domingo, 4 de noviembre de 2012

DE VUELTA A LAS CANCHAS



Esta temporada debuto en las canchas de baloncesto, pero no lo hago como hace ya tantos años vestido de corto, si no como padre del alero con dorsal catorce que inicia su andadura por los parqués de la liga infantil de Pozuelo.
¡Cómo ha cambiado la cosa! Se juega en pabellones cubiertos con suelos uniformes y canastas modernas. Lo que no ha cambiado son los horarios, ya que lo de dormir un poco más el sábado por la mañana se ha terminado. Recuerdo cuando jugaba yo, que nos ponían los partidos a las nueve o nueve y media de la mañana y teníamos que ir en transporte público hasta el quinto coño, de hecho algún equipo de Torrejón o Getafe, basaba su estrategia clasificatoria en ganar sus partidos de casa por incomparecencia del contrario. Una vez, hasta el entrenador de los rivales se acercó hasta la estación del tren o el metro para llevarnos en coche hasta la pista. En el colmo de la ingenuidad, durante el trayecto fuimos comentando lo mal que se nos daba atacar las defensas al hombre, y que menos mal que nadie las practicaba... Hasta que empezó el partido y nos topamos contra una defensa individual que nos inmovilizó. Ingenuos no, pringaos.
De mi etapa baloncestística tengo muchos recuerdos; algunos heroicos como alguna victoria con canasta en el último segundo, otros no tan memorables como algún episodio lamentable que terminó como el rosario de la Aurora y algún otro simplememte sonrojante.
De los últimos, me acuerdo de un arbitraje que consideré nefasto y en el colmo de la chulería, cuando acabó el partido me crucé la cancha con la mano metida en los huevos para llegar hasta donde estaba el trencilla y sacarla de su refugio para estrechar la suya en señal de felicitación. Pepe siempre me recuerda esta batallita de la que fue testigo directo.
Años más tarde, jugando en municipales con el equipo de mis primos, me descubrí a mí mismo golpeando con el codo repetidamente en el pecho a un tío que me defendía. El también me daba pero llegó un  momento en que se levantó la camiseta para enseñarme una cicatriz que le cruzaba el cuerpo de arriba a abajo donde yo me empeñaba en clavar mi afilado codo.
Pero la bajada a los infiernos de mi desmpeño deportivo tuvo lugar en un partido en el colegio entre los profes y las alumnas de COU. Nunca me había fajado en defensa tanto como aquél día y el sobeteo que le propiné a una de las chicas fue tan  descarado como abusivo. Me ha perseguido siempre y es la primera vez que confieso tan nefando hecho; espero que la chica en  cuestión lo tomara como un lance del juego... Y mira que estaba buena.
Una frase de un entrenador del Canal que le dijo a otro refiriéndose a mí, marcó mis primeras temporadas: en defensa tiene un pase, pero en ataque es nulo. Así veo yo al ternasco número catorce, clavadito a su padre. Abnegado defensor, con buena posición de piernas pero negado a la canasta contraria, pero eso sí, soy su fan número uno y me voy con él a tirar unas canastas para ver si se empieza a soltar que está todavía muy verde.

4 comentarios:

Jose dijo...

Sí, recuerdo como clásico MSB el apretón de manos con olor a fondillo que le prodigaste a tan infumable sujeto...

yiyi dijo...

Disfruta
Yo ya llevo algunos años con este rollo y además de ver a tus niñas es una excelente oportunidad de irte de cañas con los papas y mamas de los otros niños
Un abrazo

Pepe dijo...

Recuerdo perfectamente ese lance y otros muchos. La verdad es que nos lo pasamos bien en esa etapa de baloncestistas en activo. Ahora viendo a los ternascos, sigue molando... pero que quieres que te diga, no es lo mismo. Donde esté un buen pick and roll en vivo a una alumna de esas, que se quite todo.

Mike Muddy dijo...

Recordaré que no debo darte la mano si estás mosqueado conmigo jajaja