martes, 13 de diciembre de 2011

INDEPENDENCE DAYS

"No, si yo me alegro".
En San Miguel de Tucumán se derriten las calles, pero dentro de la Casa Histórica de la Independencia, un bonito edificio encalado, hace fresco. Más o menos. Porque tengo que reconocer que la visita me está acalorando. La guía lleva un rato contando a un reducido grupo de periodistas españoles (otros dos y un servidor) las hazañas bélicas de San Martín y Belgrano, haciendo especial hincapié en "los nuestros", que son los buenos, frente a "los realistas", es decir, los españoles, que son los malos. Cuando llegamos al salón donde Argentina declaró su independencia el 9 de julio de 1816, la guía, que no tiene pinta de india quilmes ni quechua ni comechingón, hace una loa de los padres de la patria. Abro la boca para decirle que aquello fue una pelea de españoles contra españoles (los criollos aprovecharon que en España reinaba un tal Fernando VII para decir, qué coño, mejor nos lo guisamos y nos lo comemos sin la metrópoli), pero en el último instante recuerdo que soy un visitante con los gastos pagados y declaro: "No, si yo me alegro".

Como si no tuviéramos bastante hoy con la finca que nos ha quedado y la peña que la habita. En fin. He vuelto a Argentina para disfrutar de mis particulares días de independencia (que nadie me malinterprete: independencia de la rutina, de los no-horarios, de la prima de riesgo, de Mourinho...), esta vez al noroeste inédito, a Tucumán, Salta y Jujuy. El viaje ha superado mis expectativas. Dejando al margen el componente histórico, los paisajes son deslumbrantes: frondosos valles, quebradas multicolores, salinas interminables, llanuras sembradas de cardones, puna andina donde trotan llamas y vicuñas... Para evitar el soroche o apunamiento al superar los 4.000 metros de altura he chupado hojas de coca, aunque creo que su efecto es de placebo. Los paisanos, de todos modos, no paran de "coquear". Estos tipos tienen poco que ver con los porteños o los habitantes del sur del país: la mezcla étnica es evidente. Y su amabilidad y hospitalidad, encomiable. Aunque allí es verano ahora, la latitud de esta región hace que no existan grandes diferencias de temperatura a lo largo del año, de modo que es perfectamente visitable en julio-agosto; no como Patagonia, cuya mejor (y casi única) época es en nuestro invierno.

Fotos: Arriba, la Casa Histórica de la Independencia, en Tucumán. Abajo: Parque Nacional de los Cardones, llamas en la puna y quebrada de Purmamarca.



3 comentarios:

gonso dijo...

Otro viajecito... ya te vale. No me vas a dar envidia. O si.

PacMan dijo...

La Patagonia me está esperando desde hace años. Es un viaje que haré, tarde o temprano, y quizá me desvíe rumbo a las tierras de los comechingones que descubriera Don Domingo Díaz de Carreras.

Pepe dijo...

Los cactus de la foto son de manual.
La verdad que no tiene mala pinta el viaje que te has cascao. No, si yo me alegro...