miércoles, 13 de junio de 2007

25 AÑOS DE LA GRAN DECEPCIÓN


Aquí lo tenéis. El puto Naranjito. La mascota más patética de la historia. Ninguno de nosotros había llegado a la veintena en 1982. Éramos jóvenes... y gilipollas. Tan gilipollas que compramos entradas para los partidos de la segunda fase que, de quedar primeros de grupo, algo por lo que apostaba hasta el más recalcitrante cenizo, jugaríamos en el Calderón. Nos había tocado con tres "potencias": Honduras (empate a un gol, y gracias), Yugoslavia (víctoria 2-1 con un penalti a favor que no existió) e Irlanda del Norte (derrota 0-1, con gol de Armstrong, nada que ver con el astronauta ni con el ciclista, pero famosísimo en su pueblo, hay que joderse). Nos clasificamos de milagro, pero para morir en el Bernabéu contra Alemania e Inglaterra. Algunos consiguieron revender las entradas (el Chino, con su labia habitual). Otros nos las comimos con patatas. Y, creo recordar, algún optimista incluso fue al Bernabéu. Hubo quien desde entonces sólo jura fidelidad a su club (¿verdad, Titus?).

El Mundial 82 (hoy se cumplen 25 años del partido inaugural) fue la primera gran decepción de muchas otras que hemos sufrido con la "roja" (la penúltima y hortera denominación de la selección española; ya sólo falta que le pongan letra al himno como amenazan algunos). Ganamos Tours de Francia, Roland Garros, mundiales de F-1, Motociclismo e incluso Baloncesto, pero en fútbol... Por desgracia, mientras nosotros hemos dejado de ser jóvenes, nuestros futbolistas siguen siendo gilipollas.

En fin, recordemos al menos la alegría de los italianos junto al héroe del Mundial, Paolo Rossi:

2 comentarios:

PacMan dijo...

¡Hasta tengo las entradas plastificadas en el album de fotos de ese año! Todavía recuerdo sus nombres: Arcomanta, Juanillo, López Aparte, Alestanco, Quimi, Tendido o Bordillo.
Me cuesta reconocerlo, pero a pesar de los pesares, sigo siendo como las cónyuges de los maltratadores: siempre espero de ellos que siempre se rehabiliten ante mis ojos y por ende, siempre les perdono. Un día de estos me matarán del disgusto. Hasta que llegue ese momento de perverso sadomasoquismo, -mi marido me pegggga-, sigo diciéndome a mí mismo: -A POR ELLOS, OOOEEE- (pero en bajito). ¿Volveremos a revolcarnos alguna vez como el día del 12-1 a Bonello y compañía, esta vez durante una final de verdad? Por lo menos, que lo veamos rodeados de nuestros nietos.

Gonso dijo...

Sólo a mí se me ocurrió pegar un adhesivo del naranjito en la ventana de mi cuarto y me dormía todas las noches con la visión del engendro ese. Hubo hasta una serie de dibujos animados y acompañaban al bicho otras frutas. Había un limón que se llamaba Citronio, del resto no recuerdo los nombres pero seguro serían de antología de la pota.
Yo sigo siendo de la selección aunque los Clemente, Camacho, Luis y otros gurús del jurgol patrio se empeñen en que nos nacionalicemos de cualquier otro lugar futbolísticamente hablando.
Lo del himno me parece inútil, a estas alturas de la película y con lo que se estila en letristas, nadie se va a quedar contento. Me quedo con el Chunda, chunda.