La vida me ha llevado a estar sentado hoy frente al ordenador escribiendo este post para vosotros después de un millón de carambolas que no he podido controlar (y de un puñado de decisiones propias no necesariamente basadas en el sentido común). En el fondo todos somos producto del efecto mariposa, o de la teoría del caos. Pongamos como ejemplo Miss Scarlett’s Band. Mis padres conocen a los de Titus y Pepe en un grupo parroquial; a los de Yiyi, en el colegio donde ejercían de profesores. Deciden comprar una casa en Moralzarzal (más tarde hacen lo propio los Franco) y allí me amigo con Javi, que me presenta a PacMan, compañero en el Obispo Perelló. Javi es la clave de bóveda de muchas relaciones importantes, como sabemos todos, pero ese es un afluente que ahora no pienso navegar. Contacto con Jose en el instituto Begoña a través de Titus. Y con Gonso en Moral porque era vecino de los hermanos Franco en La Herradura. Organizamos una romería a Galicia en la que las altas y bajas se deciden por pequeños detalles. En aquel viaje surge una complicidad que deriva en una relación más sólida, cimentada en gustos comunes (mejor el monte que la discoteca, mejor el romanticismo sufridor que la polinización sin freno) y salpimentada de un gamberrismo un poco infantil. La supervivencia de la banda tras el combo bodas + lebreles parece un milagro. Tal vez el blog haya tenido algo que ver. O quizá estábamos predestinados.
Basta que uno solo de esos hechos descritos (a los que habría que sumar los protagonizados por vosotros mismos y vuestro entorno) no se hubiera llevado a cabo para que después de miles de cruces de caminos nada se hubiese cumplido. Basta con que no hubieran aceptado mi traslado a la Complutense (mi instituto dependía de la Autónoma, donde no se imparte Periodismo) para voltear una parte esencial de mi existencia. Historia, había puesto como segunda opción en el casillero. Y realmente me gustaba. Es posible que ahora estuviese dando clases en la universidad. O engrosando las listas del paro.
A veces tiro de imaginación y hago el ejercicio de vivir mi vida como otro. No como historiador, sino algo más radical: estrella de rock o dibujante de cómics. Durante un tiempo me dio por tocar la guitarra (y hasta me apunté a un curso a distancia), pero nunca llegué a tener las yemas de los dedos encallecidas. Me habría gustado fundar una banda al estilo Led Zeppelin, pero no pasé del punteo inicial de “Stairway to heaven”. Con diez años de edad perpetré cómics de un superhéroe llamado Kilovatio, un tipo al que una descarga dejó el cuerpo electrificado; podía volar y lanzar rayos a sus enemigos, entre ellos la antorcha humana y el hombre invisible. También de un luchador de kung fu, un tal Chen Lee, que repartía hostias como panes. Conservo esas pequeñas obras en una caja de cartón. Cuando cambie la guitarra por el arpa mis herederas, probablemente, las echarán al contenedor de papeles. Me habría encantado hacer películas de animación de estilo gótico, como Tim Burton, pero me he tenido que conformar con coleccionar muñecos de “Pesadilla antes de Navidad” y “La novia cadáver”.
No sé si mi vida como otro hubiera sido mejor o peor. El caso es que me aceptaron en la Complu para estudiar Periodismo y me entró el gusanillo de escribir, por trabajo y por vocación, en todos los soportes a mi alcance, incluyendo este blog. Aposté por aquel viaje a Galicia con una peña variopinta en vez de quedarme con el líder espiritual en Moral, y contribuí a las golferías posteriores. Me matriculé en el instituto Begoña porque mi colegio tenía un acuerdo con el Ramiro de Maeztu, del que dependía el citado centro, y me pillaba relativamente cerca de casa. Un día del tardoverano de 1977 fui a la piscina de unos amigos de la familia y allí topé con Javi; podíamos no haber hecho migas, pero las hicimos. Y mis padres eligieron esa urbanización entre las cientos de posibles en la sierra, y aquella parroquia cerca de Quintana... Con solo una china en el sendero descrito (china: piedra pequeña y a veces redondeada) me habría desviado lo suficiente para no estar sentado hoy frente al ordenador escribiendo este post para vosotros, para no vivir la vida como yo mismo sino como otro, con todas las satisfacciones y miserias, con todos los aciertos y desaciertos, con todas las asignaturas pendientes y misiones cumplidas.
4 comentarios:
Tus recuerdos son nuestros recuerdos, indudablemente. El azar juega minuto a minuto con las vidas de todos y teje una extraña red indescifrable. Pero aunque suene a la Teoría del Caos, siempre he creido que forjamos nuestro destino; es decir, hay más de voluntario que de aleatorio en nuestro presente.
Un gran post, sin duda.
Sólo pensemos que del acto sexual en que nuestros padres nos engendraron, podrían haber surgido varios millones de seres diferentes. Pero fuimos nosotros los que nacimos. A partir de ahí, que cuarenta y cuatro años y pico después de ese polvo (coito, que queda más fino) yo esté escribiendo un comentario a un post que probablemente esté en la terna de la próxima gala también es puñetera casualidad. Y no me hagáis que os cuente la historia que me ha llevado a estar en este momento delante de mi ordenador.
¡Joder con el azar!
Y si hubiera... Así empieza uno a preguntarse por todo lo que ha hecho al considerar cualquier otra alternativa. A lo hecho pecho. O no.
Joder, la verdad es que este asunto lo he pensado muchas veces. La vida es un cúmulo de casualidades y pequeños detalles. Disfrutemoslo a tope.
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