lunes, 12 de abril de 2010

EL PACIENTE Y LA SEÑORA CUCHARA

El tipo sumerge el cubierto en la papilla, coge una cantidad generosa y lo conduce con habilidad hacia la boca de su retoño, esquivando los bracitos que se mueven como aspas de molino. "Atención... aquí viene señora cuchara". La pequeña retiene la papilla en la boca sin tragarla y la echa fuera poco a poco, pero ahí está señora cuchara para recogerla y volvérsela a introducir con mimo. La escena se repite decenas de veces a lo largo de una hora. Todos los días. Desayuno, merienda y cena (la comida, los días laborables, es en la guardería). Al tipo no le importa; mejor dicho, le importa mucho que su hija Stella, su niña milagro, tres años ya cuando parecía imposible que sobreviviera siquiera una semana, coma lo suficiente para seguir adelante, así que señora cuchara y él invertirán todo el tiempo que sea preciso. Y la llevará a rehabilitación, y a la piscina y al cole para niños especiales pegándose unos madrugones de escándalo, restando tiempo a sus aficiones, a su descanso, con la misma paciencia geológica con que la naturaleza excavó el Gran Cañón del Colorado. Y sin perder la sonrisa.

Al tipo, como conté en mi último post, lo despidieron el Lunes Santo. No daba el perfil. Pero tiene un plan. Alejado del periodismo, eso sí. Cobrará de la Ley de Dependencia como ángel de la guarda oficial de su hija y, además, estudiará los cursos necesarios para dedicarse profesionalmente a esta tarea ayudando a otros. La ley abonará el campo y él estará allí para recoger la cosecha. Tiene la experiencia, la paciencia y el tesón necesarios. No conozco a nadie con un perfil mejor.

3 comentarios:

gonso dijo...

El ABC se lo pierde, pero lo gana su hija. Buen cambio.

yiyi dijo...

De puta madre, me he emocionado, esto me alegra la semana

Titus Jones dijo...

La vida es abrir y cerrarse puertas continuo. Tenemos que buscar simepre nuevos caminos que muchas veces los tenemos en casa, no hace falta irse muy lejos.