domingo, 3 de octubre de 2010

EL REDACTOR JEFE

Algunos de vosotros le recordaréis. No porque le conociérais personalmente, sino por lo mucho que me hizo sufrir cuando di mis primeros pasos en el oficio de mis pecados. Llegaba a las citas de la Chule tarde y encabronado, pero pronto ahogaba mis penas en un mini de cerveza en buena compañía. Su nombre no viene al caso. El escritor y periodista polaco Ryszard Kapuscinski solía decir que solo las buenas personas pueden ser buenos periodistas. Mi redactor jefe de los tiempos heroicos aseguraba: "A mí dame un buen periodista; me importa un bledo si es buena persona o no". He visto al tipo coger de la pechera a otro compañero por la disputa de una página, y hasta arrojar una grapadora (digamos que al aire) por diferencias en el tratamiento de una información. Cerrábamos la primera edición a las nueve de la noche, y cuando me disponía a recoger me anunciaba que cambiaba la sección de arriba abajo. Nos alcanzaba la medianoche y todavía le quedaban ganas de sermonearme sobre cualquier aspecto de la vida, pero, sobre todo, sobre periodismo. Era como el puto sargento chusquero que te amarga la vida... pero que te deja un poso de algo tangible. Gilipolleces, las justas. El tipo sería un capullo, pero nunca un mediocre, y eso se lo agradezco.

Ahora, de vez en cuando, viene al periódico de visita. El reportero que se coló en el primer trasplante de corazón a un ser humano (practicado por el doctor Barnard en 1967) tiene ya 80 tacos y el paisaje se parece poco al que conoció, y no porque los ordenadores hayan sustituido a las máquinas de escribir y estemos en pleno "boom" de las redes sociales, sino por la cortedad de miras y el poco respeto a la profesión que existen hoy en día. El viernes me interceptó en la redacción y me dijo, orgulloso, que había ascendido de categoría: le han hecho abuelo. Me mostró la foto del nieto recién nacido en su teléfono móvil y me dijo que el acontecimiento le había hecho reflexionar aún más sobre la muerte. El redactor jefe que me fustigó y me enseñó lo básico para sobrevivir se mostraba más humano que nunca. Hace tiempo que guardé mi rencor por él en un baúl y tiré la llave. Antes de que se vaya de este mundo "empujado" por su nieto o me vaya yo, que no está escrito quién se irá antes, tengo que decirle al viejo cabrón que, después de todo, Kapuscinski tenía razón.

4 comentarios:

gonso dijo...

Llámale redadctor jefe o jefe de estudios. De los últimos he tenido varios y de todos los pelajes. El más parecido a tu redactor hacía que las evaluaciones fueran un suplicio para los profes y no dudaba en pegarte una voz incluso delante de tus alumnos... qué cabrón. Ahora, eso sí, es del único que recuerdo algo.

Estimado Mike, va a haber que tomar medidas con los VyM. I'm afraid.

Mike Muddy dijo...

Yo ya no me preocupo de los VyM. No quiero hacerme mala sangre. Allá ellos.

Pepe dijo...

Un HP (o un VyM) lo tiene fácil. A poco que haga parace que se congracia con el mundo. El mérito es ser buena persona desde el principio y no empezar a hacer pinitos cuando se está pidiendo pista.

A buena hora mangas verdes.

Titus Jones dijo...

Otros vendrán que bueno te harán.....con todo lo que has soltado por esa boquita