra manera. Comienza con un descenso por los Campos Elíseos, gira en la plaza de la Concordia para tomar la Rue Rívoli dejando el Louvre a la derecha y se interna de forma rectilínea hacia la parte más oriental de la ciudad para regresar por un camino paralelo al de la ida por la rivera del Sena hasta más allá de la Torre Eiffel. Finaliza cerca de la salida, en otra de las calles radiales que salen del Arco del Triunfo muy cerquita de éste.
Realmente París es diferente a todo lo veas como lo veas, ya sea andando, en autobús, desde el bateaux mouche, o corriendo en calzas cortas que es lo que nos ocupa. El recorrido es suave y sobre todo espectacular como no podía ser de otra manera. Comienza con un descenso por los Campos Elíseos, gira en la plaza de la Concordia para tomar la Rue Rívoli dejando el Louvre a la derecha y se interna de forma rectilínea hacia la parte más oriental de la ciudad para regresar por un camino paralelo al de la ida por la rivera del Sena hasta más allá de la Torre Eiffel. Finaliza cerca de la salida, en otra de las calles radiales que salen del Arco del Triunfo muy cerquita de éste.
La animación en las calles es impresionante. Gente por todas partes que corean el nombre de pila de los corredores que la organización hábilmente imprime en el dorsal, bandas de música de todo tipo cada dos o tres kilómetros… realmente emocionante. Como en todo hay un pero, el problema de París es que hay tanto participante que no se puede correr a gusto en muchos tramos. Si tu propósito es sólo terminar, el entorno es perfecto, si en cambio tienes intención de hacer alguna marca específica, o sales muy adelante, o no hay nada que hacer. Yo iba a lo segundo y aunque no tenía grandes pretensiones en ningún momento me encontré cómodo pues no pude coger jamás el ritmo que me había propuesto, entre slaloms y acelerones en búsqueda de huecos entre la marea de corredores (y corredoras, alguna por cierto con unos culos de esos que te llevan a la meta en volandas). La lectura positiva es que este ritmo más pausado hizo que no hubiera atisbo del temible “muro”, la pájara en su máximo exponente que viene a visitarte allá por el kilómetro treinta – treinta y pico, cuando ya sólo quedan energías para hacerse una única pregunta: como coño vas a hacer para recorrer los kilómetros que te quedan. Terrible sensación vetada a la inmensa mayoría de los mortales.
Titus acabó bien, sus malos presagios no se cumplieron y llegó a la meta con cierta comodidad, satisfecho aunque con sus dosis previas de sufrimiento. ¡Bgavo Antonio! que diría los franchutes, ¡eres un campeón! que digo yo.
En cuanto a lo que a mi respecta, ésta ha sido mi carrera pedestre número 100. Mi noveno maratón, que por cosas de la diosa fortuna, concluí en la posición 11.111. Bonitas cifras para una más que bonita ciudad, si señor.
3 comentarios:
Enhorabuena Pepe. También al Titus.Fantástica experiencia ¿no?
Así me gusta, rompiendo fronteras.
Bonitas cifras, 1111, 100, 9, ¿habrá un décimo para redondear?
A lo mejor ahora tendrás más tiempo para dedicarte a la pepeapueta, que me temo chavalote, va de culo.
Un gran post de una mejor experiencia. Con un par.
No hay MURO que se resista con un buen CULO que nos asista. Enhorabuena por la crónica y por tu más que respetable currículum.
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