viernes, 4 de junio de 2010

FIRMAS EN LA FERIA

Desde hace muchos años acudo puntualmente a la feria del libro en el Retiro madrileño. Es quizá de los pocos acontecimientos masivos que tolero, y aún diría más, al que me gusta acudir. Siempre recuerdo orgulloso mi primera compra autónoma en una caseta inusualmente vacía, que consistió en una edición del Señor de los anillos en tres tomos metidos en una caja. Gran compra.
Otra cosa bien didtinta es el coleccionismo de firmas autógrafas de los escritores que allí acuden. No soy mitómano y nunca he buscado las dedicatorias de los autores, sobre todo porque en un evento así, en el que las colas que se forman para que el Pérez-Reverte o el Gala de turno te estampen una dedicatoria, son tan kilométricas y lentas, que me imagino que los señores literatos, después de haber firmado los cinco primeros ejemplares, se quedarán sin ganas de mucha personalización del mensaje y acabarán en el lugar común de " A fulano con cariño de Zutano", y un garabato.
Estoy (casi) seguro de que los escritores cuando firman los libros, lo hacen expresando un agradecimiento honesto para quien les da de comer, pero entiendo también que firmarse de una tacada 200 libros debe dejar poco espacio para la floritura original o la personalización que la dedicatoria de un libro implica.
También están esos escritores desconocidos por el gran público, y quizá también por el pequeño, que se sientan esperando que alguien acuda a la caseta para que les echen una firma. Da pena cuando ves a uno de éstos compartiendo caseta con un famoso, con su espacio vacio y el del vecino a reventar. Ni tan siquiera el reclamo del cartel de la editorial, con foto y todo, "Hoy firma: Ignoto Cualquiera, toda su obra" hace que se acerque nadie por allí.
Creo que lo único que tengo firmado en casa es el balón del Real Madrid de los Raúl, Roberto Carlos, Zidane, Ronaldo, Beckam y Figo. En el salón, eso sí.

Pero este año he acudido expresamente a que me firmaran un ejemplar. Why? Pues porque ese libro contiene una modestísima colaboración gráfica (el epitafio inglés por el que me premiaron) y me hacía ilusión ver mi nombre impreso en un libro y conocer en persona a su autora. Por cierto que para una vez que veo mi nombre, van y lo ponen mal. Coñes.

Antes de que eche el cierre la feria, volveré con más calma para hacerme con el stock de lecturas estivales con las que poder pasar los rigores de las tardes piscineras.
¿Alguna recomendación?

2 comentarios:

Pepe dijo...

Las memorias de Aznar, Garzón o Jaime de Marichalar. A lo mejor te encuentras los tres en una caja. Me refiero a los libros.

Mike Muddy dijo...

Este año no hay hamburguesas con queso estilo Stieg Larsson. Yo volvería a esos tomos de El Señor de los Anillos...