lunes, 29 de agosto de 2011

RETORNO AL MESÓN

Hace unos días quedé con Titus para llevar a nuestros retoños al cine en Villalba. Me propuso, con buen criterio, dejarlos en la puerta de la sala, pasar de la peli (era sobre un marciano llamado Paul, creo) y practicar el cervecismo. "¿Por qué no vamos al Gallo Rojo?", dijo. "Pero... ¿existe todavía?", dudé. Hacía casi veinte años que no pisaba por allí. Durante este tiempo, una vez pasé en coche por la zona buscando una ferretería y mientras callejeaba me acordé del mítico mesón, pero no di con él. Decidimos probar. Por lo menos, daríamos un paseo y si fracasábamos podríamos apretarnos unas birras en cualquier terraza por el camino. Hablamos de los recientes sucesos de Londres, de la crisis económica (y de valores, aún más grave) y de la educación que estamos dando a nuestros hijos, a los que no informamos convenientemente de que su buena vida puede acabar en cualquier momento. También de que a nuestra generación no le queda otra que practicar el "Carpe diem" de forma radical; nuestras mujeres dicen que es la crisis de los 40, pero yo creo que es la crisis de todas las edades desde que uno ingresa en la madurez. Estábamos en estas disquisiciones cuando llegamos al territorio del Gallo Rojo, cerca de la estación de ferrocarril de Villalba. Después de un rato de búsqueda estuvimos a punto de arrojar la toalla. Entonces nos topamos con un establecimiento llamado Mesón O'Botafumeiro, y su fachada nos llamó la atención. "¿No era aquí?". Si no era, desde luego se parecía mucho. Entramos. Hacía un calor del carajo, pero sí, podría ser. La barra a la derecha y una sala con mesas al fondo. Ahí nos solíamos sentar a gestionar los minis y las raciones. Ahí Miss Scarlett's Band compuso sobre una servilleta de papel uno de sus "hits", "Zu-Yan" (ese original desaparecido tendría hoy el mismo valor en el mercado que un dibujo de Picasso). Nos sentamos en la barra y tras pedir dos cañas le preguntamos al camarero. "Sí, esto era el Gallo Rojo", confirmó. "Hace unos años se vendió y el nuevo propietario cambió el nombre del mesón". Los recuerdos acudieron a nuestra mente, pero sólo por un rato. Apuramos las cervezas y abandonamos el antro semivacío y sin aire acondicionado en busca de una terracita. Cualquier tiempo pasado fue mejor, aunque al menos este mesón, con otro nombre, sobrevive, mientras La Chuletera expiró con toda su grasa.
Qué mayores somos, anyway.

2 comentarios:

PacMan dijo...

Qué tiempos. En aquella época trasegábamos cerveza y babas como cosacos pensando en un porvenir mejor. Ahora compartimos cervecismos temiendo que el efímero bienestar de nuestros hijos acabe. Qué 360º más rápidos nos ha hecho dar la vida. Sin embargo tenemos dibujados 25 círculos más en nuestros troncos.

Titus Jones dijo...

La verdad es quefue deprimente. No era lo mismo y nosotros tampoco.
La Chule ha muerto y El Gallo Rojo también. Nos queda comprobar si existe "el enérgico" y "Chapanda". Queda pendiente.