jueves, 27 de diciembre de 2007

¡CÓMO SE ESTROPEAN LOS CUERPOS!


Al hilo de la sugerencia de Pacman de escribir sobre el mítico Américo empecé a pensar sobre el post y sobre la imagen que podría añadir. Buscando en los álbumes no encontraba nada cuando, de repente, al abrir una publicación de la SEO me lo encontré sonriendo con esa sonrisa cautivadora que tantos estragos produjo.
La foto corresponde a la publicidad de Ópticas Roma, los caminos de la vida le han llevado a la sección de libros y seguro que allí os atenderá con mucha corrección y cortesía (siempre fue un tipo educado).
Quizá para alguno sea una terrible decepción y no se corresponda con la imagen idealizada del gran Américo pero os aseguro que a mí me alegra encontrarlo y en homenaje e sus hazañas recordaré aquí alguna de ellas:
Estaban durmiendo en la cueva de cañón del Duratón Américo, Luis el Largo y Teresa la Guarra. La noche era fría y Américo había tenido algún escarceo con La Guarra pero no había culminado, así que decidió atacar esa misma noche. Tras los primeros intentos infructuosos la resistencia de Teresa fue decreciendo, en un intento desesperado por su parte le recordó a Américo que en la estancia también dormía El Largo. Esto no fue obstáculo para el sin par Américo, le dio una patada al largo y muy seguro de si mismo dijo : "El Largo está dormido". Cuando se precipitaba sobre su presa, ésta le pidió una última prueba de amor: Teresa tenía sed. Y allí tenemos a Américo, en cueros, deslizándose por la noche por la terrible cornisa de la cueva del Ermitaño del cañón del Duratón. Para el que no conozca el lugar os aseguro que es una prueba arriesgada o por lo menos eso pensó Américo que maldijo haberse dejado la cantimplora en la otra habitación de la cueva. Finalmente se consumó con gran éxito.
De todo esto da fe Luis el Largo, que por supuesto no estaba dormido. Eso sí que es AMISTAD.

5 comentarios:

PacMan dijo...

Ésta y otras muchas leyendas salpimentaron algunas de nuestras más recordadas acampadas, contadas al amor de las brasas en aquellos refugios castellanos. Lástima que el poco pelo del tal Américo no haga justicia hoy al mito y sí sea silencioso testigo, como siempre, del paso del tiempo. Me alegro de que el recuerdo sea más intenso y vívido que la imagen del propio individuo que lo hacía posible. Eso quiere decir que debemos seguir fiándonos de nuestra memoria más incluso que de nuestro espejo. Eran buenos tiempos para la lírica... y para Américo. Enhorabuena, Yiyi.

Mike Muddy dijo...

"El sin par Américo"... je, je.
Qué tiempos en los que se podía acampar el el Duratón, en el hayedo de Cantalojas, etcétera. Ahora te pilla un guarda y te echa a los buitres.

Jose dijo...

Pensábamos que Américo era una suerte de criptofauno, como el Yeti o el Bigfoot; pero más aún, porque era aún más inverosímil su capacidad folladora: siete copiosos sacrificios en una noche , cual Marqués de Bradomín,y más aventuras heroico-sexuales en el valle del Raza, cuentan las crónicas luisianas...Todos dudábamos seriamente de la existencia del mito. Pero su nombre aparecía en algunas publicaciones de Naturaleza, algo de cierto tenía que haber. Y es verdad, la SEO nos reveló la guarida de esta especie creída tan imaginaria como extinta. La decepción ha sido mayúscula al ver el careto de Cerqueira. Ni descubrir que los Reyes eran los padres me ha causado tanto trauma

PacMan dijo...

Para trauma el que me acaba de conmover como si de una descarga de 10.000 Voltios se tratara. ¿Eres tú, Jose? ¿No eres otro que el séptimo? ¿Deseas probar nuestra fe, oh señor? Si es así, di en este momento si es ésta tu primera vez en el blog y manifiéstate de nuevo para que nos des a conocer tu verbo de nuevo. Porque estaba sediento de palabras y nos diste a todos un susto de muerte, cacho mamón.

Gonso dijo...

Oí de tus propios labios que habías escrito un comentario en el blog pero hasta que no lo he visto con mis propios ojos no lo he acabado de creer. Esta fecha habrá que ponerla en rojo y en mayúsculas. Es un fantástico primer paso para terminar publicando tu primer post.
Ánimo y recuerda que lo has prometido delante de testigos.
Te doy una semana, si no atente...