No creo en las obligaciones autoimpuestas. Quizás por esa razón se han pasado los días y no me ha sonado la voz de ningún Pepito Grillo susurrando que volviera a escribir. Los que me conocéis bien sabéis que adoro el castellano y lo trato como a mi propia familia. Lo riego, lo abono, no escatimo consultas al DRAE cuando es menester, y sobre todo, disfruto golpeando las teclas o con mi estilográfica sobre el escritorio de mi mesa de despacho. Escribo por placer. Cuando hay algo que decir, lo suelo poner por escrito, ya que mi memoria es flaca y algún día se la terminará de llevar el maldito alemán. Escribo en el trabajo y escribo en casa. Diría que lo hago correctamente y desde el respeto que le tengo a quien lo domina de verdad, admiro a los profesionales de la palabra. Algunos amigos me recuerdan que debería escribir más, pero no voy a compararme.
Un buen día, hace ya casi cuatro años, nos embarcamos en un cuento etéreo de comunicación presidido por una frase antológica del amigo Platón de Atenas. Me encontraba por aquel entonces dispuesto a la fácil cháchara y al palique derrochador, así que no dudé en cogerle la palabra al griego y devanarme la sesera para destilar TEMAS con mayúsculas que fuesen del agrado de mis potenciales lectores así como participar en tertulias electrónicas al hilo de cualquier artículo que fuese de común interés y convidara a debatir. Así -me dije- contribuía a segar la parte de césped que me correspondía y ya de paso al césped de algunos que no tenían aperos de labranza. Pues bien, bueno para mi jardín, bueno para el del vecino. En realidad me había reencontrado con la ilusión perdida por comunicar y por estar en mitad de un vecindario creciente de setos cortados a tijera.
Y en eso llegó Fidel... bueno no sé si fue el cubano u otro, el caso es que cambió mi necesidad de expresarme. No sólo eso, sino que tampoco he encontrado la rutina de leer el blog. He perdido el ritmo. No hablaré de guarismos. Ya sé que son pésimos. ¿Os he dicho que odio al que inventó la estadística matemática? No me importa. Me la pela. Cuando encuentre el tempo, me volveré enganchar... o no. Me encuentro estupendamente. Estoy aquí para lo que queráis. Por mail, por correo ordinario. Por teléfono. Por el caralibro. Cuando pueda me reengancho y asunto concluido. No es un drama. Pacman sigue al pie del cañón. Diferente, pero ahí.
Hoy me ha apetecido decir algo. Cuando limpias en la buhardilla tienes que tener el día de cara y te tiene que apetecer. Si no apetece, te cuesta más que la subida al Tourmalet. Ahora me apetecía poner en orden unas cuantas ideas. Me voy a por los chavales. Un abrazo a todos... ¿desde el lado oscuro?
3 comentarios:
Si no sale, no sale.
Pero se echa de menos. Pasar de un extremo al otro cuando menos llama la atención. Si dices que estás bien y que simplemente es que no te apetece pues vale, se entiende, acepta y a cascarla a Parla... pero quizá, en aras de la jardinería fraternal, un esfuerzo de rastrillo, abono y riego se agradecería.
Anyway estás en tu casa y cada uno entra y sale cuando le peta.
Me alegro de volver a leerte.
Paco, eres un maricón pero a pesar de todos te queremos como eres. Tu mismo.
Te entiendo Pacman. Yo también he tenido periodos de sequía/apatía/olvido del blog. Sólo mi puñetera manía de vencer mis pepeapuestas me impide desengancharme en exceso. Te diría que buscases alguna excusa para obligarte a publicar cualquier cosilla de vez en cuando. Mola abrir el blog y encontrarse posts de cualquier member, no sólo de dos.
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