jueves, 10 de abril de 2008

LOS FRENTES ABIERTOS

























Cierro los ojos y soy el niño que vive con su familia en el Parque de las Avenidas. Mis padres son jóvenes y -un detalle importante- están vivos los dos. Tengo cuatro abuelos. Comparto habitación, juegos y peleas con mi hermano el plasta. Mi hermana es una canija mofletuda, la niña mimada. Los Reyes Magos existen, y también el ratoncito Pérez. En la tele en blanco y negro Fofó y Miliki torturan al señor Chinarro con tartas voladoras y collejas en la calva. Los viernes, la melodía de "El hombre y la Tierra" me hace saltar como un resorte y correr hacia el salón. Juego con mis colegas a las canicas, a las chapas y al fútbol en el parque. Franco la diña y me dan una semana de vacaciones en el colegio. Colecciono cómics de El Guerrero del Antifaz y de los súper héroes de la Marvel. En mis sueños camino por un bosque élfico y, en mitad de un claro, veo una espada clavada en una piedra, pero no cedo a la tentación: mi vida es demasiado sencilla y feliz.
Abro los ojos y soy un cuarentón con dos hijas, un trabajo y algunas cicatrices. Mi existencia es una sucesión de frentes abiertos y de comeduras de tarro. Mi familia se ha visto diezmada por los años y por la enfermedad. Gente de mi entorno a la que quiero está apercibida. Me empiezan a faltar faros en el viaje. De repente me veo en primera línea de fuego: tengo la espada que veía en sueños en la mano, aunque no recuerdo en qué instante la arranqué de la piedra. ¿Alguien sabe cuándo nos volvemos adultos? No creo que sea de la noche a la mañana... O quizás sí, si tu primer hijo nace de madrugada. No sé si os pasa a vosotros, pero a veces me entran ganas de devolver la espada a su funda mineral y regresar a la patria de mi niñez, donde todos son jóvenes y están vivos, donde el único que se muere es un dictador decrépito, donde mis únicos frentes son las evaluaciones de la EGB, la portería contraria o el gua, porque las batallas serias las enfrentan mis mayores.

3 comentarios:

Gonso dijo...

Me parece que por aquí ya hemos pasado unos y otros. Algunos ya incluso revisitan el tema. Cuando el paso del tiempo nos dice que empezamos a tener más pasado que futuro nos entra el canguelo, la añoranza o la pura resignación ante lo inevitable que es que los niños ya son otros y que Peter Pan es sólo un cuento. La niñez siempre es refugio para los que la tuvimos buena pero queda ya tan lejos...
Mejor eso del carpe diem aunque hay días que ni de coña.
Ánimo, que un mal siglo lo tiene cualquiera.

Jose dijo...

Yo, que ya llevo 2 años en la cuarentena, a veces pienso que por delante nos quedan más sufrimientos que alegrías, más decepciones que ilusiones, más peleas que juegos; pero sigo agarrándome a cualquier atisbo de esperanza (y no precisamente Aguirre), sigo persiguiendo unicornios aunque sé que no existen: Lo malo, es que cada día es más difícil salir del lado oscuro y luchar alegremente a plena luz: Me siento más egoísta y más mezquino no puedo culpar sólo a los años o al entorno.
Pero todos somos padres, y no valen excusas: tenemos la responsabilidad de luchar por un lugar mejor para nuestros retoños, y para intentar acompañarles muchos años y enseñarles las piedras donde seguramente tropezarán, igual que hicimos nosotros desoyendo a nuestros padres.
en fin, parafraseando a Maná, "Vivir, al igual que amar, es combatir", y todas las guerras, Miguel, tienen muchos frentes: intentemos centrarnos en aquellos que realmente nos interesan, y busquemos ahí la victoria

yiyi dijo...

Estáis muy maricones, os influye el tiempo lluvioso, ¡qué cuarenta años ni que hostias ¡ estamos en lo mejor de la vida, en el momento de mayor madurez intelectual, económica y social. También deberíamos estar en el momento de mayor estabilidad emocional y no dejarnos llevar por los miedos internos ni por añoranzas del pasado. No han pasado muchos barcos ni los hemos perdido, faltan muchísimos por pasar.
Esto es un aviso a navegantes, todavía tenemos que hacer lo mejor