domingo, 11 de septiembre de 2011

10 AÑOS DESPUÉS DE QUE EL MUNDO CAMBIARA



A la pregunta de "¿Dónde estabas tú?" ya he contestado más de una vez: estaba conduciendo de vuelta a casa y por la radio anunciaban el suceso sin materializar aún la escala real. Se hablaba de una avioneta, de un lamentable accidente y de consecuencias inapreciables. Fue al llegar a casa cuando me percaté en directo de la proporción catastrófica y temí las consecuencias devastadoras en nuestras vidas al resbalar las lágrimas en la cara desencajada de mi mujer. Le temblaba la voz y a mí las manos. Al día siguiente compré los diarios de la mañana, a rebosar de noticias y de editoriales cautos en su mayor parte. De todos modos, gran parte de nosotros temió que fuera el principio del final de los buenos tiempos. "Después de estos atentados, cambiará la historia del mundo", auguraban los más pesimistas.

Diez años después del 11-S, tras dos guerras directas en oriente, la psicosis recurrente de los norteamericanos alimentada por su clase política, la muerte de Bin Laden, ¿qué más se puede decir de las consecuencias de estos horribles atentados que no se haya dicho ya? En relación a nuestras propias vidas, a miles de kilómetros de la urbe del orbe, se percibe toda esta década con más sosiego. Nosotros tuvimos también nuestra parte del horror terrorista en Madrid. Se saldó con casi doscientas víctimas mortales que aún andan danzando en nuestras mentes como recordatorio de la estupidez humana. Tras de sí quedó ese pensamiento pueril de que USA estaría siempre como escudo protector.

Pero ahora esta seguridad se ha desvanecido. La bendita globalización también nos ha traido un efecto dominó que ha engullido el sueño de bienestar duradero. Economistas de uno y otro signo han señalado los atentados contra las Torres Gemelas como el principio de la crisis financiera actual. Parece ser que poco después de producirse, las autoridades económicas norteamericanas bajaron los tipos de interés con el objetivo de estimular la rápida recuperación del pais. Pero se les fue la mano. Al principio, se consiguió impulsar las labores de reconstrucción de manera casi milagrosa, pero los créditos a bajo coste trajeron consigo el artificial endeudamiento de la clase baja y la ya conocida crisis de las hipotecas basura, de repercusión ya no estatal sino global. Tres años después del colapso de Lehman Brothers estamos a un paso de otra anunciada recesión que pondrá a prueba la fortaleza de esa unión de estados que quiere ser Europa desde hace más de medio siglo.

¿Y a nosotros, qué? Pues que como dijo Mike en un reciente post, la buena vida se nos puede acabar a nosotros y a nuestros hijos en cualquier momento. No sé si los pensamientos de los autores intelectuales y materiales de la masacre en aquella época eran la venganza contra Estados Unidos o el ánimo de llevar a la Humanidad a un mismo rasero: el de la pobreza globalizada, pero se han lucido. Los pobres etíopes que no tienen culpa de nada sufren las consecuencias del desplome de la ayuda humanitaria desde los paises occidentales. ¿Justicia? ¿Efectos colaterales?



En casa, mis hijos han crecido en altura y consciencia desde el 2001. Son conscientes, sólo a medias, de que si salen al mercado laboral demasiado pronto serán devorados por el desempleo que se ceba en los jóvenes como sucede en la sabana. Pero también saben que siguen disponiendo de ADSL everyday. Mañana, Dios dirá. Hoy sigo teniendo a mano aquél diario del día después que me recuerda cuán fragil es todo.

3 comentarios:

Mike Muddy dijo...

Yo estaba en casa, en la sobremesa, viendo el telediario de La 1 cuando Ana Blanco dio la noticia. Trabajaba ese día, pero no podía apartarme del televisor; de hecho, no aparecí por la redacción hasta media tarde.
Recuerdo que me indignó esa portada tendenciosa y nada piadosa de El País: con Nueva York respirando los restos volatilizados de casi 3.000 paisanos, Bush parecía el culpable de todo y el mundo estaba en vilo por su represalia. El texano nunca fue santo de mi devoción, pero el germen de todo fue el fanatismo de Al Qaeda, no la estupidez de Bush. Es cierto que el gendarme del mundo (EE.UU.) no ha hecho más que meter la pata desde entonces, pero El País también lamentó la muerte de Bin Laden, que por lo visto merecía un juicio justo y no dormir con los peces...
El 11-S acabó, ya en los estertores de nuestra juventud, con esa felicidad-seguridad con la que creció nuestra generación.

yiyi dijo...

Yo estaba trabajando y no me enteré de nada hasta el medio día
No era muy consciente en ese momento del calibre del suceso hasta que alguien dijo que allí trabajaban miles de personas y que los muertos se contarían tb por miles.
Ese atentado produjo un efecto tapón sobre la recesión que tocaba en ese momento ya que hacía varios años que no se producía. Para evitar esta recesión y las consecuencias del atentado se puso en marcha toda la batería posible de medidas financieras, principalmente bajar los tipos a cero. Se solucionó esa crisis pero ahora la estamos sufriendo el doble de profunda. Todo se compensa en esta vida
Sobre las consecuencias nadie acertó. Los yanquis emprendieron guerras contra el terrorismo que no han ganado. Los islamistas querían recuperar el Islam como sistema político y el resultado están siendo las revoluciones psudodemocráticas de los países árabes, algo es algo, pero para una civilización con un retaso de 500 años respecto a la nuestra es un gran avance
Todos hemos perdido
Lo que tengo claro es que nada será como antes. Esto es una crisis financiero-existencial para todo el mundo. De aquí surgirá un nuevo orden mundial donde EEUU y Europa no tienen por qué ser los más listos de la clase
Dios dirá, por ahora los analistas no están acertando ni una

gonso dijo...

A las tres de la tarde entraba en clase y eso significa estar desconectado del mundo mundial. Un profe entró en el edificio, y a través de los cristales le ví muy nervioso yendo de un sitio a otro hablando con todo pichichi.
Así me enteré y luego me pasé la tarde en casa pegado al televisor sin poderme creer lo que veía.
Al día siguiente rescaté las fotos que tengo, tanto en la base de las torres gemelas como en el observatorio del piso nosécuantos.
Fotos que ya no podré sacar nunca más.