Hasta el sábado 9 de abril de 2011 Muxía era para mí la "zona cero" del desastre del Prestige. Recuerdo que titulé mi primer reportaje: "La negra muerte del mar". Muxía recibió varias oleadas de sopa tóxica. Negro sobre negro. Los voluntarios limpiaban y al día siguiente llegaba otra marea de fuel que sepultaba las playas. "Es como si fotocopiáramos los días, como si estuviéramos atrapados por el pasado", se quejaba uno de ellos. Junto a los palos para secar el pescado donde nos fotografiamos este fin de semana pude ver esta escena: "Cansados, chorreantes, con sus monos blancos embadurnados de chapapote, parecen astronautas perdidos en un planeta inhóspito y pestilente. Algunos se han hecho escribir con fuel su nombre en la espalda, ya que con el traje, la mascarilla y las gafas son irreconocibles para sus compañeros. Unos metros más allá del campo de operaciones, las cabrillas del oleaje muestran el color del chocolate, y una sopa espesa lame la playa como esperando su turno. Aquí hay para todos...".
Aunque volví al lugar dos años después del siniestro y las cosas habían mejorado sustancialmente reconozco que no había vivido la redención definitiva de Muxía hasta esta última visita. Muxía ya no será nunca máis la "zona cero", sino la "zona MSB". Seguro que con el tiempo contaremos y escribiremos un catálogo de recuerdos de nuestro viaje aniversario, desde la sesión golfa con Torrente hasta la cena pantagruélica en Muros, pasando por el abrazo al Santo, la foto "de estudio" junto a aquella arcada en Santiago y el tránsito del cabo Vilán al de Finisterre por esa Galicia verde, quebrada y bastante solitaria. Pero sin duda la deliciosa comida en el puerto de Muxía y el posterior paseo por el Coído y el santuario de la Virgen de la Barca fueron, para mí, el top de nuestra mini romería gallega, tan alejada de la "ruta del fuel" de 2002. Curiosamente, no estuvimos en Muxía en 1986. Así que el recuerdo generado es nuevo. Y, desde mi perspectiva, ya no es un recuerdo negro sobre negro, sino azul sobre blanco: el azul del mar y el blanco de las espumas que rompían contra las rocas lavadas.
Foto Muxía 2002: Jaime García.
3 comentarios:
Bien por Muxia. Creo que pasamos un rato estupendo y me alegro infinito de que las fotos negras del pasado no sean más que un mal recuerdo.
Bonito post con final feliz, en el que el blanco se acaba imponiendo.
Titus, puedes aprovechar la asistencia. De nada.
Un gran post, al igual que un buen viaje. Aunque los recuerdos salpimenten las romerías, cada nueva sensación genera nuevas leyendas para viajes venideros. No dudo que no será el último.
Publicar un comentario