viernes, 26 de agosto de 2011

3 SIGUIENDO EL CAMINO


Nos levantamos pronto, el albergue se cierra a las 8. Arturo el hospitalero nos ofrece un desayuno más que digno y nos da las últimas instrucciones para seguir el camino. Se nota que es una tarea que repite cada mañana con cada grupo de peregrinos y disfruta con ello.
Salgo antes que mis compañeros, mi estrategia es distinta, yo voy lento pero sin pausa, ellos meten caña desde el principio y paran para hacer largos descansos, tengo claro que si intento seguir su ritmo reviento, por ello lo que hago es acordar el punto de destino y quedamos allí al final de la jornada. Yo sigo mi ritmo.
El primer pueblo es Simancas, muy cerca de Valladolid, famoso por su archivo general y todos los pleitos que ha tenido últimamente a cuenta del traslado de documentos a Cataluña, pero nada de esto tiene importancia hoy.
Dejo la vega del Duero ascendiendo una fuerte pendiente para llegar al páramo castellano, estoy en tierra de campos. Paisajes infinitos, monocultivo de cereal, llanos fácilmente ciclables. Llevo un ritmo buenísimo. El paisaje solo se rompe por valles abruptos generados por los afluentes del Duero como el que me encuentro al llegar a Wamba. Este nombre siempre me hizo gracia, es el de un rey godo, no sé si vivió aquí.


Dejo a un lado el monasterio de la Santa Espina, ya lo conocía de otra excursión. Guarda como reliquia un trozo de la cruz de Cristo, igual a la que se guarda el Santo Toribio de Liébana u otros muchos monasterios a lo largo del mundo. Seguro que si juntamos todas las espinas del mundo nos da una cruz de dimensiones descomunales, lo que importa es la veneración de la gente por un objeto, autentico o falso, que rememora un acto realmente generoso, morir para perdonar los pecados del mundo. Estamos en el camino de Santiago y la religión es importante.


Continúo por tierra de Campos, llego a Medina de Rioseco, pueblo con mucha tradición en el camino de Santiago. Desde aquí puedes tomar varias alternativas, decido seguir por el Canal de Castilla, esto realmente no pertenece al camino pero me atrae la obra de ingeniería realizada en Castilla para crear una ruta fluvial por el paramo, tenía la intención de unir el norte con el Sur de España conectando distintas cuencas fluviales mediante canales y esclusas realmente ingeniosas que se utilizaban para salvar los distintas altitudes orográficas. Llegó a funcionar parcialmente en el tramo que se construyó, pero era un reto demasiado grande para la época. Hoy queda como canal de riego, pero admiro la visión de futuro de estos estadistas. Pensaron a lo grande, tenían una visión general de España, sabían que esto podría representar un gran avance, no se perdían en discusiones de patio de colegio como ocurre ahora. Hay que seguir su ejemplo.


Sigo avanzando por la provincia de Valladolid, el objetivo es conectar con el camino Francés, ya en la provincia de León. Inicialmente estaba previsto llegar a Sahagún, pero Arturo el hospitalero nos recomendó variar un poco el recorrido y llegar a otro pueblo, Bercianos, nos adelanta 10 km ya en el camino Francés.
Bercianos del Real Camino es muy pequeño pero tiene un albergue muy grande, en el sentido figurado, es el más auténtico de todos los que visité. Pertenece a la iglesia del pueblo, lo llevan dos voluntarias encantadoras. Al ser un pueblo muy pequeño no hay ningún restaurante y en el refugio sirven la cena para los peregrinos. Todo se hace con la colaboración de todo el mundo, se prepara la cena, se recoge y se friega gracias al trabajo de todos. Después de cenar, en la sobremesa los peregrinos cuentan de donde son y tiene que cantar una canción típica de su tierra, todo ello animado de manera fantásticas por las dos Hospitaleras. Gente de Corea, de Brasil, Italia, Alemania, Suiza y más nacionalidades se encuentran para hacer un camino, cada uno tiene su motivación, realmente impresiona.
Después de cenar salimos a ver la puesta de sol desde el refugio y después hay una reunión voluntaria de oración y reflexión a la que acude todo el mundo. Esta reunión es dirigida por las hospitaleras de manera discreta, cada uno expone sus experiencias del camino en su idioma o simplemente permanece en silencio. Los italianos hablan de experiencias religiosas, la motivación de una alemana es la de recorrer un camino lleno de naturaleza. Dos coreanas, madre e hija lloran emocionadas al llegar su turno, por supuesto no entiendo nada, pero mi intuición es que están aquí cumpliendo una promesa. Acabamos rezando unas oraciones, cada grupo en su idioma, los sonidos son distintos, pero los sentimientos se unifican.


Es el final emotivo de una buena jornada, 120 Km por terreno mayoritariamente llano, una media de 13 Km/h. Estoy satisfecho, el programa se cumple tal como lo había pensado.
Siguiendo el camino voy teniendo más claras algunas cosas, las largas horas de pedaleo me ayudan a pensar, el ejercicio eleva las endorfinas y te llevan a un estado de euforia y optimismo que, aun hoy, cuando escribo estas líneas, se mantiene.
Cuando llega la hora de explicar mis motivaciones para hacer el camino en la reunión, me guardo una parte para mí, pero si hablo de lo poco que se necesita realmente. En este camino llevo muy pocas cosas, apena dos mudas, una bici de casi 20 años de antigüedad y la decisión de hacer un camino. Cada vez tengo más claro que lo importante no es lo que se tiene, sino el plan que te marques, la meta a la que quieres llegar, lo demás es accesorio.
¡¡Ultreya!!Compañeros. Mañana seguiré de nuevo el camino, sé dónde quiero llegar, solo me falta saber lo que quiero los próximos años, seguro que en Santiago ya lo tengo decidido.

2 comentarios:

gonso dijo...

Sigo tu ruta física, la interior sólo está a tu alcance, pero ayuda a encontrar el Norte. Sigue hacia adelante compañero.

Mike Muddy dijo...

Me gusta mucho ese apunte de introspección. No he hecho el Camino, pero siempre he pensado que es mucho más que un reto deportivo. Esas veladas con peregrinos debieron ser realmente emocionantes.