martes, 6 de abril de 2010

EL PERFIL EQUIVOCADO

Lunes Santo. Gran parte del Foro ha volado a otra parte, pero el tipo, como todos los lunes santos de las últimas dos décadas, acude a la redacción porque tiene curro, el cierre de varias revistas que sirven para engordar la oferta de fin de semana de los periódicos de un grupo de comunicación. Al margen de libranzas, en el gremio sólo se para tres días al año (Nochebuena, Nochevieja y Viernes Santo). Hay una parte del trabajo en los medios que no tiene visibilidad pública: no hay una firma bajo un texto, ni una voz detrás de un micrófono, ni un rostro delante de una cámara. Hay profesionales que están anclados a una mesa de control o que sirven de intermediarios entre los que crean y los talleres, ángeles de la guarda que gestionan entrevistas para que los conductores de programas se luzcan o que cuidan que las letras no estén fuera de registro, que la publicidad vaya en su sitio y el color no parezca "lavado"; gente anónima cuyo empeño es esencial para la calidad del producto. El tipo de nuestra historia es uno de ellos. O al menos lo era hasta el pasado Lunes Santo.

Primera hora de la mañana. Llamada telefónica de Personal. "¿Puedes venir?". Tal y como están los tiempos, estas llamadas no son para subirte el sueldo. Así que piensa: "Estoy muerto". En realidad, la venta de la moto no es tan cruda. Un sujeto con corbata de Hermès te dice que "no das el perfil", no que estés muerto. Un chaval mileurista sí da el perfil. Y añade: de este mal trago quizás salga una buena digestión, una nueva oportunidad. A partir de ahí ya es cosa tuya que quieras enredarte en pedir explicaciones, tratar de negociar, suplicar y demás estrategias que sólo sirven para perder el tiempo y la dignidad. El tipo decide evitarse humillaciones. Pilla el finiquito, va a su mesa, recoge las cuatro cosas que puede llevarse, envía un par de mensajes a colegas con el móvil de empresa ("No me llames más a este número. Estoy despedido"), devuelve el aparato en administración, agarra la puerta y se va sin mirar atrás. El jefecillo que le puso el cascabel y el de recursos humanos que se encargó de la ejecución apenas ven una sombra marcharse. Alguien sin rostro. Con el perfil equivocado.

Luego, en la calle, el tipo se transforma en Juan Carlos, Escuer para los amigos, alguien perfectamente reconocible, con 45 tacos, mujer, dos hijos y un futuro. Difícil, pero con un futuro.

Una semana después, el Lunes de Pascua, el tipo ya tiene un plan...

4 comentarios:

PacMan dijo...

Estoy deseando saber lo que hay al otro lado de ese plan. Es más, estoy seguro que voy a leer en breve lo bien que fueron las cosas con ese maravilloso plan, el plan perfecto. Me muero de ganas. Ya lo estoy saboreando. Y tendrá un final feliz. Un abrazo, Escuer.

gonso dijo...

La vida no se termina cerrando una puerta, quizá se pueda complicar, y mucho, pero mientras haya aliento hay que tirar para adelante.
No conozco ni un solo profe que haya salido de mi cole que lo haya lamentado mucho.

yiyi dijo...

Cojonudo esto de dejarnos en ascuas sobre una cuestión tan importante.
Espero la secuela de este artículo con verdadera impaciencia, escríbela rápido, quiero saber, quiero que Escuer se ría de su exempresa

Titus Jones dijo...

La vida sigue....y hay que ver una oprtunidad donde hay un problema. Quizá la vida tenga más sentido ahora que antes.