Un buen amigo mío me pidió que comprara el periódico este domingo. No un periódico cualquiera, sino aquél con las grapitas que tanto he visto por casa de mis padres cuando era un crío y que casi nunca compro, no por principios, sino por coherencias. Un resorte saltó en mi cortex al instante y cual penitencia autoimpuesta, me hice el firme propósito de engordar las menguadas arcas de la S.L. que lo edita. El motivo de que así lo hiciera no importa; lo que interesa es el acto en sí.
Me despierto con el objetivo en mi mente. 10:00 h de un Domingo de Resurrección. Recién desayunados, salimos todos juntos al encuentro de la mañana, apenas calentada por un tímido sol de Abril que pugna contra la fría brisa. Nuestros perros nos flanquean fieles. Compruebo que aún estamos en plenas vacaciones de Semana Santa. Las calles, vacías de coches y viandantes. Casi no se ven niños. Penetro yo solo en la cueva de las maravillas. Mi familia se queda fuera. Llego al montón de periódicos apilados y me llevo el premio con aproximaciones por 2,20 euros.
Con cierto nerviosismo, ya relajado en casita, someto a un minucioso examen el fruto de mi compra. Con expectación me libro de las dos bolsitas de plástico, un DVD con una peli de Catherine Deneuve -por Dios-, propagandas de una Compañía de Seguros, el Suplemento del Domingo, otro suplemento de Economía, y un suplemento más... con una sorpresita doméstica. De los 628 gramos, sólo 206 son del Diario -más las grapitas-. Y aquí estoy yo, abriendo y leyendo de atrás a delante como siempre lo he hecho, parando en ese crucigrama 11x11 que siempre me reta, los deportes, la página de ciencia cuando la encuentro, el chiste de Mingote, los artículos de opinión... Nada ha cambiado en definitiva. Quizás echo de menos a ese Cándido que se fue con Mena hace ya más de dos años. Por mucho color que le hayan añadido, por mucho que se haya modernizado la portada, siempre será el diario de siempre. Con esos bordes serrados y esos agujeros que traspasan las hojas de la mitad trasera y que mi mente de niño nunca supo traducir. Ni ahora quiero.
Espero que este medio tenga cabida en el siglo de Facebook y Twitter, donde si no tienes mil amigos no eres nadie. Bueno, al menos para mí, este Domingo ha sido el de su resurrección. ¡Un cariñoso saludo al equipo humano que lo saca adelante, a pesar de todo!
1 comentario:
Gracias por contribuir a la causa. Y esa portada de la bici... je, je, la sacaron sin mi autorización en un suplementillo publicitario. Espero que os haya gustado el reportaje de las tareas domésticas. Cuando vuelva a currar (tengo ahora unos días libres) os lo envío a todos en PDF.
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