Andaba yo desayunando esta mañana y escuchaba a un psicólogo que era entrevistado en no sé qué cadena. Estaba hablando de su libro -por supuesto- y sentenciaba que el ser humano es propenso a deprimirse en función de su forma de encarar la vida. Menuda novedad. Un tertuliano que estaba junto a él interrumpió la disertación y zanjó la cuestión: "pues yo soy del atleti, pero no me deprimo ni así". "Vaya tipo", me dije a mí mismo. Y por un momento comprendí la gran ventaja que tenemos los rojiblancos sobre los merengues: nos reímos de nosotros mismos aunque lluevan chuzos de punta.
Ser del Atlético de Madrid imprime carácter desde que eres un crío. Te tienes que pelear con la gran mayoría y aún así sigues erre que erre, empeñado en ir contra el resto. A mí me costó poco, porque éramos unos cuantos y sacábamos pecho en una clase de 43, pero sé de casos que eran uno contra el mundo y eso era como ser contestatario en tiempos del antiguo régimen. Nuestra causa era paralela a otras causas que no eran "la línea oficial de pensamiento". Uno se sentía como Mandela en la prisión del amo blanco. Como el Ché entre un bosque de gringos. Nuestra causa se podía comparar a la de Allende o a la de Ghandi. Una causa que trasciende del deporte.
Según este psicólogo, hay una tendencia en la sociedad actual que nos hace extremadamente vulnerables ante el fracaso en todos los órdenes de la vida. En nuestra sociedad no estamos preparados para los golpes de un mundo que exige ser los números uno en lo que lo que nos proponemos y hacemos. Tenemos tolerancia cero a la frustración. Menos los del atleti. Nosotros sí que estamos preparados para lo peor en el partido del día a día. Sabemos que somos mortales y no necesitamos que a nuestras espaldas haya nadie portando laureles y soltando letanías romanas. Somos fuertes porque seguimos en la brecha pese a los reveses. Por eso sonreímos más, disfrutamos más de las deliciosas victorias y aceptamos mejor las dolorosas derrotas. Nosotros no hablamos de nuestro equipo con fervor religioso, ni vamos al templo del balompié, ni nos tomamos tan en serio lo que fuera del estadio no lo es. Sólo nos permitimos un "aupa alteti" cuando nos cruzamos con uno de los nuestros. Es una forma de ser que va con el carácter. No sé si un atlético es o se hace, pero no hay nada como mi atleti. Quizás no tengamos una peña de simpatizantes en China, pero no la necesitamos. Al fin y al cabo, lo importante es la actitud. Y no necesitamos ser más.
6 comentarios:
Amén a todo. Pero, además, afirmo que no nos hicimos del Atleti por un romanticismo perdedor, sino por la satisfacción del ganador. Somos el tercer equipo de España por títulos y, aunque está muy difícil escalar posiciones en el actual y disparatado fútbol donde los dos grandes reciben el triple de pasta de las teles, debemos mantener esa posición de privilegio y enterrar lo único que no me gusta de nuestro equipo: la fatalidad, el sambenito de "pupas".
!!!!!Aupa Atleti¡¡¡¡
De siempre el Atleti fue un equipo campeón. Ahora lo es cada 20 años. Está muy bien eso de ser autocomplaciente pero eso vale sólo para equipos menores. No creo que los atléticos en el fondo asumais esta situación, pura boquilla. Perder o merecerlo os jode como a nosotros, seguro.
Ya estaba tardando el anual canto al espíritu atlético puro que vive a contracorriente y que si tal y cual pascual. No sé qué me jode más, si la retahila de lamentos sobre lo esencialmente inmaculados que sois los del Atleti o las proclamas fanfarronas de los que se creen que por ser del Madrid ya son algo más que el resto.
Anyway, ¿este año qué tal os va? Creo que tenéis un centro del campo espectacular y además sígue el bastión Perea.
Es encomiable la labor educativa que tiene el seguidor madridista en esencia. Gane o pierda su R.M. parece por encima del espacio y del tiempo. Pues mira tú por dónde que no elegís bien la fecha de fijaros en historietas o en Pereas. En todo caso, sigo en mis trece de poner a cada cosa en su sitio: la actitud es lo que nos diferencia (para bien).
La actitud no os diferencia tanto como dices. Si tuvieras a Mou como líder espiritual entenderías lo que significa tener actitud diferenciadora. Con ese pájaro acabas aceptando pulpo como animal de compañía y mucho más.
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