viernes, 20 de abril de 2012

MORALEJA DE UN TROMPAZO REAL



El día en que Juan Carlos pase a mejor vida será recordado no sólo por su papel estelar del 23-F o por el “¿por qué no te callas?” al orangután Chávez. Una nueva frase formará parte de su epitafio como monarca: “lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir”. Once palabras que suponen un simple final para un culebrón en forma de elefante y de tamaño desconocido. O quizás un mero punto y aparte en una historia con nuevos personajes y con argumento aún por escribir.

Cagadas no reales, imperiales, han salido a la luz debido a la mala pata de nuestro rey. Nunca un tropezón había destapado tanta concatenación de conductas inadecuadas y denunciables por parte de quien se supone debe ser referente moral de un país angustiado y asfixiado y de una institución en la picota. De no haberse producido el trompazo, nadie nos habíamos enterado de estos divertimentos reales más propios de Felipe IV que del padre de Felipe VI. La situación creada invita a pensar cuantos episodios de esta calaña y desconocidos por el populacho habrá tenido nuestro díscolo rey a lo largo de su vida, ¿cientos?

Pero mira tu por donde que la naturalidad del monarca nuevamente ha sido su mejor arma. Su aparición ante las cámaras y su petición de perdón a porta gayola han dado la vuelta a la tortilla. En un país en el que nadie reconoce equivocarse, donde la culpa es siempre de los demás y donde la palabra disculpa ha sido eliminada del diccionario, que el propio rey muestre su vergüenza de manera pública y sincera también es un motivo para la reflexión. Si él lo hace, ¿por qué el político, el banquero, el empresario o el sindicalista que obran mal a conciencia por su puñetero interés personal, no se aplican una dosis de esta medicina real? ¿Por qué no también cada uno de nosotros con la gente que nos rodea cuando lo pida la ocasión?

Que nuestros hijos sepan la historia del trompazo real, que sepan por qué nuestro rey no debió hacer nada de lo que hizo y que vean el video de la ingesta del sapo. Estas son las cosas que de verdad merece la pena que aprendan, esto si que es educación para la ciudadanía. Y a Don Juan Carlos, ex miembro honorífico de WWF, suegro de Urdangarín y abuelo de Froilán, dejémosle que cumpla su compromiso de no volver a ser un chico malo y de dedicare a reinar los 365 días del año. Como la rotura de la cadera se continúe con la de la única columna que nos vertebra hoy en día, este país llamado España se va a la mierda definitivamente.

1 comentario:

Mike Muddy dijo...

Creo que este país debería plantearse seriamente una III República democrática y moderna (nada que ver con la que añoran tipos como ZP, Cayo Lara y cía).