miércoles, 8 de septiembre de 2010

O'DONOVAN

Hace un mes el apellido O'Donovan significaba poco para mí. Podría ser una marca de whisky o un central del Wolverhamptom.
Hoy, ese apellido es el centro del universo.
En nuestro afán por darles a nuestros hijos aquello que consideramos que es lo mejor para ellos, en la familia hemos hecho una apuesta de las importantes. Apuesta fuerte. De las que pones mucho y esperas que no sea en vano. Lo que ponemos es un tiempo sin poder estar con nuestro hijo, lo que esperamos sacar de provecho es que durante ese tiempo se lance a hablar en inglés al mismo tiempo que aprenda muchas otras cosas de las que quizá el paraguas familiar le mantienen alejado: adquirir independencia, conocer otra cultura y tener que comerse el brócoli y el odiado bacon si no hay más narices. En definitiva a crecer.
Cuatro meses se va a pasar Gonzalo con su familia irlandesa: los O'Donovan.
El precio es alto. No ha pasado un día fuera y ya añoro las discusiones paterno filiales, sufro pensando en esa primera noche en una casa extraña, sobre todo el primer despertar.
Muchas han sido las voces que han cuestionado la decisión por prematura. Sobre todo las abuelas. Quizá los once años sean pocos y se podría haber esperado un poco más, pero debo confesar mi fijación por la importancia de hablar inglés y la ocasión que se nos ha presentado había que aprovecharla

Ayer cuando le veíamos atravesar el control del aeropuerto se me encogió el corazón, y al escribir estas líneas me tiemblan las manos, pero para los momentos de flaqueza pienso en la oportunidad que supone y consigo equilibrar la balanza del sacrificio.En fin. Paso las hojas del calendario y cuento los días para que llegue primero la fecha de nuestra visita a Dublin y luego para que llegue el momento de su vuelta allá por Navidad y me cuente lo bien que le ha ido todo.

Mientras tanto seguiré encogido.

2 comentarios:

Mike Muddy dijo...

Dura, pero sabia y valiente decisión. Gran post muy bien complementado con la foto. (Si no nos damos cariño tú y yo, aunque sin mariconadas, parece que no lo hará nadie en este blog).

Pepe dijo...

Huevos de titanio son los que tenéis. No dudo que a la larga, la experiencia de Gonzalo será para bien pero el trago por el que estaréis pasando padres e hijo debe ser de aúpa.
Lo bueno es que a parte del inglés y de la expiencia vital, va a aprender a valorar de verdad lo cotidiano, padres coñazo incluidos.
La foto, de Conan.
Un abrazo y ánimo a los dos. Os acompañamos en el sentimiento.