La verdad es que estoy hasta los Webs de estar fuera de mi casa, aunque intento automotivarme cada vez me va resultando más difícil, debe ser a edad.
Siguiendo con mi ruta Scarlatiana este fin de semana me ha tocado venir a Valencia. No es que me sienta identificado con esta tierra, pero en esta ciudad y en concreto en la Calle Marques de Sotelo cambió mi vida para siempre. Sin buscarlo y sin quererlo que es como suelen pasar las mejores cosas. En mitad de la calle y viendo la cremà me atravesó cupido con su flecha. Se que suena bastante cursi y hortera pero es que no tengo vuestro natural gracejo verborreico.
No se quien fue ese tal Marques de Sotelo, pero el caso es que le debo algo, porque allí, viendo arder la falla de la Plaça del País Valencià (que por cierto estaba sin acabar), se encendió la mía particular y la de mi Yoli. Siempre que vengo a Valencia intento pasar por allí, para comprobar que la falla sigue ardiendo y de momento no la apaga nadie. Quizá sea un romántico, pero me trae buenos recuerdos. Mi mujer no lo entiende y le da lo mismo, pero a mi me gusta comprobar que la llama sigue calentando y dando luz....y que dure muchos años.
Yolanda, un beso desde Valencia y a los demás......también
3 comentarios:
Eres un romántico. Supongo que la Yoli se duerme cuando le cuentas esas batallitas. Mujeres... Ni con ellas ni sin ellas.
La Yoli simplemente pasa, es lo que hay
Todo un sentimentalón. Quién lo diría cuando empiezas a soltar barrabasadas por esa boca. Ya no sé si la pose es la del Titus destroyer o la de osito Mimosín.
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