Madrugón, desayuno en el albergue de peregrinos, soy de los últimos, aquí, en el camino la gente se levanta a las 5 para aprovechar al máximo las horas de fresca.
El día no comienza nada bien, tengo un fortísimo dolor de rodilla y está muy hinchada, me cuesta caminar, no puedo doblar la rodilla, empiezo a tener alguna duda sobre si podré continuar.
Hago de tripas corazón, la etapa hasta León es muy plana e intentaré seguir despacito, seguro que cuando vaya calentando el dolor se pasa. Decido salir.
Los primeros Km son un suplicio, el vasco fanfarrón con el que me ha tocado dormir me suelta una vacilada y me pasa a toda castaña, ya podrá. Arrieritos somos y en el camino nos encontraremos.
La cosa no mejora, pero el camino ayuda, es muy llano y podré llegar a León. Allí compraré algo de doping y continuaré camino. Un dolor no me puede apartar del objetivo.
Llego a León, nos reciben voluntarios del Samur, nos explican el itinerario de la ciudad, donde sellar nuestro pasaporte y los servicios básicos para peregrinos. Buena organización. Yo solo necesito una farmacia. La encuentro y me venden un Voltarén.
El poder de la mente y la autosugestión son infinitos, nada más tomarme las pastillita el dolor empieza a ceder, este medicamente es una maravilla. Comienzo la visita a León, fotito en la catedral y en el parador, alguna compra y sigo camino.
Con el dolor ya controlado afronto el resto de la etapa con mucho más optimismo, continuo por tierras leonesas dirigiéndome a tierras maragatas. He quedado con mis colegas en Astorga.
Ya conocía la zona de excursiones anteriores y me acuerdo de una deuda pendiente en Astorga, esto me da muchas fuerzas.
La etapa discurre por llanos y zona de viñedo, alguna pendiente fuerte pero corta, preludio de otras bastante más potentes en etapas futuras. Desde el crucero de santo Toribio se divisa Astorga, capital de la comarca Maragata, detrás ya se ven las cordilleras que delimitan toda la zona.
Estoy en Astorga, pueblo monumental con catedral vieja, palacio episcopal, obra de Guadí y murallas romas. Es un enclave estratégico y por aquí han pasado todos los dominadores de la península, romanos, visigodos, árabes y cristianos.
Me alojo en un albergue de monjas, es muy grande y no tiene el encanto del anterior, también hay gente de todo el mundo pero no hay convivencia, solo es un lugar de paso, sin personalidad.
Mis colegas ya están aquí y nos tomamos unas ricas cervezas en la plaza, delante del ayuntamiento, es un marco incomparable para la práctica del cervecismo. La ocasión invita a la charla y tengo ocasión de conocerlos mejor.
Miguel tiene 40 años, es un súper deportista, hace bici de montaña, footing y es miembro de un club en Colmenar que realizan un deporte consistente en localizar una serie de puntos en un terreno agreste con la única ayuda de un mapa y unas coordenadas. Gana el que más rápido lo haga gracias a la estrategia que aplique y a la velocidad a la que se mueva por el bosque, por supuesto si quieres ganar debes correr. La segunda parte de sus vacaciones será en Lituania participando en un concurso internacional de esta modalidad.
Miguel es el mayor de mis colegas, el más asentado, no tiene hijos, posiblemente por ello se ha podido dedicar al deporte con tanta dedicación. Me confiesa que han intentado tener niños con técnicas de reproducción asistida en varias ocasiones pero no han funcionado. Actualmente están en tramitación para adoptar un niño y está en la fase de habilitación para poder hacerlo. Sabe que es un proceso largo.
Como os decía trabaja con los otros dos compañeros en una fábrica de piezas industriales pero no me pega nada en este trabajo, supongo que la vida le ha dirigido por ese camino.
La jornada empezó fatal pero está terminado fantásticamente bien, y todavía no he saldado la deuda con Astorga. Han sido 100Km bastante cómodos a excepción de los suplicios de las dos primeras horas, pero todo lo doy por bueno si al final puedo reponerme con un cocido maragato en el restaurante que mejor lo hace, Restaurante La Peseta. Por fin me cobro la deuda.
La cena es épica, un cocido maragato consiste el plato que ya conocéis pero se degusta al revés de lo que normalmente se hace. Se comienza con la carne, el tocino, la morcilla, el chorizo y el jamón. Todo ello de primera calidad. Se continúa con la legumbre, la patata y las berzas, tiernísimas. Y se acaba con la sopa perfectamente sazonada. Todo ello regado por medio litro de vino de la tierra y finalizado con arroz con leche.
El motivo de tomarlo así es, según me cuenta un lugareño, una tradición que ordenaba tomar lo más calórico y sabroso al principio y dejar lo menos nutritivo para el final. Así evitaban tener que compartir la parte más suculenta con los franceses en tiempo de ocupación pues estos tenían la costumbre de asaltar las casas de los paisanos a la hora de la comida.
El motivo me parece una tontería pero lo que si aseguro es que de esta manera comes muchísimo más pues la verdura y la legumbre sacian antes y por ello comes menos carne. De esta manera te tomas toda la carne y el delicioso tocino a saco, sin límite. Todavía hoy cuando escribo estas líneas se me hace la boca agua. Puedo dar mi deuda por saldada, pero os propongo repetir el festín todos juntos, ya me diréis.
Reflexiones: la primera, todo llega tarde o temprano, hay que saber esperar el momento y la oportunidad adecuada. La vida siempre ofrecerá una oportunidad para alcanzar el objetivo deseado, muchas veces de la manera más inesperada. Quizá mi despido del trabajo me esté dando la oportunidad de hacer lo que siempre he querido, de emprender el camino por mi cuenta, de ser el único responsable de mi trabajo. Quién sabe, ya veremos
La segunda: todo plan tiene dificultades, un dolor de rodilla no puede apartarte del camino, hay que aguantar pues el propio proyecto da alternativas, lo único que hay que tener claro es el objetivo. ¡¡Ultreya!!,compañeros, siempre adelante como decían los antiguos peregrinos. Santiago ya está más cerca. Mañana será una etapa dura.
2 comentarios:
Páter, eres un tripero impenitente. No te dés muchos de esos homenajes que luego hay que dar pedales...
Ánimo que ya queda menos.
Recuerdo esa visita a Astorga con el restaurante La Peseta cerrado. Nos apretamos un cocido en otro sitio, pero seguro que el de La Peseta está mejor. Sí, algún día compartiremos mesa y mantel en ese establecimiento.
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