jueves, 23 de abril de 2009

UP AND DOWN, UP AND DOWN (crónica oscura)

Ya estoy por aquí pero haremos como si fuera en directo.
Day one. A las cinco y media de la mañana sale el sol, o lo intenta que ya sabemos cómo son las nubes por la pérfida. En cualquier caso amanece y los pájaros comienzan a saludar al nuevo día con cantos y arrullos. Claridad y pios-pios no encuentran obstáculo en mis ventanas del siglo XVIII y experimento la sensación de vivir con los ritmos de la naturaleza.

Vuelvo a recorrer las calles de la antigua capital inglesa y en especial la rectilínea High Street, flanqueada por casas antiquísimas de estilo Tudor con vigas oscuras de madera a la vista.

Parques perfectos con flores primorosas y abuelas y abuelos que pasean despacio o conducen carricoches eléctricos que les permiten moverse a sus anchas. Todo sigue igual, nada ha cambiado. Me recorro la calle un par de veces arriba y abajo, up and down, up and down. Qué tranquilidad, qué paz, qué bonito es todo.

Day two. El siguiente amanecer me pilla de peor humor. Ya podría clarear un poco más tarde, o por lo menos alguien podría haber puesto unas persianas y unas cortinas... pues no. El mirlo y las palomas también podrían buscarse otro sitio para sus cantos matutinos. Que no será por arbolitos. Coño. Me arrastro hasta High Street y empiezo a recorrerla despacio. Up and down, up and down. Cada tienda, cada casa siguen en su sitio, las flores no han perdido ni un sólo pétalo o alguien ya se ha ocupado de dejar los parques en perfecto estado de revista desde muy temprano. High street up and down, up and down. En fin, no hay mucho más que hacer para matar las lentísimas horas inglesas. Bufff, qué lento es todo. Qué bonito, qué bucólico, qué tranquilo. Qué coñazo.

Day three. La mierda de las contraventanas no sirve para nada, parece que amaneciera antes dentro de la habitación que fuera. Lo de los putos pajaritos no tiene nombre y no me extraña que Jane Austen muriera en la casa de al lado. Fijo que palmó de los nervios por escuchar al tatarabuelo del hijoputa del mirlo que está pididendo a gritos que una escopeta del doce haga justicia al amanecer. Me he quedado con la cara del plumífero cabrón que me mira desde encima de la tapia de enfrente y si tuviera fuerzas le tiraba un zapato. High street again. Up and down, up and down. Qué mierda de calle. Tan limpita que dan ganas de escupir en el suelo, mearse en una esquina, patear parterres y poner las casas Tudor perdidas de graffiti cagándome en sus muertos más frescos. Qué asco todo tan ordenadito y silencioso. Y los viejos andando por enmedio de la puta acera a paso de tortuga y encima el abuelo del carricoche dobla la esquina sin mirar y casi me atropella. Anda y derrapes.

Así mato el tiempo up and down, up and down High street. Bien para unos días pero no para una vida. Demasiado pequeño, demasiado bucólico y demasiado ordenado.

2 comentarios:

PacMan dijo...

Nada hay como viajar. "Enrólate, decían. Verás mundo, decían." Pero, como en casita no hay nada.

Mike Muddy dijo...

Vaya, empecé a leer esto pensando que sería un post erótico (por lo de "up and down") y ha resultado ser una crónica costumbrista...